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Hierro, lienzos, miradas y mucho más, el IVAM cumple 35 años

  • FOTO: MIGUEL LORENZO- IVAM

VALÈNCIA. Jean Dubuffet, Eduardo Arroyo, George Grosz, Francis Picabia, Josep Renau, Esther Ferrer, Estampa Popular, Zanele Muholi, Teresa Lanceta, Agustí Centelles, Miguel Calatayud, Mona Hatoum, Equipo Crónica… Un ojo poco avispado podría creer que artistas de orígenes, motivaciones, técnicas y enfoques tan distintos no tienen nada más en común que haber habitado la Tierra. Pero tal ojo estaría en un error, pues todos estos nombres propios convergen en el caleidoscopio creativo que es el Institut Valencià d’Art Modern. Ahora que alcanza los treinta y cinco años de vida, el imaginario del centro se nutre de una colección de más de quince mil piezas, pero también de un programa expositivo que defiende la potencia transformadora del arte y la capacidad revolucionaria de la mirada. 

La del IVAM es una fábula sobre la creación contemporánea que no puede entenderse sin unas cuantas coordenadas fundamentales. Las cosas podrían haber ocurrido de muchas otras maneras, pero ocurrieron así.

Asomarse al origen de esta institución implica un juego de saltos en el tiempo. Vamos allá. 1986, el IVAM como proyecto empieza a enseñar las orejas en el horizonte con Tomás Llorens al frente. Pasamos un par de calendarios y nos plantamos en 1989. Carmen Alborch inaugura el Centro Julio González y cuenta con Vicent Todolí como director artístico. Damas y caballeros, ha nacido un museo. Y no uno cualquiera, sino un centro pionero y de referencia a nivel estatal. Tras las grisuras del franquismo, el territorio valenciano ansía un despertar cultural propio. Y aquí llegan puntuales dos figuras destinadas a configurar el marchamo del IVAM: los artistas Julio González (1876-1942)  e Ignacio Pinazo (1849-1916). Las obras de ambos (donadas o adquiridas) se erigen en cogollo fundacional del museo y marcarán buena parte de su personalidad y sus líneas programáticas. 

«Es fundamental entender la importancia del IVAM en la València de los ochenta y con un incipiente estado de las autonomías. Es el modelo de museo autonómico por antonomasia dentro del estado español: por primera vez no era un museo nacional. Sentó un precedente», recuerda Álvaro de los Ángeles, crítico de arte, comisario y editor en La Documental. Eso sí, admite que los años noventa del IVAM «se idealizaron. Era una época sin internet, en la que no se viajaba tanto; todo lo nuevo que llegaba se recibía con muchísima emoción». 

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