VALÈNCIA (EFE). Miles de aficionados del Barcelona y del Valencia tomaron este sábado el centro histórico de Sevilla y le dieron colorido entre bebidas y viandas en las horas previas a la final de Copa en el Benito Villamarín, en medio de un clima de cordialidad y convivencia en las zonas más turísticas de la ciudad.
Azulgranas y valencianistas se hicieron notar en el casco antiguo de la capital andaluza, uno de los más grandes de Europa, copando terrazas y veladores para hacer tiempo de cara a la final de la Copa del Rey y después de varias horas de viaje, en avión, tren, autobús o vehículos particulares, desde sus respectivos destinos.
Las hinchadas de ambos equipos pusieron el color al centro histórico de Sevilla, acostumbrado a la masiva afluencia de turistas, en una jornada en la que esta ciudad tradicionalmente futbolera respira un gran ambiente de fútbol y de animación, con ambas aficiones unidas en bares y restaurantes en los que abundaron la cerveza y otras bebidas para mitigar el calor sevillano.
Además de los miles de seguidores que se dirigieron directamente a las zonas habilitadas para cada afición, en las proximidades del estadio Benito Villamarín, miles de aficionados optaron por hacer un recorrido por la zona más monumental de la capital hispalense intercalando, como si de un ritual se tratara, visitas a bares y tascas.
En una de ellas, un grupo de cinco amigos valencianos llegados el viernes en una autocaravana no ocultaban la ilusión de que su equipo levantara un nuevo título, después de casi siete horas de viaje y de haber pernoctado en dicho vehículo, alquilado por 400 euros, en la zona cercana al Puente de las Delicias.
La razón, muy sencilla: así se han evitado los altos precios de los hoteles y apartamentos turísticos fijados con motivo de esta final de Copa en la ciudad.
Uno de estos seguidores dijo a Efe que el precio mínimo que les pedían por una habitación no bajaba de los 600 euros, con lo que decidieron alquilar una autocaravana entre cinco por 400, para así poder disfrutar del magnífico ambiente que se vive en Sevilla antes de la final, con las aficiones conviviendo y rivalizando en colorido y cánticos en las terrazas y veladores.
Este clima de "hermandad" sólo se ha visto empañado por los incidentes protagonizados la pasada madrugada por un grupo de aficionados violentos en una zona del barrio de Nevión, cerca del estadio Ramón Sánchez Pizjuán, y que se saldaron con veintitrés ultras detenidos y cinco policías heridos leves.
Este suceso aislado difiere de la tónica habitual con la que se desarrollan los prolegómenos de la final en Sevilla, con ambas aficiones queriendo hacer notar el sentimiento por cada uno de sus equipos y en muchos casos mezcladas al calor de la barra de un bar y de una cerveza, como un tío y un sobrino llegados desde Valencia.
El tío, tras llegar en uno de los aviones chárter fletados para la ocasión, ataviado con una camiseta blanca del Valencia; y el sobrino, tras viajar durante siete horas en coche precisamente con uno de los hijos del anterior, es decir, con su primo, luciendo una equipación azulgrana con el nombre del legendario Iniesta a la espalda.
Lo importante, para ellos, es el prepartido, según indicaron, y los momentos previos de convivencia y disfrute, pues, cuando el balón comience a rodar esta noche, cada uno animará a su equipo para intentar cantar victoria y celebrar un nuevo título.
La misma filosofía mueve a dos seguidores culés, Antonio y Juan Carlos, ambos de Barcelona con raíces andaluzas al ser originarias sus familias maternas de Bujalance (Córdoba) y Cádiz.
Encantados de fotografiarse con hinchas valencianos, al considerar que el fútbol debe servir para unir y no para generar conflictos, y encantados con la oferta monumental de Sevilla y también con la posibilidad de haber degustado a buen precio una tapa de caracoles en pleno centro de Sevilla, un clásico de la temporada.
En la tercera final de Copa que van a vivir in situ, ambos barceloneses 'universales', conciliadores y con antepasados en Andalucía, desearon poder quitarse el sabor amargo que les dejó la decepción vivida por su Barça en Liverpool, aunque con un espíritu deportivo admitieron que, si el Valencia es el que triunfa, también se lo habrá merecido, y más aún en el año de su centenario.