VALÈNCIA. El 27 de octubre de 2024, dos días antes de la Dana, Yomif Kejelcha, un etíope alto y flaco como un alambre, luchó contra el viento y la lluvia para batir en València el récord del mundo de medio maratón (57:30). Las condiciones en el tramo final fueron tan malas que Kejelcha superó la anterior plusmarca por un mísero segundo. Nadie podía sospechar lo que traerían esas nubes solo unas horas después. Fue una mañana difícil rematada con éxito. El etíope se quedó solo demasiado pronto porque las liebres fallaron y ningún atleta le marcó el ritmo.

El 16 de febrero de 2025, solo 112 días más tarde, Jacob Kiplimo deslumbró al mundo con una carrera prácticamente en solitario en Barcelona que le llevó no solo a un nuevo récord del mundo sino que, además, le convirtió en el primer hombre de la historia en correr medio maratón en menos de 57 minutos (56:42). Una mejora de 48 segundos de una tacada. Una proeza sideral.

Kiplimo es uno de los mejores fondistas del momento y ese día, en la Mitja Marató de Barcelona, que es propiedad del Ayuntamiento y que organiza RPM, hubiera batido el récord del mundo de cualquier forma. Kiplimo, como Kejelcha, también se quedó solo demasiado pronto pero el ugandés, en realidad, sí que pudo seguir a una liebre… con motor. El problema vino porque aquella gesta tuvo algo de trampa. El ugandés llevó casi toda la carrera un coche por delante con el cronómetro encima que le marcaba el ritmo con la fiabilidad de la mejor liebre y la corpulencia, quitándole el aire, de un gigante.

Todo el mundo lo vio y muy pocos entendieron que ni el juez árbitro ni el delegado técnico ordenasen al coche que se adelantara para no favorecer claramente a Kiplimo.

El 7 de octubre de 2025, casi un año después y a solo tres semanas del Medio Maratón de Valencia Trinidad Alfonso Zurich, World Athletics, la federación internacional, ratificó el efímero récord de Kejelcha. Y hoy, 24 de octubre de 2025, ocho meses después de la Mitja de Barcelona, World Athletics todavía no ha ratificado el récord del mundo de Kiplimo.

¿Qué ha pasado?

Muy sencillo: World Athletics no se atreve a ratificar un récord conseguido en condiciones anómalas.

La norma no especifica este caso concreto de la ayuda de un coche que hace de liebre y pantalla. Y por ahí se sospechaba que se iba a beneficiar la organización de Barcelona. La idea inicial fue: lo ratificamos y luego acotamos esa irregularidad para que no vuelva a suceder. Pero, por el camino, les llegaron las consultas de las sorprendidas organizaciones de medios maratones como el de Berlín o Lisboa, que no entendían que los jueces de la carrera hubieran permitido semejante irregularidad, que, además, Kiplimo no necesitaba para haberse ido de Barcelona con un nuevo récord del mundo, aunque, probablemente, no por debajo de los 57 minutos. 

World Athletics anunció esta semana que había ratificado el récord del mundo que logró Mondo Duplantis en el Mundial de Tokio el 15 de septiembre. Un mes necesitó para darlo por bueno. El problema del récord de Jacob Kiplimo, ya se dilucide en un sentido o el otro, es que ha provocado un choque de intereses mucho más intrincado de lo que nadie se puede imaginar. Y no es fácil contentar a todo el mundo.

Este domingo, cuando alguien dé el pistoletazo de salida a las 8:25 horas en la avenida de los Naranjos de Valencia, nadie sabrá con certeza cuál es el récord del mundo de medio maratón. La tabla de los récords de World Athletics muestra los dos y junto al de Kiplimo coloca un asterisco para advertir que está pendiente de ratificación.

Si el domingo, a eso de las nueve y 22 minutos, Kejelcha cruza la meta en un tiempo de 57:29, por ejemplo, ¿hay que celebrar un nuevo récord del mundo o, por el contrario, no hay que hacerlo porque es posible que días después World Athletics diga que este 26 de octubre de 2025 el verdadero récord era el de Kiplimo? ¿Y si ocurre al revés? Si Kejelcha cruza la meta en 57:29 y nadie lo celebra, pero días después sale World Athletics y dice que el tiempo del etíope es el nuevo récord del mundo de medio maratón, ¿qué dirán los patrocinadores y los aficionados que no pudieron celebrar esta hazaña?

¿No sería eso una estafa?