VALÈNCIA. La temporada 21/22 en La Liga está siendo una auténtica trituradora de entrenadores. El curso se ha llevado, en total, once técnicos por delante y el deshecho es especialmente significativo por debajo. Todos los clubes implicados en la pelea por la permanencia han cesado a sus inquilinos de banquillo. Es más, tres de ellos lo han hecho por partida doble. El último, el Granada, que este lunes anunciaba el cese de su interino, Rubén Torrecilla, después de ratificarle en el cargo hace solo mes y medio. Ocurrió tras despedir a Robert Moreno y ahora ha firmado a Aitor Karanka para tratar de frenar la caída nazarí tras la goleada del Levante en Los Cármenes este pasado sábado.
El cuadro granota fue, precisamente, el primero de La Liga en despedir al preparador contratado para arreglar el desaguisado. De Paco López a Javi Pereira, y del extremeño a Alessio Lisci. El técnico del filial ha sido, en el caso de Orriols, el que ha terminado por dar con la tecla a diferencia de Torrecilla. Curioso es el caso del italiano y el recién cesado, que no se llegaron a enfrentar en el duelo de filiales en Segunda RFEF porque Alessio ascendió al primer equipo en el mes de diciembre.
El Alavés, por su parte, ha tenido este curso a Javi Calleja, José Luis Mendilibar y ahora Julio Velázquez en el banquillo. La trituradora de entrenadores también ha pasado por Mallorca, donde Luis García no evitó la caída y acabó cediendo el puesto a Javier Aguirre. El Getafe echó a Míchel para firmar a Quique Sánchez Flores y levantó el vuelo; el Cádiz encontró en Sergio González la solución a las dudas de Álvaro Cervera (aunque en una situación menos límite que sus competidores); y el Elche cambió a Fran Escribà por Francisco. Esos son todas las remiendas en los banquillos de la parte de abajo de La Liga. Solo ha existido una más: la de Koeman y Xavi en el Barça. El resto de equipos mantienen a sus inquilinos, pero la zona peligrosa del campeonato se ha cobrado varias vidas.