VALÈNCIA. Pablo Martínez y el Albacete. El Albacete y Pablo Martínez. Desde hace 10 meses, el escudo de los manchegos trae al heredero del '10' del Levante malos y buenos recuerdos. A la par. Fue ante el conjunto de Rubén Albés cuando el madrileño cayó lesionado de larga duración y frenó de cuajo la mejor temporada de su carrera. Desde el aterrizaje de Javi Calleja en el banquillo de Orriols, Pablo ha volado. Volaba la pasada campaña hasta el punto de ser uno de los futbolistas mejor valorados internamente. Por su evolución. Porque Pablo no era indiscutible para Nafti cuando arrancó el curso y, a base de tesón, se convirtió en imprescindible.
Su pérdida una mala tarde de un 12 de marzo en Valencia, en plenas Fallas, fue un petardazo en el vestuario. Caía uno de los mejores en un encuentro, ante el Albacete, marcado en el calendario. Entonces los manchegos eran la revelación de la categoría de plata y avanzaban hasta las posiciones de play off, donde acabaron sucumbiendo con contundencia ante el propio Levante. El caso es que a la media hora de aquel choque enmudeció el Ciutat de Valencia. El tropiezo, sin oposición rival, de Pablo Martínez en una carrera por banda izquierda dejó claro que se trataba una lesión de gravedad. Ya antes de concluir el encuentro se confirmaron los peores presagios: era una rotura de cruzado que acabó siendo oficial al día siguiente.
Es la picelada de 'odio' del centrocampista cuando se planta ante una camiseta del Alba. Sin embargo, la recuperación fue bien, mejor incluso de lo esperado. La fuerza física y mental del jugador, tal y como reconocía entonces el anterior jefe de los servicios médicos del club, Miguel Ángel Buil, ayudó a que Pablo pudiese empezar a tocar balón en pretemporada y reaparecer en septiembre. Un minuto disputó ante el Eldense, de sobra para recibir una calurosa bienvenida del Ciutat, ya con el '10' a la espalda, heredado tras la imposible reincorporación de Vicente Iborra por los mismos motivos por los que el Levante tiene en chino firmar de nuevo a José Campaña tras el mercado invernal: el salario de su anterior contrato -en el caso de Iborra, el que recibía en Villarreal-.
Sea como fuere, a Pablo le costó poco aterrizar. Siempre con el máximo mimo del cuerpo técnico sobre la pieza más especial de su tablero, el madrileño fue sumando minutos hasta el punto de no haberse perdido ninguna cita liguera desde su regreso. En banda, una posición nueva y distinta a la demarcación que ocupaba el pasado curso en dupla con Pepelu, el centrocampista acumula mejores estadísticas que la pasada campaña. A estas alturas, cuando Pablo Martínez acumula ya cuatro tantos -convirtiéndose, también, en uno de los lanzadores predilectos de falta, una responsabilidad ajena a él hace unos meses-, solo había anotado uno en la 22/23. Y el primero de este curso... fue en el Belmonte. Ante el Albacete. Es la pincelada de 'amor'. Vuelven los manchegos a Orriols, vuelve la joven rivalidades entre clubes... y sigue Pablo Martínez.