VALÈNCIA. Dentro de la maleta de emigrante del balón de Juan José Torrijo Navarro (Llíria, Valencia, 26/08/1968) hay un revoltijo de situaciones comunes en el fútbol; de títulos y derrotas, de relaciones personales, de formación y de mucho aprendizaje. También de experiencias asombrosas como ver, con alivio, como el Iron Dome, la Cúpula de Hierro, el sistema antimisiles de Israel, derribaba los proyectiles de Hamas en el cielo. "Una vez estaba haciendo running por la playa de Tel Aviv, eran las 20:30 horas, y Hamas anunció un ataque masivo para las 21. Volví a casa a toda velocidad. El trayecto que había hecho a la ida de 45 minutos lo hice a la vuelta en 30 minutos corriendo. Tengo la gráfica de la frecuencia cardiaca guardada. Un mal trago", recuerda el técnico edetano de 55 años que ha trabajado en Israel durante tres etapas. Desde su conocimiento del país, en el que ha vivido "dos guerras" hasta que salió en junio de 2023, Juan Torrijo cuenta que el conflicto "tiene mala solución", aunque en su experiencia vital "de cinco años y medio en Tel Aviv" ha entrenado "a jugadores árabes e israelís, que convivían perfectamente".
Sus vivencias en Israel pese a esconderse de los misiles en la habitación del pánico de su vivienda es positiva: "A mí, hablo siempre de mi experiencia personal, el pueblo israelí me ha sorprendido gratamente.Israel es un país Top para vivir y Tel Aviv es una ciudad de lujo con costumbres muy similares a las nuestras. Hemos disfrutado mucho allí".
El técnico valenciano, formado en la Ciudad Deportiva de Paterna, está a la espera de que Jordi Cruyff, con el que trabaja como "entrenador de rendimiento" encuentre otro club en el extranjero. Mientras, repasa su mundología en charla con Plaza Deportiva y todo lo que ha aprendido de técnicos tan dispares como Claudio Ranieri, Rafa Benítez, Unai Emery, Óscar García o Jordi Cruyff. "Intento aprender de todos entrenadores, por lo tanto he cambiado mucho. Pero en mi opinión, ganarte la confianza del jugador para que crea en ti y haga lo que le propones para recuperarse o mejorar es fundamental", explica.
- ¿En tu currículo destacas nivel alto de inglés, que entiendo que ha sido producto, primero de tus estudios y después de tu experiencia en diferentes países?
El idioma te facilita o te limita cuando sales a trabajar en el extranjero. Si hablas inglés con cierta fluidez o facilidad, todo el mercado está abierto. Fue una cosa que aprendí durante mi etapa en el Valencia CF porque cuando acabábamos la temporada en mayo o en junio salía fuera a formarme.
- ¿Dónde te marchabas?
- Viajaba a Estados Unidos, concretamente a Nueva York, con una empresa de contenidos de fútbol llamada Inside Soccer. Es propiedad de un magnate de la bolsa afincado en Nueva York, aunque nacido en Manchester. Nos llevaba a su casa, que tenía dos campos de fútbol. Contrataba técnicos de equipos importantes de Europa para dar clases a sus hijos y a chicos de su entorno en un campus de fútbol. Vivíamos en la casa de invitados, que tenía 500 metros cuadrados y cuando salíamos fuera durante los fines de semana nos costeaba incluso el hotel. Algo increíble. Era vecino de la actriz Glenn Close. Estuve yendo cuatro años desde 2006. Un año me llevé conmigo a Óscar Fernández y a Luis Pascual.
- Te vendría bien para tu etapa en Israel, China o Inglaterra
Sí. Y en el resto de viajes por mi profesión, afortunadamente, he ido perfeccionando el inglés. El primer año en Tel Aviv nos daba clases al staff una profesora escocesa y en Brighton el club puso a nuestra disposición una profesora que venía a casa para mejorar nuestro inglés. Cuando regresé a Tel Aviv en mi última etapa la gente se sorprendió de cómo había mejorado mi fluidez en ese idioma. En China, en mi etapa con Jordi Cruyff, por ejemplo, el traductor de inglés a chino para los jugadores estaba conmigo y yo le explicaba en inglés lo que tenía que trasladar a los futbolistas.
- Sigues formando parte del staff de Jordi Cruyff, hasta el punto de ser un técnico de su plena confianza.
Formó parte del staff de Jordi Cruyff, sí. Estamos ahora a la espera de que salga algún equipo en el extranjero para volver a entrenar. Fue Jordi el que me convenció para viajar a Israel. Llegué a él a través de Bruno Saltor con el que tenía amistad en mi etapa en el Valencia CF (VCF). Jordi me convenció para ir a Tel Aviv. Sabía que era un país arriesgado, pero el proyecto era sólido y el Maccabi es el Real Madrid de Israel. Jordi estaba al frente de la estructura. El club llevaba 10 años sin ganar una liga. El propietario, tras tres años de inversión, apostó por Jordi para cambiar la dinámica.
- Y ahí cerraste tu etapa en la Ciudad Deportiva de Paterna y el Valencia CF.
- Entré en 1996 y salí en 2012, después de formarme como técnico y realizar diferentes funciones. Era el preparador físico de la casa, estaba bien considerado, pero si decidía salir tenía la opción de ser el preparador físico (PF) principal y desarrollar mis conocimientos de forma plena. Tuve al apoyo de Manolo Llorente, que me concedió una excedencia especial en el Valencia por si decidía regresar. Manolo siempre me ha cuidado como hombre de la casa y le estoy muy agradecido. Me costó tomar la decisión porque, además, mi mujer era profesora de matemáticas con plaza y no era fácil dejarlo todo.
- Te costó decidirte pero, finalmente, aceptaste la oferta.
- Me reuní en Tarragona con Óscar García, que en aquel momento era el entrenador del sub-18 del Barça que lo había ganado todo en España e iba a hacerse cargo del Maccabi de Tel Aviv. Por suerte todo salió bien. Conseguimos la liga a falta de cinco jornadas para acabar el campeonato. Nunca he vivido una emoción tal como la de ver celebrar un título a la afición de Maccabi en la Rabin Square en Tel Aviv delante de 100.000 personas. Fue muy emocionante, y además porque estabamos acompañados de Johan Cruyff que vino junto a nuestros familiares a estar con nosostros. A final de temporada Óscar decidé marcharse del club por motivos personales.
- Y entonces, Juan Torrijo empieza a dar vueltas por el mundo.
Óscar firma con el Brighton y cuenta conmigo para hacerme cargo de la preparación física. Jugamos los playoffs de ascenso a la Premier League. Allí me reencuentro con Bruno Saltor, que entonces estaba jugando en el equipo inglés. Bruno fue el que, de alguna manera, influyó para que saliese del Valencia. Estuvimos una temporada. Óscar rompe con el club y Jordi Cruyff me llama para volver a Maccabi y convertirme en el PF principal de la entidad con vistas a un futuro con él de entrenador.
- En Maccabi hay otro reencuentro, en este caso con Pako Ayestaran, con el que ya había trabajado en Paterna cuando en el primer equipo del VCF estaba Unai Emery.
- Estoy desde 2014 hasta 2018 y convivo con muchos entrenadores. De todos aprendí. Con Pako Ayestaran el club vivió una gran etapa en la 2014-15. Ganamos el triplete: la Copa de la Liga, la Copa del Estado y la Liga misma temporada. Con aquel éxito se marcha Pako a México y esa misma temporada, la 2015-16, se convierte en el entrenador del Valencia CF. A Maccabi, desde la marcha de Pako y hasta que se hace cargo del equipo Jordi en 2017, se suceden cuatro entrenadores. Con Slavisa Jokanovic nos clasificamos para la Champions League después de pasar cuatro eliminatorias prévias y con un presupuesto de 25 millones de dólares. Con el holandés Peter Bosz, en 2016, nos quedamos a un punto de ganar la liga y perdemos la Copa en la final por una acción a balón parado. Tras él firma Shota Arveladze, que es el único técnico destituido por Jordi. Jordi se hace cargo del equipo durante 10 partidos, de los cuales ganamos nueve y empatamos uno. Pero decide firmar al portugués Lito Vidigal porque, por su código ético, no puede hacerse cargo del equipo tras haber destituido a un amigo de su padre y suyo como era Shota. En la temporada 2017-2018, ya con Jordi en el cargo de Manager, el club gana la Copa de la Liga y clasifica para la Europa League, pero Jordi toma la decisión de cambiar de aires y yo me marchó con él.
- A China
Antonio Cordón nos lleva a China a salvar al Chongqing FC del descenso. Lo conseguimos, firmamos una temporada más y a mitad de temporada ya estabámos salvados. Íbamos a dar el paso a otro equipo, pero el gobierno del país decide que el equipo no tiene presupuesto para firmar a nadie que sea extranjero y antes de firmar nos comunican que no es posible.
- Y salís a Surámerica, pero la pandemia de la covid-19 os impide hacer vuestro trabajo.
- De nuevo Antonio Cordón, que entonces era el nuevo director deportivo de la Federación de Fútbol de Ecuador, nos contrata para hacernos cargo de la selección nacional, pero la pandemia nos saca del país. Salimos en el último vuelo antes del cierre de fronteras. Y, más tarde, rompemos el contrato con Ecuador porque, entre otras, no quedan fondos para pagar los salarios.
- Aquella fue una de las experiencias desagradables que has vivido en el fútbol
- He vivido dos guerras en Israel; en Ecuador la pandemia nos obligó a salir del país a toda prisa y en China jugamos la competición, acto seguido, durante las temporadas 2020 y 2021 metidos en una burbuja.
- ¿En pandemia firmaste por otro equipo chino?
- El Shenzhen FC, también como PF de Jordi. Estuvimos todos los competidores encerrados en un hotel. Nos dedicábamos a entrenar y a jugar cada partido. Fue en las temporadas 2020 y 2021. Desde agosto del 2020 a diciembre del 2021. Una etapa muy dura a nivel psicológico. Los equipos competíamos en un complejo de la zona olímpica de Dalian y también en Guangzhou. Se competía en tres estadios y habían paradas de dos meses. No podías salir a hacer nada. La ciudad, Shenzhen, es fantástica, muy cosmopolita, pero apenas podías disfrutarla en esos meses de parada donde sólo entrenábamos. Cuando acabamos me llamó Aitor Karanka para ir al Granada. Yo estaba libre porque habíamos acabado en el Shenzhen, ya que Jordi había firmado para la estructura del FC Barcelona. Lo que había sufrido a nivel emocional en China fue tan duro que le dije a Aitor Karanka que no estaba preparado todavía. Luego sí que lo acompañé de vuelta a Maccabi hasta junio de 2023.
- La covid-19 te golpeó a nivel anímico, porque además, tu familia estaba en España, pero ¿y el conflicto en Israel? ¿Qué has percibido tanto tiempo viviendo allí?
- He vivido allí durante cinco años y medio en Tel Aviv. En Israel viven dos millones de árabes. Es un conflicto que va a tener muy díficil solución. A mí, hablo siempre de mi experiencia personal, el pueblo israelí me ha sorprendido gratamente. He entrenado a jugadores árabes e israelís, que convivían perfectamente.
- ¿En el fútbol no había diferencias entre unos y otros pese al momento del país?
- Pueden discutir de política, como en España lo puede hacer uno de derechas con uno de izquierdas, pero nada más. He visto más tensión en una discusión entre israelíes de diferentes convicciones políticas que entre árabes e israelíes. Israel es un país Top para vivir si tienes dinero porque, en caso contrario, es un país caro. Tel Aviv es una ciudad de lujo con costumbres muy similares a las nuestras. Hemos disfrutado mucho allí. Los niveles de seguridad son muy altos. Tengo contacto con jugadores españoles en Israel. Están bien, pero cuentan que el conflicto está en un momento muy álgido y puede pasar de todo.
- ¿Llegaste a pasar miedo en Tel Aviv en alguna situación complicada en el conflicto con Hamas?
- Tengo varias anécdotas que ahora las recuerdo con asombro, pero en aquel momento fueron muy tensas. Cuando escuché la primera sirena que alertaba de los misiles de Hamas salía de comprar y vi a la gente mayor apoyada en los muros y agachada para resguardarse, que es lo que te aconsejan si en una situación como esa te encuentras en la calle lejos de los refugios. Yo decidí irme corriendo a casa. El sistema de defensa antimisiles, el Iron Dome, tiene un alto porcentaje de eficacia porque derriban en el cielo los misiles, pero el problema son los cascotes que caen al suelo. Recuerdo que aquel día cayó un misil en el mar, porque los que van al mar no los derriban, y el sonido fue tremendo.
- ¿La Cúpula de Hierro es tan efectiva?
- Sí, el problema son los cascotes que te obligan a protegerte. Una vez estaba haciendo running por la playa, eran las 20:30, y Hamas anunció un ataque masivo para las 21 horas. El delegado del equipo me localizó para avisarme, pero yo estaba muy lejos. Volví a casa a toda velocidad. El trayecto que había hecho a la ida de 45 minutos lo hice a la vuelta en 30 minutos corriendo. Por suerte, el ataque empezó a las 21:10, con diez minutos de retraso respecto a la hora anunciada. Tengo la gráfica de la frecuencia cardiaca guardada. Un mal trago.
- ¿En casa tendrías refugio, claro?
- Te metes en la habitación del pánico, que está forrada de acero y si el edificio cae no le sucede nada. En todas las viviendas hay una. El edificio tenía unos niveles de seguridad muy altos. En 2023 viví tres avisos de lanzamiento de misiles. En esta ocasión, al vivir al sur de Tel Aviv, veía como salían desde Gaza y como en el aire los eliminaba el Iron Dome. Da miedo.
- Vamos a cosas más agradables. ¿Qué ciudad de todas las que has vivido te ha gustado más?
- Tel Aviv. Luego Shenzhen, en el sureste de China, es una moderna ciudad que conecta a Hong Kong con el continente. Una ciudad Top de unos 12 millones de habitantes, supermoderna, de apenas 40 años desde su creación, sin contaminación y con mar. Brighton, también es una buena ciudad. Está en la costa, aunque yo no toqué nunca la playa, mi familia sí. Es la ciudad con más horas de sol de Inglaterra. La gente del sur de Inglaterra no tiene nada que ver con la del norte. Entiendo que es por el clima.
- Muchas ciudades, muchos entrenadores. ¿De quién has aprendido más?
De todos. Unai me ha marcado mucho por su capacidad de trabajo, tan detallista. Unai es muy meticuloso. Rafa Benítez, con el que coincidí cuando yo estaba en el filial y hacía el entrenamiento de los descartes del primer equipo, destacaba por la simplicidad de conceptos. A Benítez me lo encontré de nuevo en China y seguía una dinámica muy similar. Te puedo decir de Rafa, que los jugadores de la época dorada del Valencia CF me decían que con él sabían perfectamente qué hacer en cada momento del partido. De Ranieri me llamó la atención la insistencia en el trabajo defensivo y la intensidad en los entrenamientos; esa era una obsesión suya. Bosz era pura escuela holandesa: todo con balón y alta intensidad con pelota, sin contenidos muy específicos. Ayestarán compaginaba bien sus conocimientos de PF con los de entrenador; su objetivo era la evolución táctica del jugador a través del juego, era muy bueno en las charlas a nivel motivacional. Jordi Cruyff es el más inteligente para sacar partido de lo mejor de cada jugador. Es muy listo, muy comedido pero también muy cabezón, muy Cruyff. Se da cuenta de todo lo que pasa, casi siempre está callado, observando. Aitor Karanka es comparable a Unai en capacidad de trabajo, desde las siete de la mañana está en marcha, buscando una aguja en el pajar para mejorar el rendimiento del equipo. Y Óscar García tiene facilidad para cambiar los partidos en la media parte. Sabe cómo cambiar los partidos al descanso, qué teclas tocar; eso es una gran virtud.
- ¿Qué ha cambiado en ti tras tanta experiencia con entrenadores tan diferentes?
- Intento aprender de todos entrenadores, por lo tanto he cambiado mucho. Pero en mi opinión, ganarte la confianza del jugador para que crea en ti y haga lo que le propones para recuperarse o mejorar es fundamental. Luego he aprendido de las herramientas que la tecnología ha ido poniendo al alcance. He aprendido a transmitir la información al jugador de forma más precisa para que la toma de decisiones sea la correcta y que, además, no se lesione. He aprendido a comunicar la información de tantos datos como nos ofrece la tecnología de forma simple al entrenador para que él decida cómo mejorar a cada jugador.
- Pon un ejemplo
- Realizamos un cuestionario diario de bienestar (Wellbeing Quiz) que pasamos al jugador antes de cada entrenamiento a través de su smartphone. Preguntamos cuestiones de su vida diaria en las horas previas a cada sesión: cómo están, las horas que han dormido, la calidad del sueño, el nivel de estrés, de qué humor vienen, si tienen algún conflicto o problema familiar... Luego procesamos esa información y la utilizamos en los trabajos de prevención de lesiones previos a la salida al campo y en el entrenamiento. Esta información nos ayuda en el entrenamiento para individualizar mejor las cargas de cada jugador; por ejemplo, si un jugador nos da valores bajos de descanso y calidad del sueño, en ese entrenamiento le bajamos las cargas colocándolo en alguna tarea de carácter general de comodín.
- Antes has destacado la tecnología al servicio del fútbol
Es fundamental. Destacaría el acceso a los datos de GPS para valorar la carga externa y la ventaja de poder facilitarles a los jugadores los datos a través del móvil; recuerdo que en Paterna iba con una tablilla y un papel. Hoy con móviles y dispositivos electrónicos, la precisión de los cuestionarios es más alta. Date cuenta que me he pasado muchas horas editando gráficas de frecuencia cardiaca a lo largo de mi años iniciales de carrera para que luego no tuviesen tanto valor aplicable al proceso de decisión. Hoy la precisión de recogida de datos es más alta tanto a nivel de carga externa e interna del jugador y eso nos hace capaces de tomar decisiones con mayor eficacia.
- Eres preparador físico pero tienes formación como entrenador.
Soy UEFA B pero he trabajado siempre como preparador físico a excepción de los primeros años en la Academia del VCF donde ejercí de entrenador. En todo caso me considero un entrenador de rendimiento. Esta figura es muy habitual en el mundo anglosajón. Superviso el control de cargas de fuerza, los procesos de readaptación en lesionados junto a los servicios médicos, así como la recolección de datos e intervengo en el diseño de las sesiones de fuerza y acondicionamiento y las técnico tácticas. Estoy más cerca del cuerpo técnico y delego otros trabajos en los PF colaboradores. Me encargo más del análisis y la gestión de las cargas de entrenamiento y sus modificaciones para optimizar el rendimiento de los jugadores, y aunque dirijo partes de la sesión, las sesiones de gimnasio las delego porque yo he pasado por ahí y la gente a tu cargo tiene que sentir que confías en ella y tiene responsabilidades.