La soberbia y la temeridad de ese personaje altanero y chulesco que gobierna los destinos de nuestro fútbol se cargó un derbi que, disputado en condiciones ambientales óptimas, habría dado bastante más de sí...
VALÈNCIA. La soberbia y la temeridad de ese personaje altanero y chulesco que gobierna los destinos de nuestro fútbol se cargó un derbi que, disputado en condiciones ambientales óptimas, habría dado bastante más de sí. En algunas fases del partido unos y otros refrenaron su ímpetu o se agazaparon atrás ante el sofoco ambiental, para recuperar el ritmo cardíaco. El partido empezó con 28,5º y acabó con 31º, a pleno sol. Si rayó la heroicidad estar sentado en las gradas descubiertas, imaginen allá abajo, con el ritmo que se espera de un derbi de élite. De hecho fueron muchos los niños y las personas mayores que optaron por prestar sus pases, prudentes, ante la previsible caldera en que se convirtió un estadio lleno hasta la bandera.
La gorra, el abanico y el agua gratis –caliente y agotada en el descanso– de Tebas, como los comunicados de La Liga y el Llevant, tratando de justificar lo injustificable y tomando medidas preventivas, fueron la constatación de que existían riesgos más que razonables y de que este partido jamás se debió disputar en este horario. Es más: el mundo del fútbol ninguneó a la Conselleria de Sanitat poniendo, por tanto, en riesgo la salud pública de 25.000 valencianos. Obligar a jugar no fue solo osado e imprudente; también una cierta estafa: socios y espectadores pagan por asistir a un evento en óptimas condiciones y la canícula no fue imprevista. Tebas priorizó los intereses económicos de la retransmisión a cualquier otra circunstancia.
Así las cosas, el esfuerzo de los 28 futbolistas por ofrecer un derbi digno fue titánico. El calor lo condicionó todo y convirtió el encuentro en un combate a los puntos donde cada arreón del rival era un asalto del que salir vivo. López y Marcelino, plenamente conscientes de ello, intentaron dosificar el esfuerzo de sus chicos desde el minuto uno. Pese a ello el derbi dejó al descubierto algunos detalles esenciales para los levantinos: Roger también sabe marcar goles en Primera y en las grandes ocasiones, pese a los insaciables detractores de cualquier tipo de la casa. Prcic, Campaña y Bardhi, sin una tonelada de sol en el cogote, pueden y saben hacer bailar al equipo al ritmo que deseen. Morales se marcó otro eslalon decisivo para su colección, el que abrió el partido y provocó el 1-0. Esto en el haber.
También hay otras cuentas pendientes, en el debe, que urge corregir y que son reincidencias: Oier estuvo blando y timorato en las salidas; Coke y Toño muestran buenas prestaciones en ataque, pero en defensa, sin coberturas de los extremos, sus bandas de vienen pasillos francos para el rival; el centro de la zaga sufre horrores con los balones aéreos. Y por último, en el área rival, los blaugrana se muestran estériles a balón parado. Todo ello con un atenuante, obvio: el de enfrente estuvo el viernes en el bombo de la fase de grupos de la Champions.
Aparte del bochorno ambiental y del calor humano, hombro con hombro, en la grada, hubo alternativas e instantes Matchpoint (Woody Allen, 2005) que pudieron cambiar el signo del partido:con 1-1 Rodrigo a bocajarro cabeceó un palmo fuera (19'); poco después (27') Morales estrelló en la cruceta un lanzamiento diseñado por Takahashi, el historietista de Oliver y Benji. Al fin fue Roger quien pinchó un balón telegrafiado por Bardhi y lo empujó a la red con la uña, por el único rincón por el que Neto jamás podía llegar (32'). Entonces el Llevant tuvo la puntilla en las botas de Bardhi, con un zapatazo de libre directo que Neto planeó para desviar a córner (44') y sobre todo en las de Boateng, que se plantó sólo ante el meta blanquet (46') y, escorado, no supo muy bien qué hacer con la pelota, después de retratar a Diakhaby. Se pasó del 3-1 al inocentón y riguroso penalti de Toño (50') que Parejo convirtió en el empate y que llevó el duelo a un reparto alocado de golpes en el que el Valencia fue superior. Gameiro lanzó dos balones a la madera y se le anuló el 2-3 a Mina, por fuera de juego. El Llevant lanzó algún latigazo, pero ya no volvió a tener ninguna tan clara como el misil de Roger (66') que tropezó con el torso de Paulista, en su camino a la red. A partir del 70', con la justa expulsión de Coke, el punto ya era un botín para la escuadra granota y el final del partido, un anhelo.
Y en realidad todos dieron, en definitiva, el empate por bueno y agradecieron el pitido final, pese a las declaraciones de Marcelino. Todos necesitaban escapar del sol. Y todos maldecían a Tebas: la afición, clamando al cielo, mientras buscaba con ansia la sombra de los vomitorios; futbolistas y técnicos en la intimidad de las duchas, donde hasta el agua fría salía caldosa; directivos y políticos en L'Alqueria, donde el aire acondicionado echaba humo y los cubitos de hielo se deshacían en la copa balón como en un chiringuito de playa, haciendo aguas en el whisqui, la tónica y el bíter sin. Tebas, allá donde estuvieran sus huesos, brindaba eufórico porque todo acabó sin ninguna escena en que la Cruz Roja debía intervenir para atender una lipotimia.
Los granota, de 0 a 10.
Oier(4); Coke(4), Chema (5), Postigo (4), Toño (4); Bardhi (7), Campaña (7), Prcic(7); Morales (7), Boateng (5) y Roger (8).
45' Pier (6) por Postigo
64' Jason (4) por Prcic
68' Dwamena (6) por Boateng
Paco López (7).
Goles:
1-0 12' Roger
1-1 15' Cheryshev
2-1 32' Roger
2-2 51' Parejo