VALÈNCIA. Pablo Martínez cuenta para Julián Calero. A pesar de ser consciente de que los vaivenes del mercado -máxime a finales del mismo, cuando la planificación deportiva de la gran mayoría de clubes teje sus últimos retales a la carrera- pueden llevarse al último capitán superviviente de la pasada campaña, el entrenador del Levante está convencido de que tiene que ser la piedra filosofal de su proyecto. Pablo ha sido el mejor de la pretemporada. Su gran estado de forma actual invita al optimismo y Calero le quiere en su vestuario.
Sin embargo, el nuevo cuerpo técnico granota es más que conocedor de que, lo normal a la apertura de la ventana de transferencias en julio, era que el '10' terminase abandonando Orriols. En la dirección deportiva se controla la situación desde antes de iniciar el mercado, de hecho. Porque son varios los clubes de Primera División que han preguntado o tienen al madrileño entre las primeras posiciones de sus agendas, pero hacían falta movimientos, salidas que derivasen en un acelerón del club interesado en cuestión por los servicios del centrocampista.
Felipe Miñambres era consciente en junio, cuando trascendió el interés del Rayo Vallecano y reconoció públicamente que había algunas operaciones de venta avanzadas -entre ellas la de Pablo Martínez-, de que este traspaso iba para largo. El Levante quiere extraer el máximo jugo posible a la venta de Pablo, si es que finalmente se termina dando.
Su cláusula, inaccesible para el perfil de club que busca fichar al levantinista -80 millones de euros-, hace que la entidad de Orriols pueda 'decidir' sobre su venta. Entre comillas, porque en el Ciutat la situación económica no es precisamente boyante, como es archiconocido en el fútbol nacional. Hoy, sin el traspso de Pubill a la Atalanta que hubiese supuesto una auténtica bombona de oxígeno, la venta de Pablo Martínez es incluso prioritaria.
Por el capitán granota ha tocado el Real Valladolid, que aprieta por llevárselo a Pucela. Entre medias, ha vuelto a aparecer el Valencia, en cuya libreta de futuribles aparece Pablo Martínez desde la pasada temporada. La salida fallida de Javi Guerra redirigía a Miguel Ángel Corona directamente hacia la otra acera de la ciudad para volver a entablar negociaciones y llevar a Pablo con su, por ahora, excompañero Dani Gómez. Guerra no salió al Atlético en otro rocambolesco malentendido entre el ejecutivo valencianista y, esta vez, la entidad de la capital, y el entorno de Pablo Martínez inició su compás de espera.
Hoy, el Levante no puede decir aquello de "la espera no es eterna". Una oferta convincente por el futbolista en la última semana de mercado podría llevar a Felipe a aceptar y activar alguna de las opciones low cost que figuran en su agenda para debilitar lo mínimo posible el centro del campo de Calero. La situación económica de la entidad obliga a escuchar propuestas en cualquier momento del período de traspasos, pero también a mentener el compromiso con el técnico de brindarle una plantilla capaz de competir por las plazas de play off de ascenso.
Sea como sea, Julián Calero cuenta de momento con su '10'. El sistema de 4.3.3 utilizado por el preparador levantinista durante el verano le permite encontrar alternativas, por si la situación de Pablo Martínez explotase y se abalanzase hacia un traspaso inminente en los próximos días.
Oriol Rey, Kocho, Algobia, Carlos Álvarez, Lozano, Clemente y, cuando esté del todo recuperado y pueda ser inscrito, Iborra. Es grande el abanico de posibles centrocampistas, de distintos perfiles, para completar una medular con tres hombres. Incluso Edgar o Víctor Fernández Jr, entre otros, podrían actuar ocasionalmente en la demarcación para que la dirección deportiva tuviese margen para encontrar recambios. No obstante, la figura de Pablo emerge por encima de todas y otorga a Calero la calidad que necesita en su círculo central.