Peleando a la contra 

"Es inadmisible" 

4/04/2019 - 

VALÈNCIA. El titular entrecomillado es la frase más reiterada de Quico Catalán en la rueda de prensa improvisada que ofreció en San Mamés. Nunca se le vio tan enojado en diez años al frente del club. Reiteró en la Ser, de madrugada, que era una vergüenza e incluso le leyó la cartilla a Iturralde. El levantinismo está indignado. El más humilde seguidor y también el presidente. Con razón.

Munuera Montero, del colegio andaluz. Apunten ese nombre. Es el principal protagonista del enésimo robo arbitral al Llevant, junto al manchego Alberola Rojas, responsable del VAR. El séptimo, matizó Quico, que los tiene enumerados. Tal vez lo de robo les parezca excesivo para una crónica de prensa. Echemos mano del eufemismo y de lo políticamente correcto: el árbitro benefició con sus errores al rival del Llevant, también por enésima vez. Pero Quico no tuvo tanto tacto: inadmisible, vergüenza, "ya no me creo el Var".

Los arbitrajes hundieron al Llevant de Schuster en 2004-05, en el retorno a Primera. Jornada a jornada dinamitaron la ilusión de miles de levantinos que habían esperado casi medio siglo para ver de nuevo a su equipo del alma en la élite. Catalán lo sabe bien, porque, aunque era un chaval, estaba en aquel consejo, donde Villarroel era el mandamás, un outsider que no encajó en el viciado estatus del fútbol español dirigido con mano de hierro por Villar.

En la actual situación es inevitable recordar aquel infierno, por el terrible paralelismo. ¿Se ha considerado un desafío intolerable que el Llevant lleve hasta las últimas consecuencias judiciales el caso Chumi, y estas son las consecuencias?

"Esto es fútbol profesional" clamó Catalán, en referencia velada a los botarates que vienen decidiendo el destino granota, con sus errores. El gol de Coke, las manos de Íñigo y el penalti del 93', cuando Simon pisa a Muniain tras despejar el balón. Cuesta creer que un árbitro de Primera (dos en realidad) se equivoquen en las tres jugadas hacia el mismo lado, pese a la moviola. Cuesta entender la disparidad de criterios, aunque se tenga la mejor voluntad. Cuesta confiar en la justicia.

En general no creo en las conspiraciones. Sí sé que existen las cloacas, como cualquier ciudadano mínimamente informado. Y parece que los señores que las habitan (tristes, húmedos, de piel blanquecina) han decidido castigar al Llevant por rebelarse, porque aman enjabonar a los ricos, con versos rancios. ¿Dónde está hoy Villar, que parecía ungido de un poder omnímodo? Las cloacas (incluso las del coronel Kurtz) son hábitats inhóspitos y efímeros, pero, ¡ojo!, donde pisan sus guardianes no vuelve a crecer la hierba.

Quico Catalán hizo ayer lo correcto. En clave externa, porque el Llevant debe exigir respeto. Y sobre todo en clave interna, porque el levantinismo debe ser una falange invencible, firme y unida en la adversidad. Es el camino para vencer al Huesca como sea, aunque el árbitro se invente tres penalties en contra.

HABLEMOS DE FÚTBOL

Cuesta pero intentémoslo. El Llevant plantó cara a un gran rival, en un escenario imponente. En muchas fases del partido fue superior. Paco López improvisó un once sorprendente que, con el balón en los pies funcionó bien, tuvo la posesión y generó ocasiones, pero que, sobre todo en la primera mitad, se mostró tan frágil atrás como de costumbre. Y el Athletic fue letal a la contra. El Llevant no supo practicar ni ayudas defensivas ni marcas ni coberturas. Un desastre táctico. Arriba Rochina, en plan estelar mientras le duró la gasolina, dio un recital y organizó todo lo que le dejaron.

Fue en todo caso un fútbol preciosista con escasa profundidad, más acorde a la poesía de Segurola que a la victoria. Apenas llegó un balón en condiciones a Roger ni tampoco a un Morales tan activo como, de nuevo, desacertado en el último pase. Tras el descanso cambió el panorama. El Llevant fue más profundo y ambicioso, más vertical, explotó las bandas, sobre todo con la salida de Luna y Simon, se volcó sobre el área de Herrerín y sofocó con mayor solvencia el contragolpe bilbaíno. Roger, que apenas había aparecido, provocó un penalti y lo marcó para meter al equipo en el partido. El justo empate, vistos los méritos de unos y otros, llegó sobre la bocina, con una pillería de Cabaco.

Pocos imaginaban que estaba por llegar esa jugada llena de infortunios ni que Munuera se convertiría en el gran protagonista. El resto ya lo conocen. Una derrota injusta es un estadio difícil que no debería minar la autoestima del equipo de cara a la trascendental final del domingo.

Athletic 3-2 Llevant UD

UNO A UNO: Aitor (7); Coke (5) (Luna (5) 65'), Vezo (6) (Simon (5) 80'), Postigo (4), Cabaco (6); Jason (7), Rochina (8) (Mayoral (7) 70'), Pier (6), Campaña (5); Roger (7), Morales (6).

Paco López (7)

GOLES: 1-0 Yuri 5'; 2-0 Aitor (pp) 27'; 2-1 Roger (p) 51'; 2-2 Cabaco 89'; 3-2 Muniain (p) 93'.

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