Los proyectos deportivos que se han consolidado en el tiempo siempre han tenido más que ver con el orden, la organización y los conceptos defensivos que únicamente con la tenencia de la pelota y el talento, bienes más escasos y que, en el mercado, suelen ser mucho más caros, por lo que sólo están al alcance de unos cuantos
Nadie puede negar que ni el juego ni las sensaciones están siendo buenos después de un verano ilusionante, pero a pesar de los fiscales y agoreros, el VCF no ha perdido ningún tren y está a tiempo de revertir toda esta fatalidad...
No hay jornada que no se acuse al equipo que juega bonito de no ganar y partido que no se cuestione al equipo que gana por no jugar de manera vistosa. Es la pescadilla que se muerde la cola. Y en el caso del Valencia CF, que comenzó la temporada con todos los ingredientes ideales para que Marcelino preparase un menú degustación de categoría, han llegado las primeras dudas y reproches
¿Autocrítica? Sí. ¿Unidad? Ahora, más que nunca. A los equipos hay que quererlos cuando menos lo merezcan, porque es cuando más lo necesitan. Sin unidad, no hay paraíso
Lo surrealista es escuchar a los trovadores habituales soltar que “si el Madrid pone 60, el Valencia vende” o que “cuando el Madrid te llama no se le puede decir no”, como si el VCF tuviera que tragar esa supuesta oferta mientras Florentino está fichando juveniles que aún no han superado la pubertad por 45 kilos.
Si el pasado curso sirvió para comprobar que el matrimonio Mateu-Marcelino está bien avenido, este mercado ha servido para corroborar que esta pareja no sólo se entiende de maravilla, sino que se jura amor eterno hasta que los resultados les separen. Uno convence y el otro firma. Uno gestiona y el otro lidera. Y los dos solucionan problemas
Porque en Madrid, queridos, como ya saben, del Valencia sólo se habla bazofia. Y cuando aparece uno que no lo hace y le trata con el respeto que merece, pues a alguno le parece que ese no debería tener barra libre de opinión, no sea que peligre el patio de la comunidad de vecinos.