Cultura

cuando no había streaming 

Los Simpson: Humor amarillo

VALÈNCIA. Podría parecer que poco más se puede decir sobre Los Simpson, después de treinta y tres años en antena y 760 episodios emitidos, cuando ya hace mucho que se convirtieron en una referencia global. Pero es por ese mismo motivo que ignorar aquí esta serie sería un error. Los Simpson es un universo que siempre ofrece diversos niveles de lectura e interpretación. A sus creadores y sus personajes hemos de agradecerles que la frontera que separa la alta de la baja cultura haya quedado un poco más difusa, un hecho que más de un intelectual de alto octanaje ha tenido que asimilar con calma. ¿Puede una serie de animación, un simple programa de entretenimiento, ser contemplada como un fenómeno cultural que va más allá de la diversión? En 2003, a punto de estrenarse el capítulo 300, The Guardian publicó un artículo que, entre otras muchas cosas, daba cinco motivos para ver Los Simpson en diferentes etapas de la vida: en la infancia, por lo atractivo que resulta su colorido; en la adolescencia, por la rebeldía contra la autoridad que aparece en sus historias; en la juventud, por el humor de sus chistes y sus muchas referencias al cine, la música y la cultura; en la madurez, por las múltiples lecturas que ofrece sobre la vida, y en la vejez, para poder disfrutar, una vez más, de su colorido.

Sobre Los Simpson se ha dicho a menudo que está protagonizada por una familia disfuncional de clase media americana. No son una familia disfuncional. Ni Homer ni Marge ni Bart ni Lisa, ni siquiera la pequeña Maggie, son nada de eso. Lo que son es políticamente incorrectos. Prueba de ello es que el presidente George Bush padre —que acabó saliendo en un capítulo— dijo en 1992 que su administración buscaba reforzar los valores de la familia americana para que estas se parecieran más a Los Walton (clan televisivo que preparó el camino para La casa de la Pradera) y menos a Los Simpson. Pero esta familia de seres animados va mucho más allá de la ética (y sin embargo, se puede aprender filosofía con ellos, como demostró el libro Los Simpson y la filosofía). La Universidad de Napier los usa para enseñar las principales señas de identidad del posmodernismo. Cosas que, en definitiva, harían que Homer soltara una de sus típicas frases chirriantes. Como en el capítulo en el que Lisa le presentó a Stephen Hawking y él le dijo después: «Espero que te hayas divertido con tu amigo el robot».

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