VALÈNCIA. El domingo por la noche tras la cascada de emociones que se vivió en Mestalla, Marcelino García Toral, técnico del Valencia, coincidió con un grupo de periodistas a la salida de la puerta lateral del palco que da acceso a la sala de prensa del estadio. Preguntado por el jugador al que ficharía de todos los que había visto en el partido de leyendas, el asturiano contestó, sin pensarlo ni dos segundos, que recuperaría a Vicente Rodríguez. A sus 38 años, víctima de una lesión que lo retiró prematuramente del fútbol, Vicente maravilló en el nostálgico partido del Centenario.
Aunque parezca una contradicción, la relación de Vicente con Marcelino nunca ha sido mala, todo lo contrario, ha sido correcta y hasta cordial, pero el Puñal de Benicalap no cabe en el organigrama fichador que dirige el técnico asturiano y, harto de estar esquinado, ha pedido salir, aunque eso suponga dejar de trabajar en el club de su corazón.
Pese a que el director general Mateu Alemany sigue negándolo y defiende que en la cima de la estructura que dictamina los fichajes está él, la realidad es que decide Marcelino. Y Marcelino decidió incorporar para trabajar a su lado a Pablo Longoria, uno de sus colaboradores externos, hace un año. Y ha sido Longoria el que ha orillado a Vicente y lo ha obligado a tirar la toalla.
El director del área técnica, desde que se incorporó al organigrama del club, ha visto en Vicente a un enemigo, al que ha acusado de filtrar información a la prensa ante la incredulidad del ex jugador, que siempre ha sido discreto y muy prudente sobre su cometido. A Vicente, primero como jugador y luego como secretario técnico, nunca le gustaron los focos. Siempre ha preferido la discreción. A Longoria, en cambio, le molestaba.
Longoria no ha confiado durante el último año en Vicente, al que ha ignorado y no le ha consultado nada en el capítulo de fichajes. Enterarse de forma indirecta, por agentes con los que hablaba, de los fichajes que iba a realizar el club y observar que sus viajes a ver jugadores no tenían ningún sentido porque sus informes eran ignorados, desanimó a Vicente y lo llevó a presentar su renuncia ante Mateu Alemany hace unas fechas, según publicó recientemente El Desmarque. Vicente se va porque no se siente útil y porque no cree en la forma actual de trabajar en el departamento de fichajes.
Al de Benicalap no se le ve estos días por la Ciudad deportiva de Paterna. Club y ex jugador están negociando la rescisión de contrato y todavía no se ha llegado a un acuerdo económico pese a la predisposición de las dos partes en que todo se cierre de un modo favorable y sin crispación.
El club filtró en octubre de 2018 que Mateu Alemany había reforzado laboralmente a Vicente con una revisión al alza de su contrato como secretario técnico. Realmente, tras aquella revisión contractual, según ha podido conocer Plazadeportiva.com, Vicente pasó de tener un contrato indefinido a uno de dos años con un salario menor.
De aquella cacareada reestructuración que Meriton emprendió con José Ramón Alesanco al frente de la dirección deportiva, ya no queda apenas nada. La pirámide fichadora del club tiene en la cima a Marcelino, con Mateu Alemany por debajo y Pablo Longoria en la base. Marcelino tiene como asesor externo a su agente Eugenio Botas y Pablo Longoria se apoya en Domingo Catoira, técnico al que, curiosamente, repescó Vicente tras su salida del club. Pablo Rodríguez, que trabajaba con Longoria, ha salido de la estructura para ayudar a Chema Sanz en el Mestalla.