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¿Son compatibles los éxitos deportivos con el Buen funcionamiento Psicológico General de la Persona-Deportista?

11/08/2021 - 

VALÈNCIA. En estos días, se habla mucho de la Salud Mental de los Deportistas de Élite. Simone Biles, esa gimnasta que debía de ganar no sé cuantos oros que se retiró en plena competición por equipos, en unos ¡Juegos Olímpicos!  diciendo que su salud mental no le permitía competir. Naomi Osaka, hace un par de meses, siendo la tenista número 2 del Mundo, se negó a participar en una rueda de prensa posterior a un partido en Roland Garros porque parece que no podía afrontar las preguntas de los periodistas, lo que le supuso su expulsión de la competición. El propio Djokovich, tenista número 1 del Mundo, tras perder en semifinales de Tokio 2020 en dobles mixtos e individual, presentó un comportamiento al menos inadecuado en el partido por la medalla de bronce masculino (que perdió contra Carreño) y se negó a jugar el propio del dobles mixto con su país porque dijo estar saturado a nivel físico y mental. Y más.

Los deportistas de gran nivel son personas que hacen algo muy bien, que es practicar su deporte. Pero son personas, al fin y al cabo. Con su forma de ser, sus intereses, sus particularidades, sus filias y sus fobias como diría aquél…

En busca del rendimiento mental óptimo de los deportistas

Una persona que practica deporte, si quiere rendir a su mejor nivel, tiene que saber manejar ciertos aspectos deportivos relacionados con su físico, técnico-tácticos… que le exige la propia competición, y hacerlo también durante todo ese camino que se necesita transcurrir para llegar a ser de los mejores. Es decir, tiene que crear esas condiciones para que su funcionamiento sea óptimo en todo ese proceso, dentro de todo lo que es esa persona que también es deportista, que sobre todo es deportista. Y ahí, los aspectos psicológicos, los mentales (que son lo mismo), tienen un papel muy relevante, porque la Psicología es la ciencia que estudia el comportamiento humano en todos sus ámbitos.

Entre estos aspectos mentales están, por ejemplo, la autoconfianza o la creencia realista de que uno, haciendo lo que sabe hacer, puede conseguir lo que se plantea; o la motivación, que es la fuerza o interés por conseguir algo; o el control del estrés, entendido como la movilización de recursos psicológicos y fisiológicos ante una situación que se percibe como amenazante; o la atención que es la selección de estímulos más  o menos relevantes; o la cohesión de equipo… es decir, variables o aspectos psicológicos que inciden directamente en la competición. Para hacer un buen trabajo psicológico, es necesario buscar la manera de que deportistas (y también técnicos, dirigentes, árbitros, padres y madres…) manejen adecuadamente estas variables y así utilicen bien recursos que les haga estar cerca de su cien por cien (psicológico) sobre todo en plena competición.

Pero no sólo eso. El o la deportista es persona que, fuera de su entorno deportivo, tiene su vida, su forma de ser, su entorno familiar, intereses, historia personal… otras mil cosas que inciden directamente en todo lo que hace esa persona, también y sobre todo en su actividad deportiva. Es decir, el o la deportista funciona como deportista (a nivel psicológico o mental) gracias a cómo maneja adecuadamente las variables psicológicas que inciden directamente en su deporte (cuando entrena, compite, momentos previos…) y cómo está esa persona como persona, que es única y peculiar en sí misma.

De hecho, actualmente y cada vez más, en Psicología del Deporte se trabaja en estos dos grandes aspectos: el manejo de variables psicológicas relacionadas con el juego; y el crear las condiciones para que esa persona deportista esté bien como persona.

Por cierto, y haciendo un necesario paréntesis: un o una deportista es un todo en sí misma; no tiene parte técnica, o táctica, o física o psicológica, aunque algunos seamos expertos en alguna de esas “patas” de una misma mesa. Realmente, en la práctica, un buen trabajo psicológico se hace a través de un equipo multidisciplinar donde hay, al menos, un/a Psicólogo Experto en Psicología del Deporte, y otros profesionales aportando cada uno su parte, pero trabajando todos para lo mismo, que es ese o esa deportista (o equipo…).

Necesidad de un trabajo psicológico fundamentado y de calidad

Sobre eso, el trabajo psicológico no se puede hacer de cualquier manera. Esta afirmación es absolutamente necesaria por las tremendas repercusiones negativas (también positivas, si se hace bien) que puede tener sobre esa persona deportista. De hecho, hace unos días salió a la luz la denuncia de una jugadora profesional de baloncesto, Marta Xargay hacia su ex entrenador y seleccionador nacional por los supuestos malos tratos recibidos por parte de éste que le provocaron entre otras cuestiones serios trastornos de alimentación y dejarse el baloncesto en la cúspide de su carrera a los 30 años por falta de ilusión; independientemente de las posibles al menos dos versiones de la historia y detalles que no conocemos, casos como éste nos recuerdan la importancia de hacer bien ese trabajo psicológico desde el rol de entrenador (que debe aplicar bien la psicología para ser mejor entrenador) para beneficiar a los deportistas en su globalidad.

Porque no es lo mismo buscar la manera de que los pensamientos de los deportistas sean realistas, ajustados a las demandas de cada situación y potenciadores de la acción (que hacen que los deportistas rindan a su mejor nivel), que lanzar mensajes como de “tú seguro que puedes” o “si no ganas hoy…” u otros llenos de varias amenazas: en el primer caso ayudamos al deportista a que rinda a su mejor nivel y a la persona que se sienta bien consigo misma, y en el segundo no, pudiendo provocar desconfianza, malestar y sensación de fracaso, por ejemplo. Tampoco es lo mismo facilitar al deportista estrategias que le ayuden a estar metido en la competición, ajustándola a lo que ya hacía antes y buscando conjuntamente con el deportista aquello que mejor le funciona; que leerse un libro e intentar aplicar cuatro técnicas (o “recetas”) con la suposición de que si las incorpora sin más funcionará bien mentalmente. Ni tampoco seguir la experiencia tal cual de no sé qué deportista porque a él o ella le funcionó; y con eso le debería funcionar a todos los que siguen sus pasos, sin tener en cuenta las individualidades de cada uno. Ni preparar mensajes individualizados, trabajados con el deportista después de entender su particularidad y asociarlas a diferentes situaciones y momentos, “metiendo el dedo en la llaga”; que consejos rápidos y fáciles de exponer que aparentemente son geniales pero a saber el efecto que pueden tener sobre cada persona, cada deportista. Es decir, no es lo mismo aplicar la Psicología con fundamento y ajustada a cada persona, desde el conocimiento y la buena praxis, a hacer otra cosa que quizás pueda parecer que es genial, pero puede ser realmente muy peligrosa.

El trabajo psicológico es un tema demasiado serio para tomárselo a la ligera: hay que hacerlo bien, con un criterio y fundamento adecuado, porque si no pasa lo que pasa. Demasiados ejemplos estamos viendo ya.

Progresiva incorporación de la Psicología en el día a día deportivo

Afortunadamente, muchos entrenadores incorporan la Psicología para hacer mejor su trabajo, entendiendo sus límites y actuando con criterio. Afortunadamente, cada vez más hay deportistas que confían en buenos psicólogos y psicólogas del deporte que buscan la manera de sacar lo mejor de esa persona deportista para que rinda a su mejor nivel; y además tenga una gran experiencia personal a través de un buen manejo del entorno: una cosa no está reñida con la otra, pero claro, hay que saber hacerlo bien, con buen criterio y fundamento psicológico, no de cualquier manera.

Les puedo decir que conseguir que un deportista alcance su nivel óptimo psicológico sobre todo en los momentos más exigentes de la competición, es un trabajo duro (y también apasionante), como también lo es supongo que alcance su madurez técnico-táctica, rendimiento físico… El buen trabajo psicológico, pleno, óptimo, se lleva a cabo en colaboración con varios profesionales donde está el psicólogo del deporte, y optimizando cada estrategia, momento, intervención, entorno… para que ese deportista esté bien como persona y, a su vez dé su máximo en competición manejando todos los aspectos posibles. Y ambos aspectos están relacionados.

Hace poco me recordaba esta cuestión un deportista… “es que un mal psicólogo puede hacer mucho daño”…pues imagínense que ni sea psicólogo, ni sepa realmente lo que hace, y sí juegue a serlo sin conocimiento ni fundamentos necesarios. Ahora bien, como también me recalcó ese deportista… “un buen psicólogo ayuda mucho”. Yo diría que una buena aplicación de la Psicología, ayuda mucho, que es la ciencia que estudia el comportamiento humano y da fundamento a todo lo que hacemos las personas… Pero claro, hay que hacerlo bien.

¿El éxito deportivo es compatible con el Bienestar Psicológico y la Salud Mental?

Una persona-deportista funciona bien si ambas partes (la persona y la deportista) están bien. Y no sólo eso, si logramos coordinar esa parte personal con su vida deportiva, conseguiremos que pueda dar su máximo nivel cuando esté compitiendo y entrenando. Obviamente, si un deportista quiere dar su máximo, tiene que entrenar cuando y donde toca, tiene que comer y descansar bien… y todo eso que es necesario para el alto rendimiento. Eso hay que hacerlo y también cuidar a la persona que practica deporte, generándole ilusión, controlando las distracciones, ayudándole a que maneje mejor todas las situaciones… Si se hace bien, esta combinación de ambas cuestiones es genial para que esa persona-deportista dé su mejor versión en el momento más trascendental. Se trata de buscar esas condiciones óptimas, manejando todo lo que podamos, en pro del beneficio a todos los niveles de esa persona-deportista, pensando en su rendimiento deportivo y cuidando a la persona.

Ya lo dijo la atleta gallega Ana Peleteiro justo después de ganar el bronce olímpico en Triple Salto: “Tengo un equipo maravilloso y gracias a ese equipo estoy aquí. Podría decir que es gracias a mi esfuerzo, a todas las horas dedicadas, pero ya te puedes esforzar mucho que si no estás en el sitio correcto, en el momento correcto, con las personas correctas, no funciona”. Es decir, buscando la manera de que esa deportista entrene bien y lo que toca, y esté bien como persona.

Éste es un tema importante. Cada vez más hay casos de deportistas que lo pasan bastante mal por no cuidar realmente a la persona. Y, además, sabemos que podemos trabajar ambos aspectos, el puramente deportivo y la individualidad personal, y que eso, bien estructurado, favorece el alto rendimiento deportivo. ¿Por qué no hacerlo BIEN?

David Peris Delcampo    

Psicólogo Experto en Psicología del Deporte

Entrenador Nacional de Fútbol y también de Fútbol Sala

Profesor de la Universitat de València

Presidente de la Associació de Psicologia de l’Esport de la Comunitat Valenciana (APECVA)

Vicepresidente de la Federación Española de Psicología del Deporte

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