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Proyecto Nostre

Foto: Pepe Dus.

El Valencia necesita resolver el entuerto sobre su futuro estadio tanto como desenvolver un plan de choque para ampliar sus bases sociales. Y está justo en el momento propicio para plantearlo, ahora que por fin puede agarrarse a varias perchas de afecto, que tiene unos cuantos argumentos desde los que propagar sus promesas como club...

24/05/2018 - 

VALÈNCIA. Se habla mucho de infraestructuras, muy poco de cómo llenarlas. El Valencia necesita resolver el entuerto sobre su futuro estadio tanto como desenvolver un plan de choque para ampliar sus bases sociales. Y está justo en el momento propicio para plantearlo, ahora que por fin puede agarrarse a varias perchas de afecto, que tiene unos cuantos argumentos desde los que propagar sus promesas como club. Un club que siempre vuelve, que se repuso a plagas y cataclismos y que se levantó tras la palmatoria doble en finales de Champions con una bocanada de títulos (recuerdo para los hagiógrafos del Atlético que estos días glosaban el supremacismo del Atleti y su virtud para revivir tras perder la final de Champions… “a diferencia de otros como el Valencia”). 

Por eso, por la necesidad de camuflarse con el entorno, de ser imagen de una sociedad (de una parte de ella) y diferenciarse a partir de verdades únicas, me excitan proyectos condenados (o no) al cajón como ‘Nostre’ (https://twitter.com/dussball/status/997403992509632512), el esbozo sencillo que el diseñador Pepe Dus plantea sobre la equipación del Valencia para la 2019/2020. 

El uso de la camiseta para explicar el entorno en el que vivimos. Toda una potencia para generar conexiones, engrandecer la función del Valencia como bisagra de la realidad que le rodea. 

Al margen de gustos estéticos, el concepto de ‘Nostre’ encaja todo ello. Propone explicar con la trama sutil de una camiseta una herencia patrimonial magnífica como el mosaico Nolla, icono valenciano que ha dejado de estar por los suelos para reivindicarse. Una primera equipación encerrando la cenefa de la torre del Palauet de Nolla, una segunda sintetizando el pavimento del antiguo asilo de Juan Bautista, una tercera plasmando la fachada del Palauet. 

Insisto, más allá de la valoración estilística, es la senda para conversar con aquello que rodea al club. Hacerlo propio para hacerlo diferente. Abrirlo, compartirlo. No hay informe estadístico que lo sostenga, pero no es descabellado imaginar que el Valencia incrementó su militancia haciendo que quincenalmente una banda de música actuara en Mestalla, una operación comboi infinita. 

Qué agotamiento de tanto decirlo: frente al imperio de las entidades alfa, inalcanzables en la competencia por los jugadores rutilantes, hay otro segmento en disputa que es del que participan los clubes cargados de personalidad. ¿En cuál jugamos?

Quien pueda confundir todo aquello con caer en el mal gusto o el feísmo es que ignora la potencia creativa de primer orden que aguarda en la ciudad y sus alrededores. Un club enseña de una urbe con una tasa disparatada de premios nacionales en diseño ha desaprovechado ese saber hacer. 

El plan de choque se levanta a partir de un sinfín de pequeñas acciones y relaciones. 

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