VALÈNCIA. 'Nuestro entrenador'. Así, en letras grandes junto al nombre de Alessio Lisci, anunció el Levante el paso del italiano de interino a técnico del primer equipo con todas las de la ley hasta final de temporada. Al menos así será si ningún cúmulo de tropiezos dice lo contrario. La decisión llega después de mucha incertidumbre, de peines en el mercado, debates internos y conversaciones con piezas de la primera plantilla que, en gran parte, han reforzado la figura del romano como líder que ha de sacar la delicada situación deportiva del club adelante. La resolución no ha sido rápida ni fácil. Alessio se confirmó para sí mismo, casi por descarte, que entrenaría al equipo el lunes por la mañana porque nadie le había comunicado lo contrario, y en la mañana del martes aún no era conocedor de su condición definitiva al frente del barco granota.
Finalmente, el italiano ganó la partida. Con mil ojos de otros clubes españoles sobre su cogote tras sus diez años en la cantera levantinista, su trabajo en el Juvenil DH y el rendimiento que ha sacado al Atlético Levante, Alessio tiene contrato hasta 2022. Y hoy tiene entre manos un proyecto de Primera División. Con una testitura más que complicada, cierto, pero en una categoría que solo el Levante le ha podido ofrecer debido a las circunstancias. Lisci es, seguramente, la opción más asequible en lo económico que ha rastreado el club y también la alternativa que por lo general más ilusiona a la parroquia granota y a una escuela que aplaude la decisión. Los planes sobre su continuidad más allá de esta campaña llegarán en su momento, pero Alessio es un técnico de futuro que el Levante sabe que no puede perder.