ALICANTE. No pocos se temieron lo peor el domingo, cuando el Lleida Esportiu logró empatar en el minuto 51. El tanto del sobrino del exblanquiazul Santi Bakero provocó que el Hércules pasase de verse en Primera Federación a tener que enfrentarse al papelón de disputar el 'play-off' (tras haber celebrado mentalmente el ascenso), toda vez que en ese momento el Europa ya conseguía una holgada victoria sobre el Espanyol B en el Nou Sardenya.
Tras empatar, el Lleida de Ángel Viadero apretó y rozó en dos ocasiones el segundo gol antes de que Coscia hiciera el 2-1, un resultado que terminaría siendo el definitivo, pero más de 20 minutos después con lo que eso supone: en cada balón que colgaba el Lleida, a no pocos de los 27.832 espectadores que seguían el encuentro desde las gradas se le venía a la cabeza lo sucedido dos años antes con el Adarve o hace tres con el Llagostera; los petardazos con la Ponferradina y el Cádiz; e incluso el atraco a mano armada sufrido en el Nuevo Mirandilla en 2015.
Afortunadamente, los fantasmas asustaron, pero esta vez fueron los espantados... aunque para ello hubiera que esperar al minuto 95 y a que el árbitro linense José Antonio Palomares Gutiérrez señalase el final del choque.
El equipo blanquiazul competirá en la 2024/25 en Primera Federación, esa categoría de nuevo cuño parida en 2021 por Luis Rubiales que nada tiene que ver con la Segunda Federación e incluso la extinta Segunda B, pero también con LaLiga Hypermotion. Eso sí, la próxima temporada el Hércules volverá a tener la oportunidad de regresar a esta, de volver al fútbol profesional 14 años después. La etapa más oscura del club blanquiazul en sus casi 102 años de vida ya está más cerca de ser historia. Punto de inflexión.