VALÈNCIA. Como cada 18 marzo,el Valencia CF cumple años, concretamente 105. En plenas fiestas falleras la entidad de Mestalla vuelve a soplar las velas inmersa en un futuro incierto y casi agónico.
Las 20.000 personas que salieron a la calle a manifestarse contra Lim el 2 de marzo deja bien a las claras el rechazo absoluto a la gestión que Peter Lim hace de un club al que tiene abandonado. Las 20.000 personas que salieron a la calle para pedirle soluciones a la clase política (con el asunto del estadio de fondo) también mostraron su absoluto rechazo a los ejecutivos que Lim tiene en Valencia al cuidado de sus intereses personales que ser ha demostrado que distan mucho de ser los de buscar lo mejor para el club.
Cada día está más claro que nadie quiere a Meriton pese a que desde el club vivan con una venda en los ojos y nieguen la evidencia. El tiempo de Meriton ya pasó en una ciudad que no sabe ya que hacer para que el propietario venda su paquete accionarial.
Juntar en la calle a 20.000 personas es un éxito de las plataformas opositoras al máximo accionista. Libertad VCF (de manera principal), De Torino a Mestalla (comandada por Juan Martín Queralt) o Marea Valencianista (con Miguel Zorío al frente) se mueven en la calle y en los juzgados para evitar que el máximo accionista campe a sus anchas. En ocasiones son la piedra en el zapato, pero muy necesaria.
Más allá de la institucionalizada protesta en el minuto 19 de cada partido el movimiento en la calle y a nivel judicial está calando en una afición harta de excusas, mentiras y mensajes rellenos de falsa propaganda.
Valga como muestra la puesta en escena para la Junta de Accionistas de 2023 en la que se presentó a Kiat Lim como la persona que venía a encargarse del club y darle un nuevo rumbo. El propio hijo de Lim aseguró que vendría a Valencia, se reuniría con los aficionados y se integraría en la cultura de la ciudad. Un año más tarde, el vástago del propietario no ha aparecido por la ciudad para nada y en la última junta de accionistas se dijo que estaba de manera telemática. La cámara estaba apagada y nadie vio ni oyó al hijo de Lim que en diciembre de 2023 era la bandera del cambio.
Hace tiempo que Peter Lim cerró el grifó de la inversión hasta rozar lo mísero. El club en verano invirtió 14,7 millones de euros de euros en fichajes y vendió por 60,9 millones. A Lim le costó dos meses soltar 250.000 euros para traer a Sergi Canós (que estaba loco por venir) y el mismo tiempo le costó abonar 150.000 euros por la cesión de Selim Amallah. Este invierno se regaló a Gabriel Paulista al Atlético de Madrid para rebajar el coste de plantilla y se hizo un ridículo espantoso en un bochornoso vodevil con el Sevilla en el segundo intento en 4 meses por volver a traer a Rafa Mir que también deseaba recalar en Mestalla.
Eso sí, el propietario no tuvo inconveniente en verano en gastar 5 millones de euros en Cenk Ozkaçar, un defensa que nadie pidió y que no demostró nada el año anterior cuando llegó cedido por el Olympique de Lyon, equipo con el que mantiene muy buenas relaciones Jorge Mendes.
Además, el coste de plantilla ha descendido hasta los 72 millones y el presupuesto del club hasta los 99. Lás pérdidas se redujeron hasta los 1.2 millones y la muestra más clara es que el club dispone de 13 millones en el fair play para reforzarse pero el propietario se niega a ello.
Ahora aseguran que la revitalización económica del club pasa por acabar el Nou Mestalla. Algo que también se ha convertido en una fuente inagotable de problemas.
El club está pendiente de conocer la resolución del TSJ alrededor de las dos demandas que el club presentó sobre la prórroga de la ATE y sobre su caducidad. Pese a que María José Catalá aseguró que si el club no retiraba las demandas contra Ayuntamiento y Generalitat, no se negociaría el nuevo convenio urbanístico, más tarde prefirió esperar a la resolución de los tribunales.
Todos los indicios apuntan a que la ATE estuvo en su día bien caducada y, de ser así, supondría la primera gran derrota de Lim en los tribunales. En cualquier caso, parece ser que la parte perdedora recurrirá la sentencia, con lo cual aún quedan muchas citas que cumplir por uno y otro lado delante de los jueces.
Pese a que el club se las prometía muy felices con el cambio de signo político tanto en Ayuntamiento o Generalitat, la realidad es que nada ha cambiado a grandes rasgos y ya se han producido roces entre el club y la actual administración.
Comenzó todo con un acercamiento entre el concejal de grandes proyectos del Ayuntamiento José Mari Olano y el abogado de Lim, German Cabrera. Dicho encuentro en Madrid levantó mucha polémica y obligó a Marí Olano a renunciar a su empleo a tiempo parcial en la consultora KPMG (que había mantenido negocios con Lim), y a la alcaldesa a sacar un comunicado el 18 de octubre en el que se decía que "no realizar ninguna negociación sobre el convenio urbanístico hasta que el club retome efectivamente las obras de construcción del Nuevo Estadio, paralizadas desde hace casi quince años". Además también se pedía que se retiraran las demandas del club contra Generalitat y Ayuntamiento por la caducidad de la ATE.
El propio Partido Popular encontró oposición a cualquier acercamiento con Lim en su socio de gobierno. El portavoz municipal de VOX, y segundo teniente de alcalde, Juanma Badenas ha asegurado en multitud de ocasiones que "a Lim, ni agua". Es más, hace unas semanas, el propio Badenas llevó a la comisión de urbanismo del Ayuntamiento una moción alternativa (que acabaron aprobando con los votos de PP y Compromís) en la cual se instaba al club a presentar una auditoría de lo que costaba acabar el Nou Mestalla y los correspondientes avales que aseguraran la finalización de la obra. La respuesta del club ante la fiscalización fue negarse a firmar la documentación que RFEF debe llevar ante FIFA en junio para que la ciudad (como es voluntad de Ayuntamiento y Generalitat) aspire a ser sede del Mundial que se celebrará en suelo español en 2030.
Entre acusaciones de la oposición de que el actual consistorio pretende favorecer los intereses de Lim para acabar a toda costa el estadio para ser sede mundialista y las respuestas del actual equipo de gobierno, pasan los días, aumenta el ruido, pero nada parece atisbar que las máquinas vayan a entrar en el Nou Mestalla (pese a que se dijo que en abril podrían estar las licencias). La única variación en la obra a medio acabar en la Avenida de Las Cortes Valencianas es que sigue acumulando polvo.
A nivel deportivo nada ha cambiado en el terreno de la gestión en los últimos años. Pese al movimiento de distracción de cambiarle el nombre del cargo a Corona y ascenderlo a director deportivo el año en el que casi metió al equipo en segunda división, la realidad sigue siendo la misma.
Lo único que ha cambiado son lo resultados, y no gracias precisamente a la aparición de un proyecto deportivo.
El Valencia CF se echó a la desesperada el año pasado en brazos de Rubén Baraja para detener un descenso a segunda división que parecía inevitable. Lo hizo porque fue el entrenador al que Lim dio su famoso "OK", ya que no pedía contrato largo y sólo se le tenía que pagar la ficha hasta el final de temporada.
Llegó junto con otra leyenda del club como Carlos Marchena y salvaron el match-ball sobre la línea con goles agónicos como el de Javi Guerra al Valladolid, el de Alberto Marí en Vigo o el de Samu Lino ante el Espanyol.
Realmente esa fue la gran apuesta, la de los chavales. Con una plantilla indolente como la de la temporada pasada y con 5 cedidos y una caterva de fichajes fallidos como Cavani o Castillejo, Baraja y Marchena decidieron apostar por tres chavales de la cantera como Javi Guerra, Diego López y Alberto Marí.
A día de hoy Baraja y los chavales del año pasado a los que se han sumado Mosquera, Fran Pérez o Yarek (y un gran rendimiento de César Tárrega, cedido al Valladolid) y la irrupción del único fichaje exitoso de la temporada como Pepelu, tienen al equipo mucho más alto de lo que nadie podía prever. De hecho la propia presidenta afirmó en un mensaje a los medios oficiales del club que el objetivo este año era mantenerse en primera división.
La identificación de la grada (Mestalla es el estadio que más se llena en España atendiendo a los porcentajes de ocupación) con el grupo es total. Tanto como la angustia de comprobar hasta qué punto volverá a destruir Lim un equipo de futuro vendiendo todo lo que pueda y gastando lo menos posible en cubrir las bajas. Esa es la tónica año tras año y no parece que vaya a cambiar.
Pese a todo, se ha empobrecido tanto la sociedad sin proyecto deportivo, con el tejido social hecho añicos (plataformas opositoras, Agrupación de Peñas en descomposición, representación inexistente de la Asociación del pequeño accionista, altavoces propios y ajenos), que estar un año fuera del descenso es lo poco que le queda a una masa social harta de ver como se mercadea con el equipo de sus amores por parte del máximo accionista y sus asalariados en la ciudad. Pese a Lim, pese a todo esto, el Valencia CF ha vuelto a soplar la velas de la tarta un 18 de marzo.