VALÈNCIA. Si el Levante está en semifinales, es en gran parte por Dani Cárdenas. Su partido de ayer merece líneas más allá de una nota aislada. Fue el mejor de los que vestían de azul y grana. Hasta nueve intervenciones del de Terrassa, entre ellas un mano a mano que le sacó a Paco Alcácer en la segunda mitad y que congeló corazones en el Ciutat de València por una bola que salió con suspense por línea de fondo. Fue abajo, ágil, para protagonizar una parada estelar.
No fue la única. En la primera parte también sacó un disparo de Trigueros, que reeditó un disparo seco también en la segunda, donde Dani volvió a llegar. Como en la falta lanzada por Parejo antes de la prórroga. O en otras acciones complicadas para un portero que solventó con sobriedad. El '34' levantinista fue la peor pesadilla de un Villarreal que llegó a portería contraria mucho más que su rival: 26 disparos por 11 del Levante sobre la meta de Rulli. Pero los porteros también juegan. Y para eso estuvo el cerrojo de Dani Cárdenas.
Al catalán se le cae la tranquilidad de los bolsillos. Atento e intenso con sus compañeros -no paró de vocear a Son para que atendiese a la cobertura de Pedraza en banda derecha granota- e incluso 'automotivado' en acciones poco ortodoxas o que sí sacaron, sobre todo al inicio, al meta levantinista de su calma aparente habitual. Sin embargo, con el paso de los minutos y las llegadas de los amarillos, Cárdenas hizo exactamente lo contrario a empequeñecerse. Se hizo grande.