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análisis: la cantina

Con ustedes, Michael Jordan

El domingo (el lunes en España) se estrena el documental más esperado de los últimos tiempos sobre el mejor jugador de baloncesto de la historia

17/04/2020 - 

VALÈNCIA. Cada noche, antes de dormirme, me giro hacia la derecha y, justo antes de apagar la luz, lo último que veo es a Michael Jordan. Vamos, que duermo entre mi bella esposa y ‘Air’ Jordan. La leyenda aparece en la fotografía que acapara toda la portada del diario ‘L’Equipe’ del día después de que el ganador de seis anillos de la NBA anunciara que dejaba para siempre el baloncesto. Sobre la foto, manchando la página de margen a margen, el periódico francés tituló ‘L’INOUBLIABLE’, el inolvidable.

El adjetivo no puede ser más certero. Solo así se entiende que 21 años después haya millones de personas esperando con ansiedad el inminente estreno de ‘The last dance’, la serie documental sobre Jordan que la ESPN lanzará este domingo y Netflix, para España y el resto del mundo, el día después.

No es un documental más recopilando los éxitos del número 23 de los Chicago Bulls sino una obra de diez capítulos que se nutre de 106 entrevistas que incluyen a dos expresidentes de los Estados Unidos como Bill Clinton y Barack Obama, y 500 horas de vídeos inéditos, los que grabó NBA Entertainment -entonces liderada por el actual comisionado de la Liga, Adam Silver- en la temporada 97-98 después de que Jerry Reinsdorf, el dueño de la franquicia, y Phil Jackson, el mítico entrenador, dieran el visto bueno para tener a un equipo enganchado a la espalda de los Bulls todo el curso.

Jason Hehir, que ya había dirigido otros documentales deportivos como ‘The Fab Five’, sobre el quinteto de la Universidad de Michigan que ganó 56 partidos y llegó dos años seguidos a la final de la NCAA, o ‘The 85’ Bears’, sobre la fantástica formación de Chicago que ganó la vigésima Super Bowl, es el director de ‘The last dance’. Hehir, emocionado al ver el material inédito que había disponible, ganó el concurso con un bosquejo de 14 páginas que presentó en 2016. Después se entregó a este proyecto en cuerpo y alma durante 26 meses a tiempo completo.

“La gente va a pensar que soy una persona terrible”, ha anunciado Jordan, hoy un hombre de 57 años que se mostró frágil y tierno durante el homenaje al difunto Kobe Bryant hace unas semanas, pero entonces, en el ejercicio 97-98, ya una leyenda del baloncesto con algún brote tiránico porque en su vida, en el deporte, solo concebía el éxito.

Jordan solo hizo una exigencia, que el documental no se centrara únicamente en él sino en todo el equipo, la dinastía que logró seis anillos en ocho años. Aunque es inevitable que él sea el eje, pues él era el núcleo de ese equipo armado con gente de la talla de Scottie Pippen, el escudero furioso porque ganaba menos de cuatro millones de dólares por temporada, el indómito Dennis Rodman o Steve Kerr, a quien le dio el balón decisivo en el último partido de las finales del año anterior y a quien le dijo, después de encestarlo, que si lo fallaba no volvía en el avión del equipo.

La temporada 97-98, la que centra el documental, es recordaba por la jugada extraordinaria de Jordan en el sexto partido, cuando los Bulls iban perdiendo (86-85) y los Utah Jazz tenían la posesión. El 23 le robó el balón a Karl Malone a falta de 21 segundos y, sin soltarlo, apuró el tiempo, mandó al suelo de un quiebro a Bryon Russell con su clase descomunal y culminó la jugada conocida como ‘The Shot’ con un tiro de dos que sentenció la final.

‘The last dance’ se espera también como la gran oportunidad para que las nuevas generaciones, aquellos que no habían nacido en 1998, puedan entender por qué Jordan es ‘the goat’ (la cabra, el acrónimo de ‘greatest of all time’).

ESPN tenía previsto emitir los diez capítulos del documental en junio, durante las noches que no hubiera partido de las finales de la NBA. Pero con la llegada del confinamiento mucha gente, incluido LeBron James, suplicaron que adelantaran el estreno de la serie, que será dosificada en cinco domingos hasta mediados de mayo. Los aficionados al baloncesto cuentan los días que faltan para el estreno y se relamen al escuchar que Jordan ha decidido hablar al fin, después de lustros evitándolo, de asuntos como ese carácter tirano, su afición por las apuestas -en sus visitas a Valencia se jugaba un dineral a ver quién ganaba cada hoyo durante su recorrido jugando al golf- o la dolorosa muerte de su padre que le alejó de las canchas. Es la oportunidad de ver al genio que dominó el baloncesto en los 90 pero también al personaje endiosado que era capaz de hacer un chiste de muy mal gusto sobre los kilos de más de Jerry Krause, el general manager de los Bulls, en su cara y delante de todo el equipo.

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