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Efecto rostro desconocido (y ausente)

Por no quedar, no queda ni quien salga tras un partido ante los micrófonos a poner paños calientes, ni a clamar contra el infortunio siquiera. Todo empieza y acaba en Nuno, que ya va a lo bonzo por las salas de prensa...

30/09/2015 - 

VALENCIA. Últimamente ocurre algo curioso en los asuntos del Valencia. Tiene que ver con Kim Koh, que cada cierto tiempo, se pasa media hora mirando a las musarañas mientras un joven fornido sentado a su lado lanza tópicos para adornar su llegada a Mestalla. Las únicas palabras que se le escuchan al ¿consejero delegado? en esos menesteres se reducen a un lacónico "Welcome fulanitodetal".

Parece estar prohibido dar cualquier tipo de explicación, y sin parecerlo, está pedírsela sobre el fichaje de turno; y no digamos ya que alguien explique si el muchacho le da con la derecha o con la izquierda, o si además de jugar en determinada posición, lo puede hacer en otra cualquiera.

Es una anécdota, pero un síntoma de cómo está el asunto a nivel de proximidad. El Valencia de Peter Lim ha quedado reducido a las ruedas de prensa de Espirito Santo y a una bienvenida de 34 segundos. Ni en los momentos más delicados se ha visto al club en el ámbito público arropando a su entrenador. ¿Hola, hay alguien ahí? Por no quedar, no queda ni quien salga tras un partido ante los micrófonos a poner paños calientes, ni a clamar contra el infortunio siquiera. Todo empieza y acaba en Nuno, que ya va a lo bonzo por las salas de prensa.

Hoy descubrimos que Peter Lim puede hablar, y que también lo puede hacer con la prensa - aunque sea de su país -, para defenderse de un espantajo como Zorío. Lo que no sabrá el señor Lim es que si hubiera adquirido el hábito hace tiempo, hoy, no tendría que ser él el que desmontara las absurdas teorías de un tipo que confesó ante un juez haber pagado por informes falsos.

El silencio en el que está sumido el club ha permitido que campeen a sus anchas teorías de lo más funestas y ridículas. Dejando que las mismas vayan calando en el imaginario de un colectivo que empezó a sospechar de todo este verano, cuando el hombre en el que confiaban, hasta el punto de tirarse por un puente si se lo hubiera pedido (es un decir, no se me alteren), marchó sin encontrarle sustituto.

Por eso nadie cuestionaba una operación tan enrevesada como la de Pabón, ejecutada por Doyen, o de un pufo como el de Vinicius, que todavía estamos pagando, y ahora están dispuestos a creer que tras la contratación de Danilo se esconde algún tipo de práctica mafiosa.

Tal vez, estas cosas se hubieran evitado con  algo de transparencia y unas pocas explicaciones. Las mínimas, las que se han dado toda la vida. Nada extraordinario.

Porque esto iba de confianza en un tipo de casa, no de un ataque de cosmopolitismo. Y la perdieron, tras verse despojados de un rostro conocido, cercano, al tiempo que los mandamases elegían un club aislado del mundo en lugar de entender que por ser extranjeros van a levantar sospechas por instinto; que no vale esconderse tras tres líneas en un comunicado oficial y sí hacer pedagogía todos los días. Le concedieron vía libre al veneno.

La operación Alesanco invitaba a deducir que están dispuestos a reestructurar la entidad. Pero se está tardando demasiado en tomar decisiones en otros ámbitos como para creer que esa deducción se transformará en algo real. Al menos, de forma inmediata.

Entiendo que no debe ser fácil; la venta ha dejado tantas secuelas y divisiones que los pocos candidatos útiles están marcados en la oposición por su desprecio público, y privado, a Meriton; o escondidos tras una postura cómoda, poco dispuestos a ser vapuleados y vejados por sistema sólo por negarse a filtrar información a algún micrófono interesado.

Aunque dudo que la mejor alternativa hasta dar con los perfiles idóneos sea la adoptada hasta el momento. En el fútbol importan las apariencias, y el Valencia necesita un rostro, una voz, evidenciar que en esas oficinas hay alguien haciendo algo. Hay que bajar al barro, señores. No se puede continuar de espaldas a la calle, porque así es como asuntos nimios a los que nunca se les ha prestado atención hoy se alzan en capitales. Y no para bien.

El siguiente paso que debe emprender Lim, más allá de ir con todo contra cualquier insinuación lesiva hacia su persona o proyecto, es dotar al Valencia de una estructura financiera y deportiva propia, una organización nutrida y valiosa. No sólo por decencia, ni por prestigio, ni porque tenerla fuera uno de los elementos que le daba sentido a una venta, sino además, por eficiencia y necesidad. Por higiene.

Tampoco deben entenderse la mayoría de las críticas - porque no todas son interesadas - como ataques, sino como un modo de ayuda. Seguir en este plan acabará minando la credibilidad y la confianza en Meriton, y llegará un punto en el que se deje de señalar al entrenador para empezar a mirar al palco.

Si me permiten que insista, en estos tiempos hay mucha gente con dudas o temores y nadie que se las disipe. Más bien, hay muchos tentándoles (danzando sin oposición) para que crucen al lado oscuro. Si no comunican pronto, perderán todo lo que tenían. Y entonces, no habrá vuelta atrás.

En el fondo, lo que está sucediendo hasta la fecha tampoco es nada extraño. Estos mismos errores los cometieron otros dueños llegados al fútbol procedentes de la lista forbes o de oriente. Ocurrió en Manchester, en París y en Roma. Incluso al propio Salvo, a otra escala. Pero aquellos supieron rectificar en su segundo año. Está por ver si Lim es capaz de detectar dichas fallas y corregir antes de que sea demasiado tarde. El Valencia no puede seguir siendo ni un club ausente, ni un club mudo, ni un club sin rostro; y mucho menos un club sin proyecto deportivo.

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