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¡Que Dios nos pille confesados!

21/03/2021 - 

VALÈNCIA. El Valencia no va a pasar apuros esta temporada. Al menos en lo deportivo. Escribo estas líneas antes del partido ante el Granada, con el riesgo que ello conlleva. Pero suceda lo que suceda en Mestalla estoy convencido que el equipo solventará, mejor o peor, esta recta final de campaña. El curso futbolístico del Valencia continúa marcado por la más absoluta mediocridad. Del cinco justito no pasamos. Me cuesta mucho creer que el vestuario tire de amor propio y se anime a intentar quedar clasificado los más arriba posible. Sigo convencido de que no vamos a volver a hablar del descenso en lo que resta de Liga, pero creo que nadie debe ilusionarse con la posibilidad de acercarse a plazas europeas. La temporada del equipo es para olvidar. Y esta parece que va ser la tónica general en los partidos que restan por disputarse.

Por este motivo yo ya pienso en la próxima temporada. Pero me da la sensación de que soy de los pocos que lo hacen. Parece que en el club nadie ha trazado una hoja de ruta ni fijado los objetivos a medio-largo plazo. ¿Hay alguien al mando? Creo que no. Que se funciona por inercia. Me preocupa mucho la próxima campaña. Sin duda mucho más que ésta. Hace unos meses ya tuvimos un serio aviso de que, o se trabajaba a conciencia, o el descalabro futbolístico puede llegar en cualquier momento.

A día de hoy, en el Valencia todo continúa siendo incertidumbre. Desde la llegada (o no) del Príncipe de Johor para gobernar Mestalla hasta la continuidad de un valor emergente como Kang In Lee en la plantilla. En el Valencia todo es un interrogante mayúsculo. Un enigma. Un misterio por resolver. Porque el club juega ese partido a 12.000 kilómetros de distancia y el resultado depende del capricho de una sola persona: Peter Lim. 

Hace unos días, Anil Murthy regresó de Singapur. Según revelan desde el club, con el riesgo que supone confiar en lo que cuentan, allí mantuvo una reunión con Lim para hablar del futuro del Valencia. Y que la misión del presidente era la de confeccionar un equipo competitivo de cara a la próxima temporada. El objetivo pasaba por jugar la Liga Europa y tratar de ir subiendo escalones de forma progresiva. Pero me da la sensación de que eso es una quimera. O una falacia más de esas a las que nos tienen acostumbrado Meriton y compañía. Porque en Mestalla nadie ha movido ficha. Ni se ha tomado ninguna decisión de calado. El club sigue varado.

Si el Valencia tuviera un proyecto serio y organizado en lo deportivo, ya habría realizado algún movimiento de postín. Porque el tiempo apremia, todos los clubes se mueven, y corres el riesgo de llegar tarde a cualquier operación. Sin embargo, estamos a finales del mes de marzo y el único fichaje que se ha concretado es el del sacerdote diocesano Álvaro Almenar. Un cura. La contratación del canónigo se produce en un momento muy apropiado. Porque el Valencia atraviesa la peor situación de su centenaria historia. Esperemos que la llegada del canónigo no sea para aplicarle la extremaunción a un club que se desangra. Con Lim ¡Que Dios nos pille confesados!

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