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opinión 'politizada' / OPINIÓN

The Last Matx

20/12/2023 - 

VALÈNCIA. No será por falta de temas... El pasado jueves la Junta de Accionistas del Valencia dejó infinitas intrahistorias y retrató, por enésima ocasión, que Meriton vive en una dimensión paralela a la realidad actual del Valencia. También podría poner el foco en ese 0-1 en Vallecas rico, riquiño, riquísimo para un equipo que llevaba desde la primera jornada sin ganar a domicilio. Pero esta semana toca un tema ‘nuestro’, interno, de esos que no suelo comentar a menudo.

Ayer finalizaron tres años y medio de la experiencia profesional más afortunada que he tenido en veinte años de periodismo. Ayer me puse a los mandos por última vez de ‘El Matx’ de 99.9 Plaza Radio, el programa de retransmisiones deportivas que ha venido contando todos los partidos del Valencia CF en la presente y anteriores temporadas. ¿Los motivos? Pues los de siempre en nuestro mundillo: asuntos empresariales, reajustes, reestructuraciones… Vocablos aseados para hablar de recortes puros y duros en un sector muy precario. Los primeros en caer, como siempre, somos los periodistas freelance, esa profesión inestable y de máximo riesgo que aceptamos sin remedio como Ethan Hunt acepta sus misiones imposibles.

Tampoco voy a romantizar un ‘mazazo’ así. Porque lo es. Más allá del perjuicio laboral y económico, supone dejar de hacer cada semana no sólo el trabajo que más me gusta, sino el que –opinión personal- mejor se me da. Acostumbrados como estamos a tocar todos los palos, cada uno de nosotros siempre se encuentra más a gusto haciendo una tarea en particular. Seguro que a todos vosotros os pasa en vuestros respectivos curros.

En mi caso, y al contrario que muchos compañeros que sueñan con ser narradores y cantar goles de sus equipos favoritos, mis preferencias siempre fueron un lienzo en blanco. Suelo recomendarle eso mismo a cualquier estudiante que sea lo suficientemente inconsciente como para preguntarme: locutar, escribir, editar, fotografía, algo de tele… hay que saber hacer de todo. Y luego, a ver qué pasa. Fueron el destino y la radio los que, poco a poco, me acomodaron a un traje –el de director de retransmisiones- de nombre demasiado pomposo para lo que es en realidad: vivir en segundo plano con tu cabeza repartida en cien tareas mientras ayudas a que todos los demás brillen con mayor intensidad.

Corría verano de 2020 cuando, después de disfrutar de un par de semanas de libertad tras el confinamiento de la covid, organizamos una cena al aire libre en el chalé de Manolo Montalt. Allí en Pedralvilla, en medio de entrantes, carne a la brasa y comida para tumbar a un regimiento, Manolo y Salva Folgado pusieron sobre la mesa la propuesta: “¿Te apuntas a hacer con nosotros las retransmisiones de la radio?” Allí también estaba Pepe Pla como testigo presencial; según supe después, contaban con el beneplácito de Rafa Lupión –director de la emisora- y Miguel Miró –director general por aquel entonces del Grupo Plaza-.

Cinco años antes, en 2015, había dejado precisamente ese trabajo en otra emisora tras padecer un burnout de manual. Me marché ‘quemado’, cansado, desmoralizado. Renuncié a hacer lo que más me gustaba hacer porque, de haber continuado, habría acabado odiándolo. Y no entraba en mi cabeza odiar hacer radio. Ahora, sin embargo… Ahora me acababan de ofrecer la posibilidad de hacer lo que mejor se me daba, en un proyecto nuevo, y rodeado de mis amigos.

Dije que sí, casi sin pensarlo. Al rato caí en que tendría que hacerlo en valenciano, idioma que jamás había hablado en mi vida. Mi cerebro se anticipó a las dudas: “Ya te apañarás”. O mejor dicho: "Ja t'apanyaràs".

A aquel “sí” le siguieron semanas frenéticas para armar un proyecto que, de nuevo, era un lienzo en blanco. Darle nombre (¡‘matx’ es una palabra valenciana, lo prometo!), identidad sonora gracias a un tipo con un talento descomunal como Jordi Sapena, pensar secciones, hacer emites, diseñar carteles, escribir promos y mil cosas más. La primera temporada fue difícil, pero la sacamos adelante gracias al trabajo en equipo.

En la segunda el reto se multiplicó por cuatro. En la 2021-2022 incorporamos a Levante y a Valencia Basket masculino y femenino a las retransmisiones. Hicimos cerca de 200 partidos en la radio, con presencia en vivo en todas las manifestaciones callejeras que tuvieron lugar aquel año. Llegamos a hacer directos de once horas y media de manera consecutiva con un equipo humano mínimo. Lo que nos faltaba en cuestión de recursos lo compensábamos con ganas, horas de trabajo en nuestras casas y toda la originalidad del mundo. Logramos que un producto que costaba 2 sonase de 10, compitiendo contra otras emisoras de mayor presupuesto, alcance y posibilidades técnicas y económicas.

En las 310 retransmisiones realizadas en estos tres años y medio tengo mucho que agradecer. He podido hacer radio con mis colegas y luchar junto a ellos en la trinchera, he sufrido como ellos los vetos, presiones y desprecios del poder, he podido conocer de cerca a una leyenda del balompié como Darío Felman, he podido saber más sobre el fútbol y la vida gracias a Pepe Pla, me he contagiado del optimismo y actitud vital de Santi Marín, he disfrutado de las habilidades de algunos de los mejores técnicos de sonido que he tenido, hemos dado muchas noticias, hemos organizado varias pachangas de final de temporada –como la que encabeza este artículo-, hemos creado una comunidad fiel de oyentes, he aprendido muchísimo valenciano por el camino…

Joder, he sido muy feliz. A pesar de las horas dedicadas, del insomnio, los agobios, el trabajo invisible, la retribución o la imposibilidad de ponerme enfermo ni de tener días libres los fines de semana.

A pesar de todo ello, el pequeño proyecto que empezó sin demasiadas pretensiones “a ver cómo sale” se convirtió en una de las partes favoritas de mi vida. Trabajar junto a tus amigos, a pesar de los riesgos que conlleva y de los roces que son inevitables, es algo con lo que siempre soñé. Y pude cumplir ese sueño durante tres años y medio. Les echaré de menos porque, como dije en ‘The Last Matx’ este martes tras tumbar al Rayo en su casa, es mucho más fácil transmitir felicidad y optimismo a los oyentes cuando eres realmente feliz haciendo lo que te gusta. Incluso en una etapa oscura como la que nos ha tocado narrar, nos ayudó a relativizar dramas como un posible descenso a base de humor y chascarrillos. Ese buen rollo fue siempre y será siempre nuestra seña de identidad. Eso no se puede fingir.

Echaré de menos los partidos, a los compañeros, a los técnicos... Echaré de menos a mis amigos. Esto es radio, papá. Le metimos horas, curro, ilusión y alegría en cantidades industriales. Empecé, como decía, sin muchas pretensiones y sin haber hablado valenciano nunca en mi vida... y, tras esta etapa, me voy con una fluidez aceptable, ya casado con una mujer maravillosa y con una niña preciosa de 9 meses que se pasa la vida esperando a su padre en casa y a la que ahora podré ver crecer también los fines de semana.

Disculpad el rollo. Quería que quedase constancia escrita de que, entre 2020 y 2023, hubo un programa de radio que lo dio todo. Que desafió al poder a base de libertad, información, esfuerzo y alegría. Más de uno estará hoy de celebración al haber una mosca cojonera menos de la que preocuparse. Quería que quedase constancia de que uno de sus miembros, quien escribe esto, fue un privilegiado durante todo ese tiempo. Y también de que, reajustes y recortes mediante, todo lo bueno se acaba. Puede que Quique Sánchez Flores tuviese razón en su momento con lo de perder un cargo y recuperar una vida; supongo que lo averiguaré dentro de poco. Después de todo, mi padre solía decir: "Todo lo que pasa, conviene". Y él sabía mucho...

Gràcies per triar-nos ací al Matx per a gaudir del teu equip. GRÀCIES… i fins sempre!


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