VALÈNCIA. Paco López fue el principal responsable del fiasco de Mestalla. Fiasco podría parecer un término exagerado pero no lo es, vista la enorme decepción del levantinismo, por las expectativas creadas, dada la situación del Valencia, y por el inicio del partido y la espectacular primera parte en ataque (desastrosa en defensa). El Llevant llegó a tener al Valencia contra las cuerdas, pero los errores del míster de Silla provocaron su reacción y su victoria. No merece la pena insistir más en ello.
Inyectemos contexto, sin embargo. Ese mismo Paco López es culpable de algunos de los episodios más conmovedores de estos últimos años, que lo son también de la historia del levantinismo. Fue, además, el artífice de una holgada y espectacular permanencia, tras hacerse cargo de un equipo en el abismo, tras relevar a Muñiz. Las finales están para ganarlas y López ganó la de Montivili, a todo o nada, de la misma forma que salvó al equipo, con un amplio margen, en el curso pandémico. De todo esto se infiere un crédito enorme.
¿Por qué, por tanto, un amplio sector del levantinismo se siente decepcionado con su trayectoria? Por un lado se tiene la sensación de que, con el potencial del equipo, se podía (se debía, incluso) haber aspirado a más. Pero, ¿quién ha conseguido explotar y mostrar ese potencial? ¿Quién ha sido capaz de hacer jugar a este equipo como no recuerdan ni los más viejos del lugar? Paco López, además, no ha dispuesto de plantillas tan extraordinarias. Es más: ha tenido y tiene vestuarios con altas dosis de vanidad, difíciles de gestionar y, pese a ello, ha sacado mucho partido a ciertos futbolistas que, con él al mando, han firmado los mejores minutos de sus carreras.
Hace años que en Orriols se suspira por un salto cualitativo deportivo: ¿no lo ha conseguido López, en realidad? Cierto es que está por consolidar, con algunos aspectos a mejorar, pero ese fútbol a menudo brillante es la base que ha permitido al levantinismo soñar con ascender un escalón más.
A López se le achacan otros defectos. Yo mismo los he referido en algunas crónicas. Su tozudez y algunos errores reiterativos. No leer bien algunos partidos (y por tanto no cerrarlos; o hacer los cambios tarde); la fragilidad defensiva (no nadar y guardar la ropa); no aprovechar el balón parado en ataque (y no defenderlo bien), y las filias y fobias respecto a algunos futbolistas ("les manies", que dice el pueblo): futbolistas intocables hagan lo que hagan y otros que se quedan en el banco al menor error.
Discrepo cada semana de algunas decisiones de López (a veces de forma feroz, como en Mestalla) pero eso no me impide valorar que su gestión de la plantilla es más que óptima y que uno de los mejores Llevant que he visto en mi vida aún tiene un amplio margen de mejora y crecimiento. La crítica es imprescindible pero, como ya he dicho en otros altavoces, Paco López es una bendición para el levantinismo. Esta afirmación, con el 4-2 aún tan caliente, es altamente impopular. Mis lectores habituales saben que eso siempre me importó un bledo. Hay que ponderar las cosas y poner en la balanza cómo de felices nos ha hecho Paco López desde que aterrizó en el banquillo granota.
Hay aún otra cuestión más. Pese a sus filias, fobias y manías (¿qué entrenador no las tiene?) López ha demostrado que sabe y puede ser flexible, reconsiderar aspectos del fútbol granota, revisar sus convicciones y por tanto mejorar y crecer. Hay un progreso entre el año de Girona y el siguiente que tiene que ver con una concepción más práctica del fútbol, que básicamente es lo que se le exige: encontrar un equilibrio sobre el césped, algo que se perdió en Mestalla pero que se va a recuperar en estas próximas jornadas. Seguro. De la mano de Paco López.