Hoy es 13 de octubre
VALÈNCIA. Mientras el alcalde de la ciudad clama en el desierto y desde la oficialidad se difunde el mensaje de que “si no hay ATE, tampoco pasa nada”, el valencianismo trata de organizarse para plantar cara al despótico régimen que le oprime. Pero dicha organización parece harto complicada si seguimos obstinados en una competición absurda para ver quién es más valencianista y quién no lo es tanto. Parece que ya ha cuajado de forma mayoritaria en la sociedad valencianista la certeza de que con estos bueyes nos quedaremos sin tierra que arar y ya quedan pocos que compran la propaganda oficialista pero, de momento, la movilización antigubernamental se asemeja más al Ejército de Pancho Villa que a una fuerza opositora homogénea y contundente.
Bajo el paraguas de ‘De Torino a Mestalla’ se integran diversos colectivos movidos por la sana intención de fiscalizar primero, desbancar más tarde y democratizar después el Club que todos quieren recuperar. Una vez levantada la estructura inicial queda dotarla de contenido huyendo de protagonismos absurdos y haciendo un esfuerzo común para limar aristas y aunar voluntades. Me parece absolutamente entendible que surjan diferencias de criterio porque son muchas las interpretaciones y los caminos posibles, pero también entiendo que hay muchas cuestiones que se pueden posponer para acometer la primera y esencial: intentar desalojar a quien gobierna el Club y ha demostrado sobradamente no pestañear si lo tiene que llevar al precipicio.
La movilización, desde mi humilde punto de vista, debe ser integradora y no excluyente con el fin de agrupar una mayoría que, aunque nunca será suficiente desde el punto de vista societario, sí sea sobradamente numerosa como para convertirse en clamor sumando instituciones y -por qué no- posibles inversores para lograr el objetivo. A tal respecto me sorprendió el comunicado en el que manifestaron su negativa a comparecer en la Junta General de Accionistas intentando así deslegitimar la mayoría accionarial de Meriton. Entiendo que la estrategia pasa por atacar la pieza mayor buscando la argucia legal que permita invalidar el proceso de venta y descabalgar al máximo accionista en virtud de los incumplimientos en los que haya podido incurrir tras la compra del paquete accionarial que cayó en manos de la Fundación una vez ejecutada la última ampliación de capital. Un objetivo tan ambicioso que me parece -y ojalá me equivoque- irrealizable porque, o se desentierran actas y documentos que justifiquen lo contrario, o la iniciativa peligra. Y lo hace porque aquel viciando y convulso proceso de venta se culminó con una transacción en la que no se arbitraron las mínimas cautelas con las que obligar al nuevo propietario en previsión de posibles incumplimientos.
Es verdad, por ejemplo que nos cansamos de escuchar que Lim pagaría 150 millones por la parcela de Mestalla si no aparecía antes un comprador que elevase la puja, pero nunca en boca de Peter Lim. Quienes encandilaron a decenas de miles de valencianistas con dicho mensaje y con tantos otros cargados de glorias venideras fueron Amadeo Salvo, Aurelio Martínez (miembro de la Peña Torino) y los propagandistas elegidos en la época para difundir la buena nueva, pero ni tal promesa ni tantas otras quedaron, salvo que haya y se abra una caja de Pandora cerrada con siete llaves, consignadas en contrato alguno que obligase al magnate asiático. Tengo la sensación que se mira continuamente a Málaga tratando de establecer similitudes con lo acontecido con Al Thani en la capital de la Costa del Sol esperando un final similar pero también tengo la sensación de que, ni las circunstancias que concurren en expolio del Málaga se asemejan a lo que está padeciendo el valencianismo ni, de momento, aquí se advierte la fuerza y unidad de acción que sí se ha venido movilizando en la ciudad andaluza.
En cualquier caso no dejan de ser sensaciones a ‘bote pronto’ y quiero imaginar que las cabezas pensantes del asunto tendrán bien dibujada la ruta y atada la estrategia porque el objetivo merece la pena. También deseo que avance con paso firme y que aparque cualquier diferencia que se presente en beneficio de lo único verdaderamente importante que no es sin no la viabilidad del Valencia que debe estar por encima de todo y de todos. A mi, particularmente, me importa bien poco la caza de brujas en busca de protagonistas del pasado que me puedan gustar más o menos. Me gustan todos los que empujen en la dirección adecuada.