13 de noviembre / OPINIÓN

Papá, ¿queda mucho?

18/05/2020 - 

VALÈNCIA. Con esto de la nueva normalidad parecemos como esos chiquillos que preguntan “falta mucho” a sus padres cuando van de viaje. Por anticiparnos, por querer que suceda lo que suspiramos antes de tiempo, esa frase hecha la repetimos también ahora como adultos sin saber tampoco la respuesta. En estos tiempos de pandemia, nos pasa como a esos ‘peques’ que verbalizan más lo que les pasa por la cabeza, que martillean a papá mientras conduce. Todavía queda camino por recorrer, pero ya podemos repostar, estirar las piernas y deshacernos poco a poco de esa sensación de vacío futbolístico desde que hace 72 días se disputó el último partido oficial ante el Granada en el Ciutat (1-1, gol de Roger). Quedan once jornadas, las mismas que cuando Paco López tomó las riendas tras la destitución de Muñiz en marzo de 2018. De una realidad asfixiante a firmar unos números de Liga de Campeones con ocho victorias (Getafe, Eibar, Las Palmas, Málaga, Athletic, Sevilla, Leganés y Barcelona), un empate (Girona) y dos derrotas (Atlético y Celta). 25 puntos de 33. Fue un Levante a todo gas. Una resurrección sin precedentes.

Ahora la situación es más cómoda y envuelta en un nuevo fútbol con un montón de enigmas. Una realidad en la que reina lo desconocido. Un regreso con muchos interrogantes y un plus de incertidumbre. Será una Liga diferente e influirán más factores que los simplemente deportivos. La clasificación muestra un margen holgado con el tercero por la cola (ocho con el Mallorca a falta del encuentro en Palma) y casi igual con la séptima plaza que da acceso a Europa (a nueve del Valencia, primer adversario en la reanudación). Esa sensación de que para el Levante podría estar todo finiquitado se reduce por los reajustes por precaución. Aún hay retos, deberes pendientes, propósitos individuales y reivindicaciones en futbolistas que se la juegan en estas once citas que discurrirán a toda velocidad. 

A vueltas con la cubierta de la primera fase de la remodelación del estadio, me sumo a la petición del vestuario de no jugar todo lo que queda como visitante y, en todo caso, como solución intermedia, acordar un escenario neutral (Mestalla, La Cerámica y/o Castalia) para afrontar los duelos con el cartel de anfitrión ante Sevilla, Atlético de Madrid, Real Betis, Real Sociedad, Athletic, Getafe. El mínimo de la permanencia no es matemático y cualquier proyecto, por más o menos faraónico que sea, pasa por lo que suceda con la ‘pelotita’. No hay que olvidar lo que es prioritario. En los dos primeros escenarios, las casas de Valencia y Villarreal, radica el inconveniente de que LaLiga planea jugar un par de partidos por semana y el terreno de juego de ambos se vería muy dañado. “Haremos lo que el Consejo decida”, manifestaba Paco López en su última comparecencia virtual.

De puertas para dentro, es un secreto a voces que han trasladado a la cúpula que sería dar demasiada ventaja a esos seis oponentes que deberían ser forasteros por mucho que no habrá público y que la presión ambiental se va a reducir exponencialmente. Sin olvidar el jaleo que conllevaría, con tantos partidos en poco tiempo y el desgaste que se iría acumulando, desplazarse al Pizjuán, Wanda Metropolitano, Benito Villamarín, el Real Arena de San Sebastián, San Mamés y al Coliseum de Getafe. En la primera vuelta, en ese sexteto de estadios, únicamente la expedición granota volvió a Valencia con los tres puntos de la victoria en el feudo donostiarra con los goles de Bardhi y Borja Mayoral (1-2). Para la 2020/2021, el Levante ya ha solicitado disputar los tres primeros partidos fuera de casa.

Aunque las butacas estarán vacías y se está estudiando crear un ambiente ‘hacendado’ para minimizar el silencio de base, es evidente que el Levante baja sus pretensiones cada vez que le toca jugar fuera de Orriols y hay que procurar no lanzar más leña al fuego. De los 33 en total, son nueve puntos de forastero, de 42 en disputa, (tres victorias y 11 derrotas), los mismos que Betis, Alavés y Celta, y solamente más que Eibar (8), Leganés (8) y Mallorca (5), los dos últimos en descenso. Debido a esa imprevisibilidad que se respira, el equipo no se va a dejar llevar, aunque veremos su límite después de unas primeras 27 jornadas marcadas por bandazos frustrantes. La dichosa montaña rusa de emociones. Ahora, el tópico del partido a partido (a puerta cerrada) cobra más importancia.

En estos once encuentros tan seguidos en los que el ‘fondo de armario’ será clave, es una magnífica noticia que el mister de Silla pueda contar con todos, a excepción de Iván López. Son 28 a su disposición, entre ellos los seis que han dado el salto del filial (Cárdenas, Rubén García, Arturo, Joan, Pablo Martínez y Blesa), y los tres que estaban en la enfermería antes del confinamiento: Radoja, Rochina y Hernani. La plantilla ha comenzado hoy la fase 3 del protocolo de actuación en tres grupos de un máximo de diez jugadores. Otro paso más hacia la vuelta a la competición que Tebas ha marcado para el 12 de junio, más por deseo que por convencimiento, ya que los plazos más lógicos invitan a una semana después. De momento es una previsión, la realidad la marcará si hay repuntes o no de contagios.

Desde el sábado, muchos ojos están puestos en la Bundesliga, en las reacciones, en su respuesta bajo unas estrictas medidas de seguridad. Sin aficionados en los estadios, sin abrazos entre los jugadores, sin niños acompañando a los futbolistas al salir al terreno de juego, sin contacto entre los protagonistas en el túnel de vestuarios, sin saludo con los árbitros, con celebraciones de gol con moderación y en el banquillo, los que esperan su oportunidad lucen mascarilla y mantienen la distancia. 22 titulares, 18 suplentes, cinco árbitros, 20 auxiliares, cuatro recogepelotas, tres empleados de limpieza, tres fotógrafos, cuatro enfermeros, cuatro miembros de seguridad y 15 integrantes del VAR y de la señal televisiva. Había ganas de fútbol, pero reconozco que no me lancé a la desesperada al regreso en Alemania. Simplemente me conecté un rato con el único propósito de empezar a vislumbrar lo que nosotros ojalá vivamos dentro de más o menos un mes. Jamás hubieran pensado los bávaros que iban a tener tantísimos adeptos fuera de sus fronteras. Algo parecido como el día que los runners, más los de nueva creación, pudieron salir a las calles, convirtiendo cada ciudad en una Villa Olímpica.

Hay un mogollón de imágenes que hay que aceptar y que generan contradicción, sobre todo en los vestuarios. No pueden dejarse llevar por la alegría en los goles, pero el contacto en los saques de esquina es constante o en las barreras de las faltas tienen que estar juntitos sí o sí, además de que están expuestos a acciones fortuitas en cualquier momento. Y lo de las gradas corrobora que un espectáculo sin aficionados es un experimento. Una nueva normalidad futbolística plagada de situaciones fantasmagóricas por muchos remedios caseros que se quieran hacer como colocar imágenes de abonados en sus localidades. Me permito la licencia de echar mano de un tuit del compañero Salva Campos, con la guasa que le caracteriza, que describe a la perfección lo primero que se me pasó por la cabeza cuando el balón volvió a rodar: “El ambiente a puerta cerrada recuerda mucho al partido de las once de la noche de la Liga local de Benifaió. En la grada, solamente se podía ver alguna novia, amigo o padre de algún jugador que no trabajaban el día siguiente y al conserje suspirando por chapar la paraeta”. La esencia se ha ido al garete. Como lucía en una pancarta en uno de los fondos del WWK Arena, antes del Augsburgo-Wolfsburgo del sábado, “el fútbol sobrevivirá, su negocio es enfermizo”.


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