VALÈNCIA. El marcador fue abultado y lo pudo ser más: el Llevant ofreció zarpazos durante todo el partido para haber dejado la eliminatoria sentenciada mucho antes del 2-4 pero mantuvo con vida a un Valladolid que se resistía a darse por vencido, pese a contar con muchas bajas y alinear a unos cuantos futbolistas del filial.
Podríamos empezar como en la última crónica de Copa: el Llevant regala mucho al rival poniendo en el once a futbolistas que van a llegar al límite al minuto 70. El entrenador lo justifica argumentando que necesita a toda la plantilla enchufada. La afición se pregunta: ¿merecen futbolistas con fichas que rondan el millón anual jugar, si no son capaces de aguantar fisicamente un partido completo? ¿Es justo que estos futbolistas estén taponando la progresión de otros que son (o pueden ser) el futuro del Llevant y que, desde un punto de vista patrimonial, tienen más valor para el club?
Esta vez la jugada salió bien porque, en definitiva, y aunque Sergio González sea un entrenador capaz de sacar todo el partido a una plantilla muy limitada, el Llevant es superior y cuenta con futbolistas que pueden hacerle un descosido a cualquiera. Ayer –insistimos– a los cuatro goles habría que sumar el palo de Malsa, los mano a mano que Roberto salvó ante Son, por dos veces, Rochina, Coke… etcétera.
Sin embargo el Llevant tuvo unas cuantas desconexiones que dieron emoción al encuentro: las pérdidas peligrosas, de nuevo, de Malsa y de Melero, que volvió a demostrar, por enésima vez, que no es mediocentro; la defensa del balón parado, como una falta lejanísima y lateral en el 45’ donde medio Valladolid quedó solo ante Cárdenas con el balón en medio; las malas transiciones defensivas tras pérdida, aunque ésta se dé en ataque, como la que pudo costar un gol de Waldo en el 33’, o el ataque posicional albivioleta que provocó el 1-0 de Villa.
Tras el descanso, el técnico pucelano dio instrucciones de machacar la banda de Toño (y Rochina), muy débil todo el partido, pero el de Silla respondió metiendo a Radoja por Bardhi y el serbio contribuyó a frenar la derrama. En el 62’ Sergio sacó a Guardiola, Orellana y Weissman; cinco minutos después López reaccionó dando entrada a Morales y Gómez, por León y Rochina… pero lo que el Llevant necesitaba en ese momento como respirar era remozar (y fortalecer) la defensa como hizo con la salida en el 80’ de Duarte y Clerc y con el cambio de sistema a tres centrales, dos carrileros y dos mediocentros defensivos. Antes y después el Valladolid apenas creó peligro, aunque metió balones aéreos que Cárdenas se resistía a atacar, generando más incertidumbre que peligro.
El 1-3 de Coke, que firmó una actuación muy digna y marcó un golazo, que parecía definitivo, pero el Valladolid apenas tardó seis minutos en acortar distancias y meterse en el partido. El Llevant, sin embargo, en ningún momento renunció a matar el partido ni se resignó a cerrarse atrás y entonces llegó el penalti infantil de Alcaraz, que salió pasado de revoluciones y regaló a Morales la posibilidad de la sentencia, que el capitán ejecutó con sangre fría.
La escuadra blaugrana valenciana está ahora a otra victoria de llegar a semifinales por tercera vez en su historia, una posibilidad que cautiva a todo el levantinismo. En el 35 fue eliminado por el Sabadell, tras la proeza de dejar en la cuneta, a doble partido, a Valencia y Barça (este último con desempate en Zaragoza); en el 37 llegó a la final y se la ganó al Valencia. El Llevant de Paco López tiene ante si la posibilidad de auparse, 84 años después, a lo más alto de su periplo copero y de sacar a pasear, de nuevo, ante el mundo, su reivindicación más legitima: la oficialidad de la Copa del 37.
Valladolid 2-4 Llevant UD
UNO A UNO: Cárdenas (6); Coke (6) (Clerc (7) 80’), Postigo (7), Vezo (5), Toño (3) (Duarte (6) 80’); Malsa (5), Rochina (6) (Morales (6) 67’), Son (7), Bardhi (7) (Radoja (7) 55’), Melero (5); León (6) (Gómez (5) 67’).
—Paco López (6)
Goles: 1-0 Villa 12’; 1-1 Bardhi 22’; 1-2 Malsa 44’; 1-3 Coke 58’; 2-3 Weissman 64’; 2-4 Morales (pen.) 79’.