VALÈNCIA. Con la derrota ante el FC Barcelona en la jornada inaugural, el Valencia CF se convierte en uno de los cuatro equipos que no ha conseguido inaugurar su casillero en la jornada inicial.
Equipos llamados -en principio- a la misma lucha que el Valencia CF (la de eludir el descenso) como Getafe, Leganés, Rayo o Las Palmas ya se estrenaron. Incluso en algunos casos como Getafe o Rayo, de manera más que meritoria.
Por eso el siguiente partido en Vigo el viernes para el Valencia debe ser el rompa una tendencia peligrosa. Peligrosa porque entre el final de la temporada anterior y el comienzo de esta, el Valencia lleva ocho jornadas sin conocer la victoria (con mayoría de derrotas 6, por 2 empates).
Peligrosa porque el ambiente está cada vez más enrarecido. Por primera vez desde que Baraja se sienta en el banquillo, el equipo escuchó silbidos desde la grada en desaprobación al fútbol que estaban practicando en ese momento.
Además, el baño de realidad en las declaraciones de Baraja: "Si no hay inversión, esta es nuestra realidad" unidas a las de Corona en la previa del encuentro: "Hemos hablado también abiertamente de ese plazo de tres temporadas vista que tiene el Club en cuanto a conseguir una sostenibilidad y una salud financiera", incrementan los temores al respecto de la salida de cualquier futbolista de la plantilla con la constancia de la ínfima o nula inversión para suplir las necesidades que los ya citados traspasos puedan crear.
Por si todo ello fuera poco, el inicio de calendario para el Valencia es terrorífico. Tras el partido del viernes en Vigo llegarán los choques ante Athletic en San Mamés, Villarreal en Mestalla, Atlético de Madrid en el Metropolitano y Girona en Valencia. Por eso el choque de este fin de semana en Balaídos se antoja fundamental para que el equipo no acumule una presión que pueda colocar una mochila demasiado pesada en la espalda de una joven plantilla obligada a actuar bajo una carga emocional que puede atenazar a los futbolistas más experimentados.