Hoy es 13 de octubre
VALÈNCIA. Dijo el simpar Anil Murthy cuando estaba apunto de bajar la persiana el año 2020 en su mensaje navideño que «seguimos trabajando duro para poder vernos otra vez en Mestalla y seguimos trabajando duro para que podáis estar orgullosos de vuestro Club». Sirva como atenuante que lo dijo con una copa de cava en la mano y... ya se sabe que, si no estás acostumbrado, la bebida puede nublar las ideas. Lo bien cierto es que él nunca ha trabajado para que el valencianismo se sienta orgulloso de su Club básicamente porque... no trabaja. Pero, como su desfachatez y su falta de respeto al valencianista no conoce parangón, con cava o sin él, nunca observa el mínimo pudor a la hora de vomitar la primera mentira que se le viene a la cabeza sin preocuparse los más mínimo del efecto que pueda producir en quienes, todavía, están dispuestos a escucharle. Sus reiteradas provocaciones al valencianismo han dejado de causar efecto entre el aficionado porque su credibilidad dejó de existir hace ya mucho tiempo pero sí parece preocupante que su acreditada estulticia acabe siendo contagiosa. Y es que hay actores de esta película de terror que han venido mutando la piel y se parecen muy poco a los del día del estreno.
Aquel entrenador que cayó de pie en Valencia porque parecía representar el único atisbo de lógica en un verano totalmente ayuno de ella, también ha ido perdiendo crédito a la velocidad de la luz desde que bajó los brazos por sentirse víctima de un engaño porque... aunque es evidente que el engaño existió, tampoco el técnico navarro ha sabido encontrar soluciones donde otros sembraban problemas. Estando claro que no ha podido contar con la plantilla que le prometieron, también parece bastante claro que la plantilla, no siendo la que tendría que tener el Valencia CF, sí es mejor que su entrenador. Javi Gracia, ni vence ni convence: a once partidos de poner fin a la temporada su equipo carece de personalidad en el campo, nadie sabe a qué juega, se aventura alocadamente a un cambio de sistema sin tenerlo suficientemente trabajado y, ni siquiera, muestra la cintura necesaria para rectificar sobre la marcha en beneficio del rendimiento de su equipo. Vamos... lo que viene siendo un desastre. Pero si su rendimiento desde el banquillo se antoja absolutamente insuficiente, sus explicaciones no son obtienen mejor nota. Y yo me empiezo a preguntar si se ha terminado contagiando de su jefe Murthy tan proclive a sacar pecho a la menor oportunidad y a echar la culpa al COVID 19 de su propia inutilidad.
Dos ejemplos claros para ilustrar la teoría del contagio. Uno de ellos se produjo cuando el Valencia, entre horribles sufrimientos, en tiempo de descuento y después de jugar muchos minutos con un hombre más por la expulsión del guardameta rival, cosechó una victoria ante el Celta en Mestalla. El equipo había disputado un partido igual de mediocre que los que nos venía regalando con anterioridad pero Gracia aprovechó la oportunidad, al estilo Murthy, y declaró que “tenemos un final de temporada donde tenemos puestas muchas esperanzas”. Lamentablemente los partidos posteriores terminaron sepultando los augurios del entrenador y la temporada ha seguido avanzando de tropiezo en tropiezo sirviendo como único sustento para no caer al abismo la incapacidad de los equipo de abajo para inquietar a un Valencia que continúa bailando con la mediocridad. El segundo de los ejemplos llegó el viernes pasado tras un partido lamentable -otro más- ante el Levante UD en el que Paco López le dio al, todavía, entrenador valencianista un baño táctico de los que hacen época. Gracia fue preguntado por la estadística que coloca al actual Valencia como el peor de su historia alcanzada la jornada 27 y el míster se descolgó con el argumento estrella de su jefe: “La temporada viene condicionada por lo que afecta al tema de la pandemia. Por lo demás, es una temporada en la que siempre esperamos el próximo partido con la esperanza de mejorar”. Con un par de ...