VALÈNCIA. Consumido algo más de un cuarto del campeonato el Valencia CF se sitúa en un puntaje cómodo. Con catorce puntos los de Baraja están en la octava posición de la tabla clasificatoria y ello produce una placidez que otros tiempos hubiera sido impensable.
Y quiero dejar bien claro (que ya me conozco la demagogia de los satélites) que esto no es un ataque ni a Baraja, ni al equipo, más bien todo lo contrario. Si bien tuve todas las dudas del mundo el día que el club se decantó por fichar al Pipo para el banquillo en un equipo que se hundía, su trabajo me cambiado radicalmente la perspectiva. Su apuesta por los jóvenes y moldear un equipo que se acerque a su fútbol (lo que toda la vida hemos dicho "que se note la mano del entrenador"), le confieren ahora mismo un rango de intocable en el banquillo. Por cómo entiende el club y la situación, pocos entrenadores se me ocurren mejores que el Pipo para el puesto.
De la plantilla, poco más que añadir. Con chicos que ahora hace un año competían en 2ª RFEF, y alguno que casi no ha tenido tiempo de pasar por el juvenil, y con dos refuerzos por los que se pagaron 400.000 euros, no se le puede pedir más al grupo.
Los resultados son el caldo de cultivo perfecto para otro plácido año para Meriton. Lo tapan todo, el nuevo estadio, las cuentas, el engaño de entrar a las juntas con 9 acciones, el estado financiero del club, fijar la salvación como objetivo, que Mestalla se haya convertido por abandono en un inmenso basurero...
Y en eso hay que reconocer una tremenda eficacia de los empleados del propietario. Han aplicado a la perfección la teoría de la rana en agua hirviendo. Ya saben, aquella que dice que si metes una rana en una olla con agua hirviendo da un salto y sale del recipiente. Pero si metes la rana y vas subiendo gradualmente la temperatura, la rana se va adaptando y cuando se quiere dar cuenta ya no puede reaccionar.
Fue tan sencillo como hablar en junio de reset y de local management, y en septiembre hacerlo de la permanencia como objetivo, y todos a tragar. Es como el viejo chiste del tipo que va a examinarse de medicina y le sacan un fémur para que lo analice. Tras una hora de análisis, el tipo se planta ante el tribunal del examen y les espeta "esto es un hueso". Ante la cara de incredulidad de los examinadores, la reacción del aspirante es "oigan, yo he venido aquí a por el 5, no quiero nota".
En eso Meriton ha tenido una eficacia notable. Un Valencia CF octavo en la jornada 10 hubiera dado en otros tiempos para cuestionar al entrenador y para pitar a muchos futbolistas en el campo. Ahora la felicidad por ganarle al Cádiz denota lo pequeñito que han hecho el Valencia y lo bien que les ha salido. Con la presidenta escondida como un bronceador en Groenlandia y los directores (el corporativo y el deportivo) sólo disponibles como teloneros de los futbolistas en la TV que ofrece el partido, hasta la política de comunicación sigue a la perfección los pasos marcados para mantener la imagen del régimen. Una entrevista de vez en cuando en las cadenas nacionales (que tan bien se portaron con el club en el caso Vinicius), y a otra cosa. Y en el estadio, cuatro cánticos al minuto 19, y a cero presiones.
Ellos han venido a por el 5 y se lo están llevando, de calle.