VALÈNCIA. Anda el personal soliviantado -y no es para menos- con el doble rasero de medición de los agarrones en el área que acabaron con un penalti en contra del Valencia CF el miércoles en la Copa y otro no señalado ante la Real Sociedad el domingo en la liga.
Aclaro que nunca he creído en manos negras, robos o directrices de ningún tipo desde el estamento arbitral. Lo popular es decir lo contrario, pero no me encontrarán ahí. Otra cosa es que los colegiados sepan -y lo saben a la perfección- con quiénes se complican la vida y con quiénes no. Con quién sale caro ser valiente con quien hay que medir hasta la gestualidad en los terrenos de juego.
De hecho Sánchez Martínez volvió a Mestalla después de cubrirse de gloria en el encuentro ante el Espanyol mostrándole amarilla a Rubo Iranzo por retrasar un saque de banda por la friolera de 7 segundos.
Pero más allá del afán de protagonismo del murciano (pésimo para los dos equipos en la aplicación de la ley de la ventaja), el problema está instalado en el propio colectivo arbitral.
Es cierto que los árbitros están muy solos y siempre son los señalados (o casi siempre), y eso ha derivado en un auto aislamiento de su entorno que se traduce en una nula capacidad autocrítica y un exceso de corporativismo que llega a extremos ridículos.
El colectivo arbitral se protege y se encubre mutuamente desde la llegada del VAR, que en lugar de servir para evolucionar, sólo ha servido para encontrar siempre una justificación a cualquier error por grosero que sea. Desde que llegó el video arbitraje hay dos frases que justifican cualquier decisión. La primera es que el VAR entra en blancos y en negros pero no en jugadas "grises" (dudosas); y yo pregunto quién decide qué es blanco, qué es negro, y que es gris... el árbitro. Y la segunda frase es más cachonda aún, la de que el árbitro de VAR no avisa al de campo porque entiende que este último ha visto la acción y ya la ha juzgado. Es decir, tienen el don de entrar en la mente de sus compañeros para saber si han visto o no una jugada; inquietante, Carmen.
Los árbitros, que se han buscado sus voceros mediáticos en determinados foros aplican un mal entendido corporativismo porque saben que dejar con el culo al aire al compañero que mañana te puede asistir a ti desde el VAR cuando tú estés en el estadio, puede acarrear consecuencias no deseadas. Es decir, hoy por ti, y mañana por mi.
Y ya no es una cuestión de a favor o en contra del Valencia ¿Se acuerdan del gol fantasma del Elche en Mestalla hace unos meses? Probablemente con el reglamento en la mano, la decisión fue correcta, pero no es de recibo que se tiren minutos en jugadas nítidas y esa otra no vayan al monitor a chequearla. Se te queda cara de bobo.
Me consta que el nuevo jefe de los árbitros, Medina Cantalejo anda mosca con el tema de la pasividad de los asistentes de VAR y que le está dando vueltas al tema. Sólo tiene una solución: crear un cuerpo específico de árbitros de VAR independientes de los que pitan en el campo. Ahí desaparecerían muchos problemas. Si Medina se atreve con esto, comenzará a darse un uso más racional de la herramienta.
Mientras tanto, el VAR sólo está sirviendo para calentar más al personal y en lugar de evolucionar, nos encontramos con que la inadecuada utilización de la tecnología está haciendo involucionar el fútbol hasta la edad de piedra. De verdad que es para hacérselo mirar.