VALÈNCIA. Es muy pronto para hacer valoraciones. Pero más pronto lo es todavía para sacar pecho. En esto del fútbol, cuando presumes mucho de guapo, cualquiera te puede pintar la cara. Si te descuidas, incluso el rival más débil es capaz de darte un susto. Lo dicho. Llevamos tres escasos partidos de Liga y me parece un poco apresurado sacar conclusiones sobre lo que nos espera una temporada que no ha hecho más que comenzar. Ahora bien, una cosa es cierta. La afición del Valencia está encantada con las prestaciones de su equipo en este arranque del campeonato. La gente está enchufada con un grupo que, con acierto e inteligencia, dirige Pepe Bordalás. Lo pude disfrutar en carnes propias cuando regresé a la grada de Mestalla para presenciar el encuentro ante el Alavés. Hacía mucho tiempo que no veía salir del recinto a una hinchada tan animosa como satisfecha. Que ya era hora…
No se ha ganado nada ni a nadie todavía, pero la gente está contenta viendo la clasificación. Siete de nueve puntos posibles -ante Getafe, Granada y Alavés- han sido suficientes para recuperar ciertas dosis de un optimismo olvidado. Una afición que ha sufrido tanto en los últimos años con el nostre Valencia, y que padece a diario el calvario de la nefasta gestión de la entidad, merecía al menos empezar el curso con alegría. ¡Con qué poco nos conformamos!. Con eso, y con un mercado de fichajes en el que la mejor noticia no han sido las incorporaciones (solo ha llegado un titular que es Alderete) sino que el club no ha vendido a sus mejores jugadores. El hecho de que los Gayà, Carlos Soler, Guedes o Maxi Gómez sigan con nosotros es motivo tanto de alivio como de celebración. Porque, que nadie se engañe, más de uno se temía lo peor. Demos gracias a la inesperada aportación del fondo CVC para poder conservar nuestro patrimonio dentro del vestuario.
Insisto en el hecho de que la afición del Valencia está contenta con el rendimiento y la imagen que ofrece el equipo, que no con la gestión de Peter Lim y su grupo de Meritoners. No nos confundamos. Son cosas bien distintas, ojo. Incluso los valencianistas más críticos con el mercado de fichajes del club, los que exponen (no sin cierta razón) que no se ha firmado ningún futbolista desequilibrante ni que se ha logrado traspasar a los jugadores que no sirven, no pueden ocultar que el balance del equipo en este primer parón liguero es tan bueno como inesperado. Es cierto que en esta ventana de fichajes que ha finalizado no ha llegado ninguna bomba. Tampoco lo esperaba. Pero se ha mejorado la plantilla con un fondo de armario más que aceptable y, aunque el grupo anda cojo de un seis y un central, creo que tras ver cómo se las gastan estos de Singapur, nos podemos conformar.
Sin embargo, para mí, la mejor noticia que ha dejado este arranque de campaña es que tenemos un entrenador en la figura que encarna Pepe Bordalás. Y eso, y lo digo con cierta sorna, es muy importante. Sobre todo después de los últimos inquilinos que han pasado por el banquillo de Mestalla. Su gran mérito es que ha recuperado para la causa a futbolistas que estaban fuera, como Guedes, y a otros que se querían marchar. Como Wass. Eso, unido a un gran trabajo colectivo diario, ha permitido silenciar a todos aquellos críticos que veían en el alicantino a un exponente del fútbol arcaico, defensivo, violento y aburrido. Para los que llamaron a Bordalás Pepe el Barraquero, ahí van un par de datos objetivos: el Valencia es el tercer equipo que más goles marca de la Liga, por detrás del Madrid y del Barça, y el cuarto del campeonato que más remata a la portería rival. Eso, queridos analistas que babeáis con Quique Setién, son registros que nos divierten y que invitan al optimismo. Ésta, y ya van muchas, también os la coméis…