VALÈNCIA. No es moco de pavo. Reivindicarse en el fútbol profesional con la camiseta del Levante ha traído luces y sombras el Ciutat durante la última década. Es lo que necesita, sobre todo, Ander Capa, que llega a Orriols después de rescindir su contrato con el Athletic y quedarse sin sitio en los planes del Txingurri Valverde. Con solo 106 minutos disputados a caballo entre dos temporadas ligueras (103 la pasada y tan solo 3 durante la 21/22, golpeado por las lesiones pero suplente en la mayoría de los encuentros del campeonato), el lateral de Portugalete vivió un fuerte contraste respecto al curso anterior, el 20/21, en el que anotó dos tantos, sirvió dos asistencias y fue indiscutible en el engranaje de Gaizka Gartiano y Marcelino García Toral. Fue exactamente hasta la rotura de ligamentos que sufrió a finales de campaña. Ya en la siguiente, todavía con el asturiano en el banquillo, perdió protagonismo.
Es el pasado de Capa, que aterriza en Valencia con el evidente deseo de resarcirse con 31 años y sobrada experiencia en la categoría de plata. La jugó con el Eibar y se anotó un ascenso meritorio en Ipurúa. Ahora quiere hacer lo propio en Orriols con la sombra de otras historias, más o menos fallidas, de futbolistas que llegaron al Levante con ansias de volver a mostrar su mejor cara... y nunca lo hicieron.
El ejemplo más cercano es el de Roberto Soldado, que firmó en el Ciutat como una apuesta del Área Deportiva liderada por Manolo Salvador y David Navarro, y desde el primer momento arrancó el camino de su regreso a Valencia torcido. Le costó ver puerta y, durante la temporada del descenso, fue una de las piezas problemáticas en el vestuario que acabó manoseando Alessio Lisci. Al delantero valenciano le costó entrar, tanto que arrancó lesionado con Paco López e hizo su primer tanto ya con el italiano en el banquillo, en Copa del Rey, durante el famoso y polémico duelo frente al Huracán Melilla. Tres goles coperos y otros tantos en Liga fueron el bagaje final de temporada de Soldado, que no mejoró sus números en Segunda División (solo marcó dos). Más fuera que dentro durante la segunda parte del curso, siendo agente libre y con rol de alternativa desde el banco, el ex de Valencia y Villarreal acabó su etapa en el Levante con más pena que gloria.
Soldado es el representante 'negativo' de aquellos jugadores experimentados en la Primera División cuyo rendimiento no resultó como se esperaba. En el medio se sitúa Coke Andújar, que aterrizó en el invierno de 2018 en el equipo de Juan Ramón López Muñiz antes de que el malagueño cediese su relevo a Paco López. Coke empezó tan bien que, en apenas 17 encuentros de aquella primera mitad de temporada, marcó tres goles. Alguno de ellos tan importante como el que dio la primera victoria de la era de López, en aquel memorable partido en Getafe. Después se sucedieron campañas de mayor participación hasta llegar a su punto más controvertido durante su último año en Valencia. Los vaivenes del curso del descenso llevaron parte de la ira del aficionado granota al exfutbolista del Sevilla, que sin embargo acabó su ciclo en la ciudad con los alagos de su entrenador después de disputar solo seis partidos. Coke fue de más a mucho menos antes de firmar por el Ibiza.
No obstante, también hay casos positivos, como el del propio Vicente Iborra. Aún sin lograr el objetivo por el que el moncandese regresó a su casa hace un año, el '10' es un jugador eternamente querido por la grada del Ciutat. Con un bagaje incuestionable en la élite del balompié nacional y también a nivel continental, lo cierto es que Iborra no cuajó la mejor de sus temporadas a las órdenes de Nafti y Calleja. Acabó asentándose en una medular liderada por él y Pepelu, pero contando con lesiones importantes -las de Pablo Martínez y Campaña- que abrieron paso a la titularidad innegociable del hijo pródigo. También salió bien en la última década el delantero Giuseppe Rossi, que anotó seis goles en apenas medio campeonato en que el Levante no pudo sortear el descenso de 2016 tras seis años en Primera.