VALÈNCIA. Si Meriton Holdings Ltd. fuera una empresa de transporte y paquetería urgente siempre llegaría tarde, aunque a su propietario tampoco le importaría como crece, paulatinamente, el grado de insatisfacción de sus clientes. Alguno de vosotros podrá pensar que esto no tiene ningún sentido; es decir, ¿cómo es posible que al dueño de un negocio le resbale el perjuicio de sus compradores? Pero, reflexionad en lo que le ocurre a un club de fútbol como el Valencia, y os daréis cuenta de que es, exactamente, lo mismo. Sucede a menudo, y en la apertura de las ventanas de mercado este comportamiento dañino es más acusado. A Peter Lim le da pereza hasta levantar el pulgar para que se ataque decididamente cualquier operación. Y estas se acaban marchitando... y apestando.
Estamos todavía a 14 de junio en un mercado de mínimos para la mayoría de clubes y puedo entender que no se cierren movimientos con jugadores. Que sí, que se ha firmado a Dimitrievski, punto para Miguel Ángel Corona y su autonomía, pero no es lo habitual.
Pero, ¿y lo del entrenador? Fijaos en el caso Rubén Baraja. Podía haber condicionado su firma una vez alcanzado el cierre del mercado, en función de las mejoras que Meriton le proporcionase. Sin ninguna prisa, porque acaba contrato en junio de 2025. En cambio, el entrenador estaba dispuesto a renovar nada más terminar la temporada con los ojos cerrados. Y ahí sigue esperando antes de marcharse de vacaciones.
O sucede algo que nos hemos perdido, porque no ha trascendido, o no alcanzó a entender porque Singapur no ha atado ya a un entrenador tolerante, nada beligerante que, además, quiere seguir labrando en la tierra baldía de Meriton pese a que en su entorno hay una mayoría de voces que se lo desaconsejan. Un tipo que, por su ascendencia entre la hinchada, es un excelente apagafuegos, aunque no le guste ejercer como portavoz. ¿A qué esperas, Peter? ¿No es suficiente?
Peter Lim, Kiat Lim, Layhoon Chan, unos ignorantes de la historia del club, no tienen reparos en quemar las banderas de la afición. Y a Singapur le da igual que Baraja tenga una lona en el estadio para decidir si premiarlo, y cómo hacerlo, por lo que ha hecho las dos últimas temporadas. Era una lucha de gigantes y el entrenador la ha ganado. Cierto es, también, que era un win to win, un todos ganan, una ganancia segura tanto para el técnico como para Meriton Holdings. Pero, mientras para Lim y sus camareros en València el Pipo era una bala más en la trágica ruleta rusa de su gestión en Mestalla, para Baraja era jugarse el tipo, y su reputación de leyenda del equipo, el hecho de hacerse cargo de un vestuario frágil y condenado al descenso de categoría.
Volviendo al símil del transporte, en esa furgoneta tematizada que Lim utilizaba en Singapur en 2019 para desplazar a sus invitados figuraban Kang In Lee, Ferran Torres, Carlos Soler y José Luis Gayà. Eran los abanderados de la política de cantera de Meriton; la Youth Policy, así la bautizó la propaganda del régimen. Aquella mentira se desmoronó cuando Lim se deshizo de tres de ellos, Kang In, Ferran y Soler. El cuarto, Gayà, sigue porque no se le encontró club en el mercado durante dos veranos seguidos, los de 2022 y 2023, pese a su renovación entre ambas ventanas, en octubre de 2022.
Hoy, la bandera que ondea en el tejado de Meriton es Baraja. ¿La quemarán? ¿Cuánto tiempo lo tendrán a la espera? ¿Qué le habrán ofrecido? ¿Es necesario este plantón?
Transportes Meriton, siempre llegan tarde.