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el levante afronta la última recta del mercado con el imperativo de traspaso que, hoy, ahoga al club

Horas clave para la venta 'salvadora'

VALÈNCIA. El mes de agosto ha sido una cuenta atrás constante en el Levante, pero la última semana de mercado arroja una necesidad imperiosa: la de traspasar a una de las figuras clave de la plantilla con el objetivo de poder acometer las inscripciones de los futbolistas que restan por ser registrados en La Liga. Ya van dos encuentros consecutivos sin que cinco hombres -Iborra, Pampín, Rober Ibáñez, Alfonso Pastor y Pablo Martínez- hayan podido ser subidos a la plataforma de la competición para que pudieran participar con la blaugrana. Ello, a pesar de que el entrenador contara con Pablo por mucho que el destino de este esté más o menos dibujado fuera del Ciutat. 

Ahora, Felipe Miñambres vive horas clave en la ventana de transferencias. Un momento prácticamente límite, diferente a lo que hasta ahora había gestionado el ejecutivo astorgano desde su llegada a Orriols. El Levante tiene que vender sí o sí, si no quiere obligar a Pepe Danvila a poner más dinero, contante y sonante, para favorecer la marcha deportiva del club y que Calero cuente con la totalidad de su vestuario a partir del próximo lunes, en Eibar. Este año, como novedad, el mercado cierra el viernes 30 de agosto a las 23:59 en España. El viernes, no el sábado 31. Y es ese el momento fronterizo de la dirección deportiva granota, con la marcha de Pablo Martínez en el horizonte. 

El traspaso de Pablo Martínez sigue demorándose

Es ese el nombre sobre la mesa de Felipe. No el único, pero sí la pieza franquicia por la que el Levante puede sacar una un pellizco económico mayor. Firmado para el filial procedente del Alcorcón en 2019, cuando Manolo Salvador acabó de enamorarse de él, el centrocampista madrileño ha crecido en Valencia y resulta relevante la tajada que extraería el club en caso de efectuar su traspaso. Es un caso parecido al de Kocho, criado futbolísticamente en Buñol: el georgiano es otra de las figuras por las que la entidad esperaba ofertas durante este mercado. Sin embargo, ambos continúan en Valencia y ambos son importantes para un Calero que no descarta ningún movimiento. 

Sea como sea, la venta de Pablo está en la hoja de ruta de la dirección deportiva desde que concluyera el pasado curso huérfano de ascenso. La demora en la marcha del '10', al que el club ha mantenido en su designación de capitán por la profesionalidad mostrada a pesar de estar claramente en la rampa de salida, era una situación controlada para el Levante, que pretendió en un principio que su traspaso se produjera por una cantidad cercana a los 5 millones de euros, independientemente de su elevadísima cláusula de rescisión. No obstante, el paso de los días y la falta de ofertas que pudiesen alcanzar esa cifra, ha ido ahogando las primeras pretensiones.

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