La especie humana se adapta a todo, eso es cierto. Los virus, como vemos en la actualidad, también, mediante mutaciones. Al final, por sobrevivir, uno hace lo que puede, que diría aquel. Lo malo es cuando la adaptación se convierte en oportunismo, cuando la supervivencia se trasforma en pillería, cuando ese adaptarse se traduce en traición. Y no sé hasta qué punto Corona, nuestro Corona, no es para el Valencia CF un singular virus, pues desde que él entró por las puertas de las oficinas, todo ha ido a peor y han ido cayendo nombres y nombres. Y el único que sobrevive es curiosamente él, en un club que ya ha dicho que prescinde de estructura deportiva porque no le hace falta. Me explico.
Corona llegó de la mano de César Sánchez, que sí sabía de qué iba esto. Como director deportivo César trató de crear una estructura sólida y bien asentada que supiese de la identidad y de la grandeza del club. Extrañamente decidió que Corona hiciese de filtro de los informes, nombrándole su mano derecha. Cuando César descubrió las intenciones reales del máximo accionista, decidió, por dignidad, dimitir y marcharse ante la mentira que ya estaba divisando. Ese mismo día Corona debió irse, pero no lo hizo, porque tenía otros planes. Ahí fue desleal a quien le llevó de su mano. Se quedó y llevó a cabo una caza de brujas interna frente a todo aquel que pudiera ensombrecerle a medio plazo, porque el papel de actor principal lo quería para él, aunque hayamos estado más de año y medio sin fichar a nadie, que es justo el tiempo que Corona lleva en el club.
La caza viral siguió su curso y la mejor manera de encumbrarse era seguir inoculando desconfianza ante aquellos que ya tenían una trayectoria muy consolidada en la casa. No sé con qué argumento consiguió quitarse a Jorge López de en medio, porque lo hizo él (no lo olvidemos), quizá porque podía poner freno a sus bajas miras a la hora de seguir a un tipo o perfil de futbolista, muy de segunda división. O quizá porque podía quitarle el protagonismo que él pedía de cara a los gestores aunque, insisto, no haya sido capaz de traer a nadie aquí. Liquidó, cual virus, a Pablo Rodríguez, que actualmente está en el cuerpo técnico de Emery en el Villarreal; ya, con anterioridad, se habían cargado a Domingo Catoira, que ahora está en el Español y a Salva Grau, que trabaja para el Barcelona. Y trajo un perfil más bajo de colaboradores (nada tengo que decir de ellos), que no pudiera hacerle la cama. Esto es así. Y ha habido otras bajas que no hace falta ya recordar, pero el Valencia CF está sufriendo una auténtica pandemia y todo coincide desde que Corona está en el club.
Sé, de buena tinta, que sus contactos con prensa le han proporcionado cierta coraza, pero la evidencia es la que es: cero fichajes, cero gestiones exitosas y cero negociaciones donde se ha impuesto su criterio. Y, sin embargo, sí tuvo que ver con el engaño a Gracia y con la famosa lista de futbolistas mediocres que le enseñaron al técnico y que desató su ira. Y a pesar de todo ello, ahí está: cobrando un dineral por hacer ¿de qué? Soy de los que piensa que más vale tener dignidad y retirarse cuando no hay motivo para quedarse. César, su mentor, lo hizo, pero parece que esa lección no la aprendió o no fue a clase ese día. O no tiene clase, que es muy distinto, que es peor aún.
Corona se ha hinchado a decir a unos y a otros que ha llevado ciertas gestiones hasta el límite y que luego, la propiedad, no ha aceptado. Jugadores de calidad, dice. Pero lo cierto es que él no llegaba tan lejos en las negociones según sé de cómo funciona el club (bueno, más que funcionar, cómo se desestructura el club): solo hacía de secretario, no técnico, sino de oficina: oye, búscame el teléfono de fulanito, márcame el número de menganito y poco más. O llama a este y que te diga. Esas han sido sus gestiones: para cobrar lo que cobra, me postulo yo también a hacer esa función, aunque no sé si tendría estómago para aceptarlo, ya que aprendí que los valores de cada uno, la integridad de cada cual, está por encima de todo.
Entiendo que Corona no es culpable del desastre general, pero sí cómplice, sí partícipe de todo ello con su silencio y su compadreo. Ha jugado sus cartas y cree que es ganador solo porque se ha quitado competencia de en medio, pero lo cierto es que, como a Caín, se le va a quedar un estigma en la frente dentro del mundo del fútbol. Sí, como Caín, por eso esto no pretende ser un ataque, sino un consejo. La desastrosa situación deportiva es su responsabilidad, no lo olvidemos y si no lo es, entonces sobra en el club: fuera y otro sueldo menos, ya que están de derribo en derribo. A mí, demasiadas personas me han hablado ya muy mal de todo lo hecho y cómo se ha hecho y es una pena, una auténtica pena, ser testigo de tanta deslealtad generalizada. No pido la cabeza de nadie, pero aquí cada uno tiene una función y una responsabilidad y debe atenerse a ella sin que sirvan los peloteos para salvar el cuello. Demasiados pusilánimes gestionan la entidad y aquí hacen falta profesionales con entereza que ofrezcan al club lo que realmente necesita y si el semi-propietario no lo acepta, entonces lo mejor y más digno es irse por la misma puerta y no ir medrando por las esquinas, esperando inyectar el virus de la duda sobre los demás para seguir reguarnecido, en la sombra, cobrando, aunque no tenga sentido todo lo hecho, mientras los demás caen y caen y caen.