Polideportivo

ANÁLISIS | LA CANTINA

El hermoso camino de Alex Yee hasta su éxito en València

  • Alex Yee cruza la meta del Maratón València 2025.
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VALÈNCIA. Una de las mejores cosas que he visto este año ha sido el documental que ha compartido Alex Yee en su canal de YouTube con cinco capítulos que incluyen su preparación del Maratón de Valencia y la disputa de la carrera. Una regalo para la organización impagable. Spoiler: el final te traspasa como un cuchillo afilado. Alex Yee no es un maratoniano puro. Alex Yee, un deportista londinense de 27 años, es el campeón olímpico y mundial de triatlón.

Los amantes del deporte vibraron con su triunfo en París. El oro parecía que era para el neozelandés Hayden Wilde, pero Yee protagonizó una remontada espectacular en el último kilómetro y se proclamó campeón olímpico. En primavera, ya en 2025, se quiso poner a prueba en el Maratón de Londres, su primera incursión en esta distancia, pero la experiencia no fue del todo satisfactoria y acabó con una marca discreta (2h11:08).

Luego vino una lesión y, entre el retraso en la preparación y el orgullo herido (hay que recordar que él es de Lewisham, que está a menos de 20 kilómetros del estadio olímpico de Londres), Yee decidió dar lo que el denominó un paso atrás (en el triatlón) para mejorar como corredor. A partir de entonces su objetivo pasó a ser el Maratón de Valencia y, por el camino, el medio maratón.

Es curioso que Alex Yee ha corrido cinco carreras este año y tres han sido en Valencia (en enero también hizo el 10K Valencia Ibercaja). Está claro que ayuda que su patrocinador sea el mismo que el patrocinador deportivo del maratón, pero esto también demuestra que para esta generación, a diferencia de la generación de Kipchoge y Bekele, la fama de València la convierte en un referente para todos ellos.

A Yee, pese a que ha hecho carrera en el triatlón, siempre le fue bien el atletismo, como demostró a los 15 años, cuando terminó tercero en el minimaratón de Londres (2013), que recorre los últimos 4,2 kilómetros del maratón. El británico también fue internacional y terminó quinto, en 2018, en una Copa de Europa de 10.000, por delante de sus dos compatriotas, los españoles Toni Abadía, Fernando Carro, Yago Rojo y Chiki Pérez, y muchos otros.

De Londres, Yee salió con un aprendizaje muy claro: el maratón es muy duro y no te puedes saltar kilómetros durante la preparación. Por eso, quizá, se concentró algunos días con dos de los mejores maratonianos de Gran Bretaña: Emile Cairess y Phil Sesemann. Quería aprender de ellos y hacerlo mucho mejor en València.

El documental descubre, además, a un tipo amable, educado y risueño. En València, y eso lo he visto yo, cuando un periodista se le ha acercado a hacerle alguna pregunta, y se excusa por su pobre inglés, Yee siempre responde que él habla infinitamente peor el español. Apenas suelta algún “vamos” con la gente que se cruza en la ciudad. Después del medio maratón, cuando se encuentra con Andreas Almgren, que batió el récord de Europa, le pregunta al noruego que marca había hecho y cuando este le dice que 58:41, el británico le expresa una admiración sincera.

De Valencia, de aquella carrera de finales de octubre, tampoco salió entusiasmado. La marca de 1h01:29 fue peor de lo que esperaba. Pero luego, en los siguientes capítulos, cuenta que la experiencia fue buena como preparación para el maratón: el mismo aeropuerto, el mismo hotel, la misma comida… Y esas salidas a rodar por el viejo cauce del río, donde algunos le reconocen y le saludan o le lanzan algún piropo. A su entrenador le hizo gracia y le preguntó si era muy conocido en España. Alex Yee se quitó importancia con una broma.

Su educación se reconoce enseguida cuando sale una pequeña entrevista con su madre, que se emociona al recordar su fantástico triunfo en París, pero que también pondera que su hijo acudió y estuvo muy presente en un triatlón que organizaron para niños. Alex elogia después a su madre. “Ella nunca se ha considerado la persona más importante de la sala, y siempre pensaba en los demás antes que en ella misma”. Nuestros padres, muchas veces, no siempre, nos forjan lo mejor que saben.

A Alex se le ve disfrutar en València los dos días previos al maratón. Y a mí me resulta emocionante verle feliz, corriendo por el río, por los mismos lugares por donde yo llevó retorciéndome desde hace décadas, por donde esta misma mañana he hecho nueve kilómetros. El último capítulo muestra la reunión técnica, telemática, con Marc Roig, quien, previamente, le ha entregado una octavilla con un mensaje dedicado de su puño y letra, como hace con los mejores. A Yee le hace gracia este detalle y se siente que lo agradece. Es un bonito gesto del hombre que recluta a los atletas extranjeros. La cámara entra en la intimidad de su habitación en el hotel de València, donde prepara minuciosamente los avituallamientos para el día siguiente en unos pequeños bidones que ha decorado con pegatinas de personajes de Pokémon. 

Todo el documental es excelente, pero el momento culminante es el día de la carrera. Primero, el calentamiento en el garaje de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La calma tensa. Y después la descripción, acompañada de la imagen, del momento en el que sale del garaje, ve que está amaneciendo y se encuentra con el puente de la salida y abajo, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, con su meta imponente y famosa ya en todo el mundo.

Alex Yee entró séptimo en esa meta y se colocó como el segundo mejor maratoniano británico de todos los tiempos (2h06:39), solo por detrás del campeón olímpico y mundial Mo Farah. Yee hizo la segunda mitad (63:06) más rápido que la primera (63:32). El triatleta explica el motivo, cómo iba chequeando su cuerpo con el paso de los kilómetros, cómo sentía el desgaste de sus piernas pero que no perdía energía. Un impulso que le llevó a esa gran actuación en la meta, donde se rompe de emoción.

Luego se tira un buen rato en una nube. Me sorprende que no se vaya de la zona de meta, donde saluda a otros británicos y a otros corredores. Pero el verdadero motivo es que Alex Yee está esperando la entrada de su hermano, Joseph. Un hermoso detalle. Como el momento en el que, ya en l’Umbracle, se encuentran con su madre. Una madre muy madre que se espera a que llegue el más débil para abrazar a los dos a la vez, para que no haya distinción entre sus dos hijos.

Alex Yee se terminó de enamorar de València durante estos 42,195 kilómetros. “De principio a fin, el ambiente fue increíble y me mantuvo en marcha, tanto física como mentalmente, hasta lograr una de las mejores actuaciones de mi vida”. Y entonces recuerda el calor del público, las zonas donde había dos o tres filas de espectadores, el ruido que hacían… Imágenes que se lleva para siempre y que seguro que le reconfortan cuando, ya en 2026, se vuelva a centrar en el triatlón para sumar nuevos éxitos y preparar un nuevo asalto al título olímpico en Los Ángeles.

El campeón, el hombre que despuntó como maratoniano en València, dice que no volverá a correr otro maratón hasta después de los Juegos. ¿Será otra vez en València?

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