VALÈNCIA. Una montaña y una ruleta rusa. Así ha sido 2021 para un Levante que estrenó el año con una ilusión desbordante y lo termina hundido casi en lo más profundo de su ser. Del vuelo deportivo y la conservación económica, a la crisis en todos los rincones granotas para arrancar los nuevos 365 días. La Copa del Rey y la buena marcha en Liga hicieron olvidar los últimos coletazos dubitativos del 2020. Entonces el levantinismo vivió en una nube hasta que tuvo que decir adiós a la competición del KO e inició una caída libre sin frenos. En Orriols, el año tiene dos partes muy claras: de enero a marzo, las alegrías; de abril a diciembre, un sinfín de dramas progresivos.
1. La alegría de la Copa
Si bien es cierto que el año no arrancó con victoria -lo hizo precisamente con derrota en La Cerámica-, el enero del Levante fue esperanzador. Por los puntos rascados en Liga y por la superación de rondas en Copa. El éxtasis llegó el segundo de febrero, cuando Roger vacunó al Villarreal en los cuartos de final, en el último minuto, y los granotas alcanzaron una semifinal copera 84 años después, con permiso de aquella Copa de la República del 37 no reconocida. Ese hecho histórico permitió caminar por el mes de los enamorados con mariposas en el estómago. Se empató en San Mamés en la ida de esas semis y, a principios de marzo, se acabó sucumbiendo ante el Athletic en la vuelta... en la prórroga. Fue un mazazo sentimental para un levantinismo que no quería despertar de su sueño, pero el periplo copero sirvió para hacer aflorar el orgullo de una hinchada que, más allá de las discusiones sobre permanencias más o menos holgadas, necesitaba enamorarse. Nadie vio entonces el tobogán en el que se iba a subir la criatura poco después, pero la imagen del córner del gol Alboraya tras el tanto que dio la eliminatoria siempre quedará en el recuerdo.
2. Victoria en un derbi cinco años después
Justo después de caer en Copa, se atisbó un amago de depresión en Anoeta que inmediatamente se solventó en el derbi de la ciudad. Llegaba un Valencia dramático al Ciutat, y el Levante se enfrentaba al reto de reconstruir su corazón, roto semana y media atrás por la eliminación de la Copa. Al menos, los hombres de Paco López vieron la luz por un día y se terminaron llevando un derbi ante el vecino cinco temporadas después de que Rossi, con un 1-0 también en Orriols, diera a los granotas su última victoria frente a los blanquinegros. Volvió a ser Roger el autor de la puntual alegría que, por momentos, invitó a pensar que el deslizadero había terminado para el equipo y que un nuevo objetivo aparecía vago en el horizonte, además del manido de la permanencia: clasificar, por fin, por encima del Valencia. No ocurrió. Antes sí se habían conseguido triunfos de mucho mérito en Valdebebas y en el Metropolitano.
3. Los últimos tres puntos sumados
Tras ganar el derbi, la ambición de poder coquetear con las plazas europeas de la clasificación también se interpuso como meta. Duró poco. Tanto como la hora de juego en que el Levante plantó cara al Betis en el Villamarín. Cuando Fekir hizo su particular gol maradoniano con permiso de la ya endeble defensa visitante, los brazos del equipo comenzaron a bajarse en un spoiler de lo que iba a suceder en el final de campeonato. Después, derrota ante el Huesca en casa y triunfo en Ipurúa. El Eibar era el colista, pero terminó siendo también el último espectador de una victoria levantinista en La Liga. El Levante encadenó las últimas ocho jornadas con el objetivo de mantenerse atado, sin creces, y a base de empates comenzó a sellar con cemento su permanencia. Ninguna victoria más, a las que hay que sumar los 18 sinsabores de la actual campaña. 10 de abril de 2021: felicidad antes de la tormenta. El inicio del drama.
4. Los granotas ven el nuevo Ciutat por primera vez
En una temporada que acabó siendo insulsa y no exenta de crítica feroz contra todo pronóstico, la visita al Ciutat en medio de la pandemia fue como un oasis. Un respiro. Más que por la situación deportiva, por la sanitaria. Los levantinistas habían podido visitar las instalaciones del remodelado estadio en visitas guiadas anteriormente, pero no en día de patido. Eso ocurrió el 16 de mayo, primero en un choque del equipo femenino ante el Santa Teresa de Badajoz. Después, el día 23, los chicos cerraron el curso ante el Cádiz en frente de 5.000 aficionados cuando Sanidad se pronunció a favor de la presencia de público en los encuentros de La Liga en algunas comunidades autónomas.
5. Líos en el mercado
Acabó la temporada y el terremoto acababa de empezar. El mercado de fichajes, marcado de nuevo por la pandemia, permitió al Levante reforzarse a cuentagotas: Soldado, Franquesa, Brugui... Y ya está. Al menos dentro de plazo. En el mismo en que no se produjo ninguna baja relevante, bien por falta de ofertas por algunos jugadores que el club y su entrenador estaban por la labor de sacar, o bien porque las ofertas que llegaron -como la de De Frutos o el 'caso Pepelu'- no acabaron de convencer por unas razones u otras. No se quiso malvender al segoviano y Quico Catalán rechazó desprenderse del centrocampista dienense sin mantener algún lazo que le permitera tener control sobre él. Sea como fuere, el Levante no vendió pese al imperativo de 16,5 kilos en ventas de futbolistas que escribió en sus presupuestos, con el préstamo de CVC ya flotando en la actualidad, y a pesar de tener que contar con la prórroga de La Liga por su acuerdo con el fondo británico para inscribir a ciertos jugadores.
El último día de mercado de traspasos fue una locura. Se rescindió a Ferni, también a Koke Vegas, se dejó sin ficha a Hernani para colocarle a Blesa -lesionado, con promesa por contrato de primer equipo y sin éxito a la hora de encontrarle una cesión- y a Pepelu un dorsal de primer equipo, se mantuvo a Cárdenas con número de filial, se vendió a Sergio León por unas cantidades guardadas en cofre de acero... Y se terminó firmando a Mustafi ya con la persiana bajada. Si a Paco López no le convencía aquello de contar con 27 jugadores a sus órdenes, el Área Deportiva le regaló al central -sin equipo tras acabar contrato en el Arsenal y finalizar su fallida cesión en el Schalke- para tratar de calmar sus peticiones de una pieza fiable para su zaga. Se le tuvo que hacer tanto hueco en la plantilla al alemán que se aprovechó el último resquicio legal de la competición para asignarle el dorsal '13', se cambió el de Aitor al '1' y se le concedió permiso a Hernani para irse a entrenar solo a Lisboa.
6. El histórico cese de Paco López
Los vaivenes del club a nivel general fueron los del Levante a nivel deportivo. El cuadro de Paco López no consiguió ni una victoria en las ocho primeras jornadas, las mismas en las que no había ganado para apagarle la luz al curso anterior. Tras perder en Mallorca -y después de volver a evidenciar una imagen de equipo desnortado- el club decidió, con voz y voto importante de un Área Deportiva inclinada por el despido, cesar al entrenador del presidente. El técnico de Quico Catalán salía del club de sus amores tras cuatro cursos (tres completos y dos mitades) y un periplo de éxito. A la despedida de Paco López acudieron algunos representantes de la primera plantilla -estuvieron Cárdenas, Aitor, Melero, Campaña y Malsa-, pero sorprendieron ausencias de otras piezas relevantes y, lógicamente, las de una dirección deportiva que había comenzado a contar sus días en el Ciutat.
7. Desde China con retraso
Y es que Manolo Salvador, David Navarro y Manu Fajardo empezaron a cavar su tumba ya con la elección del nuevo inquilino del banquillo. El despido del entrenador del jefe, con el currículum que se había labrado -pese a que los resultados avalaban su marcha y gran parte del Consejo también apoyó la decisión-, requería sumo cuidado a la hora de darle relevo. No se tuvo. Quico apretó el botón y se abogó por fichar a un entrenador sin experiencia como máximo responsable de un vestuario en Primera División y que, para más inri, tenía que llegar tarde a su primer día de trabajo por culpa de las restricciones del país desde el que tenía que subirse a un avión. Javi Pereira entrenaba en China, guardó cuarentena, se arregló económicamente para romper la vinculación con su club en plena preparación de una temporada que en Asia estaba a poco de arrancar, y llegó a Buñol un semana después de ser anunciado como nuevo preparador. Mientras, en la casa del siguiente rival, el Getafe, Míchel era cesado y tenía sustituto al día siguiente. Pereira, sin culpa, pisaba minas ya en sus primeros pasos y no fue capaz de enderezar el rumbo. Abandonó la ciudad con peores sensaciones de las que recogió y tras siete partidos con números todavía más dramáticos.
8. Escabechina
El despido de Pereira fue de la mano, como no podía ser de otra manera, del adiós de la dirección deportiva que le había seleccionado para la causa. Tras una noche de cuchillos largos en los despachos del Ciutat, Pereira y el trío del Área Deportiva protagonizaron la escabechina. "A partir de ahora las decisiones las tomará el club", dijo Quico Catalán al salir del estadio después de siete horas de reunión con el Consejo y con las propias figuras cesadas. La primera iba a ser poner a Alessio Lisci, entrenador del filial, al frente del equipo mientras se seguía peinando el mercado de entrenadores... Por si acaso.
9. El ascenso de Alessio
La entidad de Orriols hizo, entonces, lo que debería haber hecho al despedir a Paco López: darle a Alessio el primer equipo de forma interina. El italiano contaba con el beneplácito de gran parte de una plantilla que llegó a deslizar la petición de que se le ratificara como técnico más allá del carácter interino. Había cogido a los chicos mientras se consumaba el fichaje de Pereira y muchos, dentro de ese vestuario, se preguntaron por qué el extremeño y no el romano. Alessio cambió la cara del Levante en su primer partido, ante Osasuna, con otro 0-0 como local. También lavó el rostro de su conjunto en Cornellà pese a firmar una derrota inverosímil tras haber anotado tres goles... Pero no evitó la debacle copera en El Collao. En el último derbi también hizo aflorar muchos brotes verdes, aunque de momento no ha conseguido esconder las vergüenzas de sus pupilos.
10. Quico Catalán y el encuentro más tenso con los accionistas
Todo lo anterior se mezcló en un cóctel molotov en la Junta General de Accionistas del club de 2021. Seis horas por tres puntos del día en que los accionistas hicieron explotar delante de Quico Catalán sus preocupaciones acerca del pasado, el horrible presente y el futuro de la entidad. En materia económica, después de haber presentado las peores cuentas de la 'era Catalán' con 23 millones de euros en pérdidas; pero también en el aspecto deportivo, marcado por un mercado sin figura de primer nivel para remover opciones. Mucha tensión en una Asamblea que también debatió el "endiosamiento" del presidente -así se lo recriminaron algunos- y su transparencia en la gestión.