VALÈNCIA. Reconozco que esperé a escuchar a Miguel Ángel Corona Pérez-Roldán en su comparecencia pública para comenzar a escribir estas líneas. Reconozco también que nada me sorprendió y que podía haber escrito mi opinión sin esperarme al testimonio de director deportivo de Meriton.
Porque cómo ya escribí hace más de un año, "Pechito bailarín" (como lo bautizara de manera brillante hace unos meses Salva Folgado), es simplemente el síntoma de en qué ha convertido Peter Lim al Valencia Club de Fútbol; en cualquier cosa menos, en un club de fútbol. Corona no es más que la constatación del dicho español del "dame pan y dime tonto".
No importa cuantas veces tenga que quedar cómo "un pintao", no importa las veces que tenga que salir a hablar tarde y mal con la misma credibilidad que tendría Kiko Rivera hablando de vida saludable, no importa que sus explicaciones no se sostengan o que en septiembre diga una cosa y ahora la contraria manteniendo su semblante impertérrito (entre otras cosas porque para que te cambie la cara cuando mientes has de sentir vergüenza). Aunque el equipo se haya empequeñecido, aunque bajo su dirección deportiva el Valencia jamás haya pisado Europa, o aunque hable de la sostenibilidad y cada año se regale -mínimo-un jugador sin sacarle un duro (o pagándole como en el caso de Cavani), "Pechito bailarín" es el tipo de empleado perfecto para Meriton: ADN Singapur, sumisión antes que eficacia.
Lo que ocurre es que en su huida hacia adelante, García Pérez-Roldán fue incapaz de volver a desmentir que el día del cierre de mercado, el club a las siete "chapara el kiosco" porque el propietario se había ido ya a planchar la oreja. Dijo García Pérez-Roldán que pese a lo que dijo Víctor Orta, ellos no tienen firma, pero la presidenta, sí.
Las verdades a medias son las peores de las mentiras, y todos sabemos que la presidenta se quitó de en medio porque a esas horas perturbar el sueño del amado líder con nimiedades es sinónimo ser ajusticiado. Y ella tiene la misma autonomía que los walkie-talkies que te traían por Reyes cuando tenías 9 años, que te separabas seis metros de tu amigo y ya se colaba Radio Nacional en el aparato.
Imagínense ustedes a Peter en su torre de marfil, tras tomarse las pastillas que le toquen (a partir de los 50 todos nos medicamos) metido ya en la cama. Ataviado con esos pijamitas cortos de verano (en Singapur las noches ahora son tórridas, unos 24-26 grados). Hablo de esos pijamas que son una camiseta de manga corta y un pantalón cortito. De esos que te dejan el asunto colgandero y uno de los "gemelos" a punto de ver mundo por una de las perneras del pantaloncito. Peter disfrutando de su merecido descanso, sin acordarse de los muertos de hambre de Valencia y mirando la enésima foto de Kiat en Instagram luciendo "pantacas" de diseño y tirando de "piti" con un coleguita en un banco cualquiera de un parque cualquiera del planeta "no hago carrera de él", pensaría Peter.
¿Recuerdan la temporada pasada cuando en Manises y a la vuelta de un viaje a casa del amado líder, Javier Solís se ofendió por una pregunta que cuestionaba la implicación del máximo accionista? Las veces que se nos ha dicho que se levantaba de madrugada a ver los partidos y cuando llega el día del cierre de mercado, pijamita de verano y a dormir. Porque además él sabe que Layhoon no toca un céntimo de la caja sin su consentimiento. Su firma está supeditada a la aprobación del propietario; ya saben, sumisión antes que eficacia.
PD: ayer Miguel Ángel García Pérez-Roldán en una de sus respuestas en su rueda de prensa utilizó el palabro "preveyendo" como gerundio del verbo "prever". El gerundio del verbo "prever" es "previendo". Cuando uno habla en público representando a una entidad, lo mínimo es no darle patadas al diccionario.