VALÈNCIA. Tras la profunda remodelación de la plantilla llevada a cabo este verano por la propiedad del club y la política deportiva que han aplicado, es evidente que la cantidad y calidad de recursos que maneja Javi Gracia es muy limitada. Es por ello que hay un claro grupo de futbolistas llamados a dar un paso al frente para convertirse en banderas del Valencia 2020/21.
Algunos por expectativas depositadas en su potencial (como podría ser el caso de Kang In Lee) y otros por ser jugadores de largo recorrido (todo el que se puede con Meriton) en la plantilla, se espera algo más de los Gabriel, Kondogbia, Gayà, Wass, Maxi o Guedes.
Precisamente el caso del portugués es de los más llamativos. El luso sigue sin demostrar el porqué Peter Lim hizo el mayor desembolso en la historia del club (40 millones de euros más 10 en variables se acordó pagar al PSG), pese a demostrar de tarde en tarde la calidad que atesora.
Guedes llegó cedido en 2017 y fue el centro de las miradas de toda Europa tras su fulgurante comienzo en las doce primeras jornadas de la temporada 17/18. Pero se lesíonó ante el Barça y ya no volvió a exhibir el nivel apuntado al principio en todo el resto de temporada. Pese a ello, la insistencia del dúo Alemany-Marcelino, y la predisposición de Lim a hacer negocios con un alto porcentaje de ganancias para Jorge Mendes (es el representante del futbolista), condujeron a la compra definitiva del centrocampista en el verano de 2018.
También tuvo un problema importante de lesiones tras comenzar la temporada 2018/19. Pese a estas dificultades tuvo una racha muy efectiva entre marzo y abril con apariciones decisivas y goles ante Girona, Betis o Madrid en la liga o evitando la eliminación del equipo en Rusia con un gol en el descuento ante el Krasnodar. Si embargo, y pasados los meses de marzo y abril, ya no volvió la versión “importante” de Guedes. Ni si quiera en la final de Copa de Sevilla fallando dos goles de manera incomprensible en el alargue del partido con el Barça volcado al ataque.
La temporada pasada fue un cóctel de situaciones que impidieron ver una versión mínimamente digna de una futbolista de la calidad de la que se le presupone al de Benavente.
A la tormenta del caso Marcelino le siguió la desconfianza del recién aterrizado Celades tras un muy mal rendimiento en los partidos en los que el técnico catalán le alineó. A renglón seguido llegó la lesión jugando con su combinado nacional y el posterior diagnóstico erróneo por parte del Doctor López Mateu. Esta situación lo mantuvo KO hasta poco antes del periodo de confinamiento. A su vuelta, fue suplente en los planes de Celades. Tras el confinamiento y la vuelta de la competición, tuvo un momento estelar con su sendos goles espectaculares ante Osasuna en la jornada 30 (en slalom sorteando a cuantos rivales le salieron al paso) ante Granada en la jornada 34 (de una volea espectacular). Sin embargo no estuvo exento de polémica dado que se conoció a las pocas horas que al ser sustituído en el partido ante Osasuna, tuvo un fuerte encontronazo con Celades.
Este año y bajo la batuta de Javi Gracia, no han comenzado las cosas mucho mejor. Llamado a ser uno de los hombres importantes por calidad y veteranía en la plantilla (esta será su cuarta temporada), Guedes ha comenzado como titular los partidos disputados ante Levante y Celta, pero no ha finalizado ninguno de los dos partidos sobre el terreno de juego. Ante el Levante fue sustituído en el minuto 71, y precisamente su sustituto Manu Vallejo marcó dos goles y fue clave en la remontada del equipo. Ante el Celta sólo jugó la primera parte y fue sustituído por Jason. Al igual que pasó ante el Levante, y pese a la derrota, el equipo volvió a dar la impresió de tener más fluidez arriba sin Guedes que con él en la banda izquierda.
Uno de los mayores retos para Javi Gracia es el de recuperar al mejor Guedes. La vuelta de la mejor versión del portugués supondría un plus para el equipo del técnico navarro. Sin embargo, no va a ser fácil. El mejor Guedes lleva más de año y medio sin aparecer y su expresión corporal sobre el terreno de juego no invitan al optimismo. Sin embargo, el futbolista sabe que se juega mucho y que de seguir así su valor va a continuar depreciándose, por lo cual se espera una reacción que, de acercarle al nivel que todos sabemos que tiene, supondría un enorme salto de calidad para el colectivo del cual forma parte. Está en su mano conseguirlo y en la voluntad de su entrenador encontrar el camino correcto.