VALÈNCIA. Tardó en hacerlo pero Quico de repente tomó la decisión inteligente. La decisión correcta. La coherente. La que anhelaba el levantinismo para hacer pie en el fondo y tomar impulso hacia arriba. La decisión que debe ser catarsis, que ha rescatado la ilusión y el compromiso de miles y miles de levantinos ansiosos porque les permitieran contribuir a obrar un milagro, porque el club dispusiera las coordenadas pertinentes para reconstruir, con plenitud y convicción, los puentes entre la grada, el palco y la hierba. Las cosas saldrán o no, pero cuando el abismo te rodea por doquier y hay una vía de escapatoria, por remota que parezca, hay que aferrarse a la vida. Quico al fin tomó esa decisión.
Quizá Osasuna enturbie las cosas porque sea superior o porque tenga más fortuna. Podría pasar. Esto es fútbol. Los navarros sólo han perdido a domicilio en el Pizjuán y el Metropolitano, pero la botella se puede ver medio llena: las dos derrotas fueron en las últimas visitas, y llevan seis partidos sin ganar. Aunque es el partido del año y hay que ganar sí o sí, la remota (en mi opinión) posibilidad de un triunfo rojillo (o incluso un empate) no debería cambiar las cosas. Porque el rumbo ahora es correcto.
La dirección deportiva está fuera, Pereira está fuera y Quico, además, ha sido capaz de reconocer los tres errores que marcan nuestro presente: el retorno de Manolo Salvador, la precipitada destitución de López y la contratación de Pereira. Quico encaja errores y ello abre un periodo ilusionante porque permite profesionalizar el área deportiva (y retomar el camino de sensatez iniciado por Tito). Y además el sueño de Alessio Lisci está vivo. Y con él el de todos los levantinos. El entrenador más joven de Primera está en la agenda de algunos clubes punteros de Europa y es un tipo con carisma, potencial y conocimiento del vestuario y de la casa, que es justo lo que necesita el Llevant para salir del actual atolladero. Esperemos que nadie tenga la tentación de volver a jugar al Fantasy. La apuesta de Lisci no es de riesgo. Es, de hecho, la apuesta de menos riesgo.
Y sin embargo, si Alessio salva al Llevant será un milagro, como lo fue lo de Paco López en 2018. La aportación del míster canterano (que lleva casi una década en Orriols) al equipo es la posibilidad de un milagro. Dicen que ningún equipo con un inicio de temporada semejante al del Llevant se salvó jamás del descenso a Segunda. Si el romano salva al equipo (y por tanto al club de una crisis enorme) se convertirá en lo que muchos llevan años pensando (y entre ellos Quico): el entrenador del primer equipo. Si no lo consigue habrá que arromangarse y reconstruir equipo y entidad alrededor de Lisci y la mejor cantera levantina desde los tiempos de Los Invencibles.
La resurrección está en marcha. En realidad está en las manos de todos los que queremos llevar en volandas a Alessio y dar una nueva oportunidad a este equipo.
••• Manolo Salvador fue esencial en el ascenso de 2010. Y sus fichajes (y las plusvalías que generaron) dotaron al club de la estabilidad financiera que permitió su crecimiento. Segundas partes nunca fueron buenas, dicen, pero no deberíamos olvidar que si estamos donde estamos es en gran parte gracias a él. Le deseamos, como a Pereira, Navarro y Fajardo, lo mejor para el futuro