Se quiere marchar (no quiere renovar)

VALÈNCIA. Definitivamente hay mucho listo por estos lares, y la vida da más vueltas que una peonza recién estrenada. 

Resulta que hace dos semanas asistimos a una cruzada para elevar a la categoría de axioma el hecho de que no había que llorar el adiós de Wass porque el danés no es nada del otro mundo. La propaganda institucional y sus altavopces olvidan que siempre hay que rascar después de asegurar algo cómo eso. Porque los que criticamos la más que probable salida del danés, no lo hacemos por la pérdida de su fútbol, si no por el agujero que puede dejar habida cuenta la escasez de efectivos en una plantilla lamentablemente planificada, y que la propiedad no trae un medio centro en condiciones desde que en 2018 llegara Coquelin. 

Bueno, pues resulta que casi las mismas voces que desdramatizaban la marcha del danés por su escasa calidad, clamaban a gritos contra él el sábado por la noche porque no estaba echando una mano en el Metropolitano. O sea, que más que la aportación de su fútbol, se echa de menos quien pueda ayudar en dicha zona (les suena ¿Verdad?).

No seré yo quien defienda al danés si es cierto que se negó a jugar, debería ser castigado con la máxima sanción posible dentro del reglamento de régimen interno del club. Es más, debería hacerse pública su negativa por parte del club y anunciar la respectiva sanción. Creo que todo el mundo aplaudiría dicho comunicado. Curioso que un club que hace comunicados contra periodistas o contra asociaciones que les llevan ante los tribunales, o contra el mismo president de la Generalitat, no comunique una posible rebeldía de un futbolista y su consecuente sanción que además (el hecho de hacerlo público) fortalecería y mejoraría la imagen de la entidad. Por tanto, la pregunta es evidente: si el futbolista se negó a jugar ¿Qué problema hay en hacerlo público (la negativa y el castigo)?

Cabe no olvidar un par de circunstancias. La primera de ellas es que si Wass se ha enrocado en salir pese que hace 15 días los altavoces del poder se jactaban de sacar la bandera de que el danés no iba a salir por primar el aspecto deportivo, no es por otra circunstancia que porque el rubio centrocampista sabe quién hay al volante en el actual Valencia CF. Hay un precedente que fortalece su postura: el de Kondogbia el año pasado. Interés del Atlético, negativa pública del club, y traspaso a los 15 días. Murthy enseñó el camino y los futbolistas ya conocen el sendero. La realidad es que Wass sabe que el club está loco por venderlo y recoger los 2 kilos que puede poner el Atlético.

Y por otro lado, hay una acusación que emana del entorno oficialista: el jugador se quiere marchar, no ha aceptado las ofertas de renovación. De ese modo extienden la sombra de la duda sobre el jugador para colgarle la etiqueta de mercenario (como si los dirigentes que escampan ese pozal de detritus estuvieran en el Valencia por el amor a los colores).

Y sin negar que el futbolista de élite es egoísta, cabe hacerse la pregunta adecuada para llegar al fondo de la cuestión. Porque el "se quiere marchar, no quiere renovar" es sólo la consecuencia, pero no es la causa del problema. Cabe preguntarse porqué los jugadores hasta hace bien poco escogían al Valencia CF incluso por delante del Sevilla (que ahora nos parece a años luz de distancia, y realmente lo está), y ahora casi todo el mundo quiere huir de este frenopático en el que Lim ha convertido al club de Mestalla. 

Hay que cuestionarse qué ha cambiado para que bastantes futbolistas quisieran venir aquí a toda costa y jugar en Europa, para llegar al punto de que excepto los valencianos (ya veremos como acaban los casos de Gayà y Soler, y ojalá que sea bien) de aquí se quiere marchar todo el mundo porque cualquier proyecto pinta mejor que el de Meriton.

Acusar al egoísmo del futbolista es el recurso fácil y populista. Hacer introspección y autocrítica, y ver porqué a nivel de proyecto deportivo antes eras EuroDisney y ahora eres Mordor es lo complicado y lo honesto. El resto es simplemente propaganda.