VALÈNCIA. Que el seleccionador nacional de fútbol, Luis Enrique Martínez, es un tipo polémico creo que es algo que suscribiría un alto porcentaje de aficionados a este deporte. Ya en su etapa como futbolista, y muy bueno por cierto, demostró en muchas ocasiones su fuerte carácter, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Prueba evidente de ello fue su brusca salida del Real Madrid para a continuación recalar en las filas de su más enconado rival, el FC Barcelona, y desde allí, ya en su faceta de jugador de nivel, demostrar y exponer la garra y la agresividad que imprimía a su juego.
Hace escasos días se hizo pública la lista de jugadores que van a representar a España en el inminente Campeonato Europeo de la UEFA, Eurocopa para simplificar. Y la convocatoria, como no podía ser de otra forma, ha levantado ampollas en la mayoría de medios de comunicación. ¿Por qué este?¿Y por qué no aquel? O: "Se nota a la legua que Luis Enrique es un antimadridista declarado", al no haber llevado ni un solo jugador de este club. Suspicacias para todos los gustos.
El foco de la crítica vuelve a centrarse en la persona del seleccionador. Tanto es así que desde este momento le auguro un futuro muy complicado en el caso de que España no haga un papel bastante más que digno en esta competición. Hay personas y sobre todo actitudes que no sintonizan adecuadamente con los medios. Luis Enrique es una de ellas.
Uno de los argumentos más utilizados por quienes discrepan de la idoneidad de la lista facilitada por el seleccionador es la ausencia del central madridista Sergio Ramos, semilesionado y cuyo bagaje de rendimiento a lo largo de la actual temporada no ha sido en absoluto satisfactorio. Luis Enrique ha aprovechado la doble coartada para quitarse de en medio a un jugador deportivamente prescindible e incómodo por la influencia que ejerce sobre el resto del grupo. En estos momentos Ramos es el paradigma del futbolista molesto, con bastante más peso específico fuera del campo que dentro de él. Algunos jugadores poseen una especial habilidad para rentabilizar su liderazgo convirtiéndolo en beneficio propio.
Durante el período en que Luis Aragonés ejerció las funciones que hoy desempeña Luis Enrique se produjo una situación muy similar a la actual, teniendo como protagonista a Raúl González Blanco. El delantero madridista, magnífico jugador, capitán del Real Madrid y de la Selección Española, se convirtió con el paso del tiempo en un personaje incómodo para Luis, guerra que acabó con la exclusión para siempre de Raúl del combinado nacional. En su día me contaba un amigo, alto miembro del equipo técnico de Aragonés, que el jugador cuestionaba cualquier orden o decisión proveniente de su entrenador, lo que lógicamente significaba un menoscabo a su autoridad. Una situación insostenible.
Como siempre -pero siempre- sucede en fútbol los resultados dictarán su particular sentencia. Si los éxitos acompañan a nuestra selección, el carácter y los métodos de Luis Enrique quedarán a salvo y por encima de toda duda. Si, por el contrario, pintan bastos y la función termina en tragedia, Sergio Ramos y algunos más habrán ganado.
Esto es fútbol, señoras y señores.