VALÈNCIA. "Mi puesto está cuestionado desde mi fichaje". Es la contundente frase de Mehdi Nafti que resumió su comparecencia postpartido, después de que su equipo se diluyera como un azucarillo en Andorra. La situación es preocupante y, si bien lo que hacía falta era un incendio para que el técnico saliese ardiendo del Principado, lo cierto es que la derrota quema. Por cómo se dio y por cómo el Levante desaprovechó un buen inicio con un titubeo constante en la segunda mitad. Como si el equipo se hubiese dejado el gas encendido y hubiese cerrado la puerta: la explosión se veía venir. Y precisamente el siniestro total de Andorra ha de preocupar. Y mucho. La confianza en el franco-tunecino, si no intacta por la evidente mala racha, al menos no llegaba desgastada al encuentro. Pero el fuego arrasa con todo y la derrota de este sábado ya es una primera chispa.
Tanto es así que, aunque de manera tímida, se escucharon cánticos contra el entrenador en boca de los granotas desplazados al norte. Y también se entonó un 'Quico, vete ya' arrancado y repetido la pasada temporada. Existieron los reclamos del respetable, aunque no se trate de un Ciutat de València furioso que, en cualquier caso, tendrá la oportunidad de hacerse oír la próxima semana. Lo escuchado en el Estadi Nacional es solo una prueba de que ya han saltado las alarmas y están localizados los extintores. Primero, en cualquier caso y salvo sorpresa, de momento tendrá que salir Nafti con cubos de agua. "Ahora toca tragar", dijo el técnico, que salió entre lágrimas del estadio según se aprecia en un vídeo difundido por un twittero. Por ahora, el llanto no se debe a cese alguno, pero amanece una semana dura en Buñol.
Nafti llorando al salir del estadio del Andorra... Se confirma la destitución? @SinTreguaRadio @CarlosAyats pic.twitter.com/mdbqsu1BJB
— Monbelig (@monbelig) October 1, 2022
El míster tiene trabajo por delante para curar las quemaduras y recomponer la moral de los suyos. La sensación de que el grupo no funciona fue aplastante porque el Levante se cayó con estrépito en Andorra. Tropezó, noqueado, y quedó en el suelo como si esperase una nueva patada en el estómago. Había arrancado la batalla golpeando, entero y orgulloso. Haciendo valer su condición de 'gallito'... pero sin dominar. Este Levante nunca domina aunque, a veces, gane a los puntos. Así es como se marchó el elenco de Nafti a la caseta, de hecho: concediendo una ocasión importante al rival y sin sostener a los de Sarabia, pero con el sabor dulce de generar problemas en área contraria.
Cuando los blaugrana cruzaban la divisoria, sonaban las campanas. Velocidad, desborde, De Frutos como puntal, Brugui desatado, Saracchi en proyecto de sobresaliente, Montiel al volante. Sin embargo, los problemas de tracción trasera convirtieron al avión en un tractor averiado. Bakis avisó dos veces antes de que, a la tercera, Germán empatara. El turco ya se encargó, cuatro minutos después, de hundir la flota. Y así es como quedó el Levante: hundido. Herido y en tromba al ataque antes de recibir un anecdótico golpe final. No fue más que un tronco más a una hoguera cada vez más caliente.