Valencia CF

La lista de urgencias de Corberán

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VALÈNCIA. El Valencia CF vuelve a vivir en octubre una delicada situación a la que ya se está acostumbrando en los últimos años. Un punto de los últimos nueve, derrotas ante Oviedo y Girona en apenas dos semanas y una clasificación que asusta: 15º con solo 8 puntos en la jornada 8. Carlos Corberán no está logrando dar con la tecla. La lista de urgencias es larga y empieza por lo más básico: recuperar una identidad que hoy no existe.

Sin identidad, no hay camino

Porque nadie sabe a qué juega este Valencia. El equipo salta al césped con la sensación de que el rival llevará la iniciativa, incapaz de mandar con balón y sobreviviendo a base de impulsos más emocionales que futbolísticos. El contraste con la pasada temporada, cuando el grupo sí transmitía una idea reconocible con el técnico de Cheste, es evidente. Sin una identidad clara, es difícil salir a ganar porque no hay ideas.

Líderes desaparecidos

A eso se suma la desaparición de sus líderes. Jugadores llamados a marcar diferencias, como Javi Guerra, no aparecen. El centrocampista, pieza clave en la reacción del curso anterior, parece perdido. Tárrega tampoco ha asumido el rol de jefe de la zaga y sus dudas pesan en defensa. Incluso Hugo Duro, pese a haber marcado tres goles, no logra aportar lo que otras temporadas sí ofrecía. Y junto a ellos, nombres como Diego López o el propio capitán, Gayà, están muy lejos de su mejor nivel. El técnico necesita recuperarlos urgentemente y que la columna vertebral del Valencia vuelva a sostener al equipo.

Corberán también debe acelerar la adaptación de los fichajes. Danjuma es, de momento, el único que responde con continuidad, mientras que Agirrezabala deja algún destello en portería. El resto, grises. Ugrinic, que llegaba con cartel de pieza clave, apenas cuenta; Ramazani no termina de asentarse; Beltrán desaprovechó su primera oportunidad; Santamaría se diluye en los partidos; Dani Raba sigue lejos de su mejor nivel; y Copete está obligado a dar un paso al frente tras la lesión de Diakhaby. Demasiadas incógnitas para un equipo que no puede esperar.

Balón parado, desconexiones y malos arranques

Pero no solo se trata de nombres propios. Hay aspectos del juego que lastran al equipo y el balón parado es uno de ellos. Tres goles encajados en cuatro partidos evidencian que el Valencia se desangra en jugadas que debería controlar. El empate del Espanyol en el 94, el gol que abrió la remontada del Oviedo en un córner o el tanto del Girona en una falta lateral son ejemplos de cómo los fallos en estos detalles terminan costando puntos.

Lo mismo ocurre con las desconexiones en los últimos minutos, como las sufridas ante Espanyol y Oviedo, que ya han regalado cinco puntos. Y, por si fuera poco, los inicios de partido son un problema grave. El Valencia siempre empieza a remolque, con la sensación de entrar tarde al duelo y reaccionar solo después del primer golpe. Un lujo que este equipo no se puede permitir. El Girona fue un ejemplo: cuando el equipo apretó, fue superior, pero el partido ya estaba cuesta arriba y terminó saliendo cruz.

La lista es larga, muy larga, y eso que apenas llevamos ocho jornadas. Corberán está a tiempo de darle la vuelta a la situación, pero apenas hay margen de error. Si el Valencia continúa con los mismos fallos, en unas semanas se verá en una situación límite que puede recordar a lo vivido la temporada pasada. Hay tiempo para cambiarlo, pero debe ser inmediato.

 

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