VALÈNCIA. Las oportunidades se van terminando y toca aprovechar las últimas cuatro jornadas, empezando por el choque ante el Eibar mañana, para poder cerrar la temporada liguera con un objetivo que era lógico cuando arrancó la temporada pero que se fue complicando hasta extremos insospechables conforme avanzaban las jornadas. Hoy, pese a depender de errores ajenos, todavía es posible y supondría un éxito incuestionable el conseguirlo yendo emparejado a la posibilidad de conseguir un título o, incluso, dos. No cabe duda que culminar la temporada con algún trofeo y con la clasificación para la Champions sería un broche de oro para el año del Centenario y no adivino otro camino, de aquí a final de temporada, que no sea el de prestar todo el apoyo posible al equipo y cuerpo técnico para que puedan lograrlo. Están todas las puertas abiertas pero aún falta cruzar el umbral para que, cuando se cierren, quedar dentro del éxito y no fuera. Marcelino, que es humano y se equivoca como todos nos equivocamos, ha demostrado aquí y anteriormente en Villarreal que es uno de los técnicos más pujantes de la Liga española y , ahora, se le presenta la oportunidad de subir el peldaño que le queda para instalarse en la excelencia. Si lo consigue, además de coronarse como uno de los ‘grandes’, le habrá regalado al aficionado valencianista la satisfacción de codearse con lo más granado del fútbol europeo y un ‘final feliz’ tras haber caminado juntos por una temporada no exenta de sobresaltos y disgustos inesperados. Para el desenlace sólo quedan semanas y, repito, no cabe otro escenario en este momento que no sea el matrimonio incondicional y bien avenido sabiendo que el Champagne no se descorcha hasta que el pez deja de ser pez para ser pescado.
Mientras todo esto va ocurriendo y aprovechando que hoy es la Jornada de Reflexión ante la cita electoral que nos aguarda mañana ,también se me ocurre alguna reflexión acerca de los movimientos de mercado que el Club viene acometiendo desde hace ya algún tiempo y de esa ‘nueva política’ deportiva que Alemany, Marcelino y Longoria están implementando en el Valencia. El perfil de los futbolistas que, con mucho tiempo de anticipación, el Club ha incorporado y los mensajes que emanan desde dentro de le entidad nos proponen un escenario novedoso en el que -como ya venía advirtiendo Alemany e todas sus comparecencias al hablar de la idoneidad de hacer muchas operaciones y mejorar así el Fair Play para el Valencia- se le otorga una gran preponderancia a la contratación de futbolistas de futuro como activo ‘futbolero’ pero también como activo financiero. Y no seré yo quien ponga en cuestión esa nueva política desde el punto de vista empresarial porque en este fútbol moderno y extremadamente mercantilizado, imagino que es el camino a seguir por los Clubes que -como el Valencia- tienen acudir a una gestión muy eficaz a falta de ingentes fuentes de ingresos externos. Pero sí me parece oportuno recordar a quienes se afanan en este empeño y tratan de posicionar al Valencia en la ‘Industria del Fútbol’ que los más importante es el propio fútbol. Que más allá de las operaciones de compra-venta encaminadas al mejor posicionamiento económico, lo verdaderamente prioritario es conformar una plantilla suficientemente competitiva con la que seguir creciendo DEPORTIVAMENTE hablando. Últimamente se escucha con cierta asiduidad en las inmediaciones de la oficialidad valencianista que tal jugador o tal otro, con independencia de su rendimiento en el VCF, son un buen negocio por tener ‘buen mercado’ y yo me dejo de pensar, entendiendo la importancia del aspecto económico a medio y largo plazo, que lo primero que debe hacer un Club es pertrechar a su primer equipo para que alcance logros deportivos. Todo lo demás será bienvenido siempre que tengamos cubiertas las necesidades básicas y estas no son otras que disponer de una plantilla de presente lo más competitiva posible.