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Marcelino y el cuerpo técnico del Valencia saben que trabajan sin red

22/08/2019 - 

VALÈNCIA. La continuidad de la parcela deportiva en el Valencia CF se ha convertido en el “más difícil todavía”, un clásico del mundo del circo, y máxime cuando los propios protagonistas perciben por los gestos, día a día, de la propiedad que no hay confianza alguna en su trabajo.

La tensión y el desgaste que se están dando este verano con las ideas de la propiedad, totalmente diferentes de las que propone la parcela deportiva, continúan abriendo una brecha de desconfianza a la que no son ajenos los actores de este escenario.

Una vez asumida la más que presumible venta de Rodrigo, la parcela deportiva entiende que necesita un delantero para cubrir el hueco que deje el internacional español y, por supuesto, entiende que el futbolista debe ser elegido conforme a los parámetros que se propongan por parte de los ejecutivos de esa área. Sin embargo, no se tiene ninguna seguridad en que esta petición vaya a ser atendida desde Singapur. Es más, la sombra de André Silva (futbolista que no es para nada del agrado de Marcelino) es tremendamente alargada y se tiene la sospecha de que un hipotético aterrizaje del luso en Valencia ayudaría a agilizar el triple movimiento que completarían los binomios Rodrigo-Atleti y Correa-Milán. Del mismo modo no se entiende porqué Lim sigue bloqueando la llegada de Rafinha, al que el Barça parece que va a renovar.

El fichaje de Rafinha, futbolista del cual públicamente ya ha hablado el entrenador, sigue paralizado desde Singapur. Incluso cuando el Barça parece dispuesto a ceder al jugador tras renovarlo, desde la propiedad del club se sigue sin autorizar su llegada. Desde el cuerpo técnico no entienden nada de lo que está ocurriendo.

Por su parte, la negativa que en su día dio la parcela deportiva cuando se informó de la posibilidad de traer a André Silva y la insistencia del cuerpo técnico -con declaraciones públicas- sobre la conveniencia del fichaje de Rafinha son consideradas desde la propiedad como un pulso público que no están dispuestos a aceptar.

Este distanciamiento hace que haya una difícil vuelta atrás, y aunque en algunas áreas de la entidad aún se confía como último recurso en que Mateu Alemany pueda ejercer de hombre que encuentre una vía mediadora en el conflicto, la creencia general es que la ruptura no tiene marcha atrás; no hay confianza mutua y la parte más débil (como es usual en el mundo del fútbol) es la del entrenador siempre a merced de los resultados.

Dentro no tienen ninguna duda de la falta de apoyo de la cúpula de mando, hasta el punto que, a consulta de este periódico tras el primer estallido público de la crisis, un miembro del cuerpo técnico no tenía ninguna duda del escenario en el que se mueven ahora: “Al más mínimo error estamos fuera esta temporada”, desveló.

Los técnicos saben que trabajan sin margen de error y que la fractura les condena ante una propiedad que este verano ha demostrado que desaprueba su planificación. Saben que ni por asomo habrá para con ellos la paciencia y la confianza que se demostró en esta pasada campaña. La diana parece fijada y sólo falta saber el cómo y el cuándo. Lo que parece más que evidente es que el veredicto -cuando se decida llevar a la práctica- no será una sorpresa para nadie. Marcelino y su cuerpo técnico saben que este curso trabajan sin red.

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