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opinión politizada / OPINIÓN

¿Qué más tienen que hacernos?

14/06/2023 - 

VALÈNCIA. El próximo sábado, el valencianismo de base ha convocado una concentración multitudinaria a las puertas del Palau de la Generalitat, para posteriormente hacer parada en el Ajuntament de València y finalizar el trayecto en la sede de Caixabank. 

Instituciones políticas y financieras: la última frontera que le faltaba a la afición por movilizar, porque el resto de piezas del puzle ya están en su sitio. O, al menos, parecen estarlo. 

Partidos políticos y banco se han mantenido de perfil –con honrosas excepciones- durante muchos años mientras el club se derrumbaba a su alrededor. Es más, los indicios apuntan a que cierto magnate de Singapur se frota las manos con el cambio de poder en las instituciones. Querer que todos ellos se signifiquen es un hecho tan lícito como necesario, cuando estamos a punto de entrar en la décima –sí, amigos, sí- temporada con Peter Lim al frente de una entidad abocada a la destrucción bajo sus designios.

Como en todas las convocatorias anteriores, no han tardado en surgir las voces discordantes desde los foros habituales tratando de tumbar por todos los medios una movilización que surge del amor por el escudo, del descontento, del cansancio, del hastío y, sobre todo, de la dignidad.

La jugada estuvo clara desde el principio. Cuando la protesta tenía lugar en épocas de relativa calma deportiva, estaba mal porque “el equipo está ganando partidos y les desconcentrará”. Cuando se convocaba en momentos delicados, estaba mal porque “el equipo nos necesita, hay riesgo de descenso y podemos irnos todos a Segunda”. Y ahora, que se convoca con la competición finalizada y todavía estamos a mediados de junio, también está mal porque “cae en sábado, tengo una boda, un bautizo, hace calorcito y la gente estará en la playa”. Todo quejas cuando servidor conoce casos de aficionados que van a venir a propósito desde Barcelona, Londres y lugares de lo más variopinto para estar junto al escudo. Eso sí: para aquellos poquitos que sólo viven para desactivar a la oposición a Lim nunca, jamás, es el momento adecuado.

Alguna vez hemos reflexionado sobre los motivos para acudir a una movilización de este tipo. A principios de año, en febrero, el riesgo de descenso era etéreo, virtual, algo que jamás en la vida podía sucederle al Valencia. Llegamos a la jornada 38 y, durante un angustioso rato, el hoyo estuvo a un par de goles de distancia en campos ajenos. El infierno ha quemado durante meses sin llegar a abrasarte. Hay quien todavía lo celebra. No seré yo quien lo impida. Pero olvidar que, con este modelo de gestión y este propietario, el año que viene sí puede ser ‘el año’… Eso ya es otra historia.

En lugar de acometer cambios profundos y una renovación a todos los niveles, Meriton ha detectado la debilidad del aficionado medio y ha encargado este verano una ración de más de lo mismo. De entrante, el comunicado estándar para abrir el periodo estival. De plato principal, la renovación de un Rubén Baraja al que le deseo toda la suerte y acierto, porque herramientas y ayuda no va a tener. Y, de postre, en lugar de destituir fulminantemente al arquitecto de la peor plantilla de los últimos 37 años, Peter Lim mantiene ufano a Corona en su puesto; incluso lo refuerza, si hacemos caso a los ‘gargantas profundas’ más optimistas. Cuando apoyas y respaldas al tipo que ha hecho un trabajo pésimo, la única conclusión es que pretendes que la temporada siguiente perpetre una labor todavía peor.

La pregunta ronda mi mente desde hace semanas. ¿Qué más tienen que hacernos? ¿Queda alguna línea roja que no haya sido rebasada, pisoteada y destruida desde otoño de 2014? ¿No son diez años de condena tiempo suficiente? ¿Cómo es posible que haya todavía quien ofrezca a Peter Lim un voto de confianza renovado cada verano, cual domiciliación bancaria del abono?

Todas ellas son cuestiones a las que este sábado obtendré respuesta. Porque si una temporada como la actual no remueve conciencias y saca de dentro de cada aficionado al militante bullicioso, al activista que necesita movilizarse y movilizar a todos a su alrededor, al valencianista harto de vivir en la miseria… ya nada lo va a hacer. Realmente tendremos lo que nos merecemos. Asistiremos como estatuas en el cementerio a la lenta agonía y eventualmente al entierro del cadáver. Y a muchos no se les moverá un músculo ni derramarán una sola lágrima, porque la insensibilización a la que estamos siendo sometidos desde hace muchos años habrá culminado su magna obra.

¿Personalmente? Elijo creer. Escojo voluntariamente pensar que la oposición a Peter Lim no son sólo un par de miles de aficionados que se han agrupado en torno a una asociación, sino decenas de miles que están dispuestos a renunciar a un par de horas de un sábado estival para mandar un mensaje al mundo.

Elijo creer que, si estás para luchar por una entrada cuando tu equipo llega a una final, desde luego vas a estar para luchar por la mera supervivencia de la institución. 

Elijo creer que, de tantos palos recibidos, el dolor ha pasado a convertirse en gasolina para seguir protestando y exigiendo una salida para el tirano que ha hecho trizas el club de muchas generaciones de valencianistas.

Elijo creer que se ha alcanzado el límite para la mayoría de aficionados. Y que, para evitar un año calcado al que acabamos de vivir, el sábado saldrán a las calles a mandar un mensaje alto y claro al mundo del fútbol y a las instituciones: el tiempo de Peter Lim al frente del Valencia debe finalizar. Hagan lo que tengan que hacer, pero ya no puede haber más bolas extra.

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