VALÈNCIA. El Málaga regresó de nuevo al fútbol profesional al empatar ante el Nàstic de Tarragona a domicilio (2-2), tras un año en el ostracismo, en una Primera RFEF o lo que es lo mismo, la tercera categoría, y lo hizo salvando multitud de problemas durante una temporada compleja, sin ascenso directo y utilizando la vía de las eliminatorias.
El descenso de la campaña pasada fue un golpe duro en el proyecto de flotación de un club que se encuentra intervenido judicialmente desde el 20 de febrero de 2020, cuando la Jueza del Juzgado de Instrucción número 14 de Málaga admitió a trámite una demanda interpuesta por la Asociación de Pequeños Accionista del Málaga, y fue apartado su todavía máximo accionista, el jeque Abdullah Al Thani.
A partir de ese momento se inició un camino muy complicado, sobre todo las dos primeras temporadas de la intervención judicial, en la que un administrador, José María Muñoz, designado por la Magistrada, se erigió en la principal figura del Málaga al contrarrestar los desmanes y desfases de su anterior presidente.
El equipo blanquiazul logró la permanencia en Segunda División en las dos primeras temporadas de la intervención judicial no sin problemas y con solamente 18 fichas profesionales por la sanción de LaLiga.
En la tercera campaña, con más poder económico, hizo el esfuerzo, después de situar al club en una línea ascendente, de proyectar una plantilla perfecta para intentar volver a la Primera División, algo que no sucedió y sí el descenso a las catacumbas del fútbol, desilusionando a toda la ciudad.
Los errores por parte de muchas personas del club, con tres entrenadores incluidos, llevaron al desasosiego y a intentar relanzar un proyecto, que cuenta con su mejor activo, la afición.
A pesar de jugar en Primera RFEF los seguidores no dejaron al club de su vida en la estacada y el apoyo fue constante en el estadio de La Rosaleda, con llenos durante muchas jornadas, y en desplazamientos, donde los jugadores se sintieron muy arropados.
Ahora, empieza otra nueva época, de nuevo en una categoría que conoce perfectamente, con un respaldo inimaginable y con otro objetivo que no es otro, aunque lo económico siempre estará por encima, de soñar con regresar a la máxima categoría en la que debe estar por club, ciudad y afición.