VALÈNCIA. "No permito que nadie sea ni un gramo de pesimismo. Se puede mejorar, seguro, pero lo vamos a hacer. Que la gente siga ilusionada", dijo Julián Calero tras el empate a cero frente al Real Oviedo, en Orriols, este pasado domingo. "Se suma un punto y seguimos haciendo cosas bien", añadió el técnico del Levante, que sigue manteniendo el optimismo en su vestuario a pesar de unas tablas que sacaron a relucir la cara más 'inoperante' del equipo en ataque. Y es que en el Ciutat reinó la 'ley Calleja', que durmió el partido, esperó su momento y secó el cerebro de un Levante que se descubrió mucho menos reluciente, menos fresco, que en otras ocasiones.
El recuerdo reciente del choque ante el Almería en el mismo escenario, una cita con tintes completamente opuestos a lo que vivido esta última jornada, dejó a la parroquia blaugrana con un sabor de boca extraño. El punto no es malo, el equipo sigue avanzando y, además, se mantiene con solo una derrota en su casillero. Una caída, para más inri, que no mereció en Zaragoza. No obstante, el grupo quedó con una sensación de cierta impotencia por haberse visto hastiado y cayendo en la trampa del rival, que quiso jugar a la siesta y esperar, oportunista, su momento. Los de Javi Calleja, de hecho, también pudieron vencer.
Sea como fuere, Calero continúa avivando la confianza del vestuario. El empate le aleja solo dos puntos del liderato a unas alturas de Liga en que el cuerpo técnico descarta mirar la clasificación más de la cuenta. El liderato de pasadas semanas refuerza, sí, pero no obsesiona al preparador de Parla. "Hay que saber ser sensato", dijo antes de admitir que su movimiento de piezas desde el banquillo, demorando la entrada de Carlos Espí a pesar de que el equipo había perdido fuelle en la ofensiva y de que Morales se había diluido por completo, también se debió a aquello de "si no puedo ganar, mejor no perder".
Lo que preocupa más es la baja de Pampín. No tanto la de Algobia, a quien se espera al 100% para el viaje a Castellón, si no antes, frente al Racing. El caso es que la ausencia durante el próximo mes del lateral zurdo obliga a Calero a tirar de alternativas: es Marcos Navarro, no hay otra. Al entrenador le sorprendió que el canterano aguantase toda la cita ante el Oviedo porque llevaba sin jugar un solo minuto desde el pasado 24 de agosto, es decir, desde que Pampín tuvo disponible su ficha en La Liga.
Navarro es la única opción en una plantilla que encuentra su talón de Aquiles, al menos en cuanto a cantidad, en la línea trasera. Si el '29' acumulaba seis encuentros sin jugar, ahora habrá de dar el do de pecho, al menos, en los siguientes cinco, si es que Pampín puede alcanzar la visita a Tenerife del 10 de noviembre. Calero tiene opciones para arropar el carril en caso de que Marcos Navarro tuviera algún problema físico o demandara refresco en el próximo mes, pero son muy reducidas. La reconversión de Cabello en el costado -es una posición que el de Telde ya ha probado en categorías inferiores- sería la opción más sencilla. Es el próximo dolor de cabeza del técnico madrileño.