VALÈNCIA. Pablo Martínez continúa a la espera de que se efectúe una salida del Levante que se ha eternizado. El centrocampista madrileño, que lleva en el mercado desde el mes de junio por ser figura franquicia y solución a los problemas de Fair Play del club de Orriols, aspira a cerrar un traspaso en las próximas horas y, hoy, el Valencia es su destino deseado. Para que se cumpla, la entidad de Mestalla tiene que dar salida a André Almeida, por quien Jorge Mendes trabaja para encontrar acomodo. Solo en tal caso, Pablo, obligado a esperar efectos dominós, podría recalar en la otra acera de la ciudad.
Al '10' del Levante se la han ido cayendo opciones a medida que ha transcurrido el verano. Si desde la dirección deportiva granota se habían controlado en todo momento los tiempos de su venta -consciente Felipe Miñambres de que su traspaso no iba a ser temprano porque ningún club de Primera le pretendía como incorporación primordial pese a figurar en varias agendas- ahora la situación está cerca de ser límite. Restan dos días para que la persiana del mercado eche el cierre y Pablo no solo no ha salido, sino que ha de esperar movimientos de terceros.
Y es que, además de la llamada de Miguel Ángel Corona que espera el centrocampista, otro de sus posibles destinos es el Real Valladolid. Sin embargo, la puerta de Zorrilla está, para el entorno de Pablo, en un abre-cierra constante. Si el martes la no marcha de Boyomo rumbo a Osasuna evitaba que los vallisoletanos ahuecaran su Fair Play para mejorar las primeras propuestas por el jugador, ahora la posible incorporación de Cenk y el hecho de que el director deportivo haya impuesto su criterio al del técnico Paulo Pezzolano, vuelven a posibilitar la firma de Pablo Martínez como blanquivioleta. En tal operación también es actor clave el propio Valencia, pues es la futura incorporación de Cufriez la que abre a Cenk la carretera de Pucela.